¿Cuántas veces hemos escuchado que los responsables de las dificultades actuales son los mercados? Los mercados son el chivo expiatorio perfecto para acusar de todos los males habidos y por haber en nuestro modelos económico-social. Por un lado, no tienen una cara representativa y perfectamente definible para el común de los mortales y por otro no ejercer una defensa pública, mediante declaraciones a la prensa. La cara más representativa es la evolución de las cotizaciones de diferentes instrumentos financieros como son acciones, deuda, derivados financieros, materias primas, divisas, etc… Si estás cotizaciones van en contra de mis/nuestros intereses, les atribuimos una dosis de maldad, casi con la voluntad de controlar el mundo. Las cotizaciones reflejan puramente intereses mercantilistas de cada una de las partes expuestas en una transacción,y nadie tiene la obligación en participar.
A raíz de la crisis financiera, algunos han descubierto que «la vivienda no siempre sube» y que la «financiación no es un derecho es una obligación», unos conceptos que nos deberían haber parecido obvios pero como siempre, en esta vida se aprende a palos. A si que voy a tratar de ejercer de «abogado del diablo» y analizar esta presunta maldad de los mercados.
En primer lugar, en el supuesto de que fuera verdad que los mercados fuera un mecanismo despótico que oprime la voluntad de los gobiernos, la pregunta es obligada ¿Por qué los Estados siguen buscando financiación a través de ellos? Me parece un tanto curiosa la crítica, que por un lado se alega una supuesta maldad en los mercados, y por otra parte, tenemos que el Tesoro emitirá deuda por un total de 239.369 millones de euros en 2015, lo que supone cerca de la cuarta parte de la deuda pública española actual.
Si los gobiernos insisten en acumular deuda pública, por su incapacidad de mantener una estabilidad presupuestaria en el tiempo ¿Quién es el responsable? ¿Aquellos que no están gestionando bien las cuentas públicas, o quiénes aportan la financiación? Recordemos que al final todo se basa en el principio de la responsabilidad contractual, la base de nuestro modelo económico, en el que una parte aporta financiación y la otra se compromete a devolverla, más unos intereses. Y ninguna de las partes está obligadas a formalizar dicha relación contractual por lo que si una Administración no quiere que sus acreedores le exijan el desarrollo de ciertas políticas, perdiendo su grado de independencia, es muy sencillo «vincular los gastos con el nivel de ingresos», como por cierto, hace cualquier familia de nuestro país que debe adaptar su nivel de vida a lo que se ingresa mensualmente y no al nivel de bienestar que cree que es justo.
Otro punto interesante es el lenguaje que se utiliza para desprestigiar todo lo que se pueda a los mercados o a los mecanismos que en ellos operan. Un ejemplo de ello es nombrar a los fondos de capital riesgo como «fondos buitre» ¿Un tanto despectivo no creen? La actividad de estos fondos de inversión es comprar baratos títulos de deuda pública o corporativa u otras actividades como comprar paquetes de vivienda. En ambos supuestos se nos olvida que en los fondos de capital riesgo están aportando liquidez y su dosis de riesgo en cada una de las operaciones financieras. A raíz de que muchos ayuntamientos han estado vendiendo vivienda pública, de inmediato los titulares han sido «Los fondos buitres atacan la vivienda», o «los fondos buitres deshucian a familias».
En cambio, los titulares suelen partir de un enfoque algo sensacionalista, ya que el problema de fondo, ha sido la pésima administración a nivel municipal, que en un intento de aguantar el nivel de gasto y los excesos de épocas anteriores, deben ejecutar proyectos de desinversión de activos para equilibrar las cuentas públicas. Obviamente los puentes, las rotondas y las aceras no se pueden vender por que no genera ningún retorno sobre el capital a los potenciales compradores, por lo que suele ser habitual vender patrimonio de interés como son los inmuebles. En estos supuestos, los fondos de capital riesgo facilitan esas transacciones, llaman a la puerta y hacen una oferta, no por una vivienda sino por bloques enteros y si el órgano administrativo está de acuerdo se formaliza de manera contractual. ¿Es responsabilidad de los fondos de capital riesgo que los gobiernos vendan patrimonio?
Para finalizar, en la más humilde de las valoraciones, hay una clara tendencia por parte de ciertos medios de comunicación, en observar más el dedo que señala la luna, que a la propia luna. El problema o la responsabilidad en ningún caso recae sobre los mercados, ya que sin estos no habrían liquidez, la capacidad de deshacerse de un activo a valor de mercado y sin esta liquidez, no se podrían mantener ciertos trenes de vida públicos, lo que les obligaría a recortar de forma inmediata.
Al final vivimos en un estado democrático, nosotros elegimos a nuestros gobernantes y delegamos las funciones de gestión pública sobre ellos. Las dificultades surgen cuando la ciudadanía se empeña sí o sí que las mejores políticas fiscales con aquellas que los gastos sólo se pueden modificar si van a más, mentalidad de tarjeta de crédito infinita. Ésto se traduce en deuda, una manera de perder soberanía frente a terceros debido a que todos nos estamos comprometiendo a mantener una estructura de déficits continuados, sin pensar que estas políticas hay que pagarlas y que el dinero gratis es una fantasía, que más tarde o más temprano se desvanece.