¿tiene la culpa China del estallido de una guerra de divisas global?

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Puesto que China ha ligado su subvalorada moneda, el renminbi, al dólar, cada vez que la divisa estadounidense se ha debilitado a raíz de la crisis financiera en su país, el renminbi también se ha devaluado frente a otras monedas del mundo. Pero, ¿tiene realmente la culpa China del estallido de una guerra de divisas global?

Los bancos centrales de Corea del Sur, Brasil, Taiwán, Suiza y de muchos otros países están comprando dólares para proteger a sus propias monedas de la revaluación y de ese modo defender sus exportaciones. El nerviosismo en Europa también aumentó después de que el tipo de cambio del euro se elevó a más de 1,40 dólares, muy por encima de la tasa de paridad del poder adquisitivo de 1,17 dólares.

Ahora los Estados Unidos están tomando medidas drásticas contra China y se están preparando para una guerra comercial. El Congreso ha autorizado al Presidente a imponer derechos de importación a los productos chinos si China sigue oponiéndose a aumentar sustancialmente el valor de su moneda frente al dólar.

Sin embargo, la subvaluación del renminbi, que actualmente es del 45%, se ha mantenido durante muchos años. Entonces, ¿por qué están los Estados Unidos actuando de forma tan agresiva súbitamente? ¿Por qué no actuaron mucho antes?

La explicación está en los movimientos de capital. Los Estados Unidos aceptaron el valor más bajo del renminbi mientras China regresara el dinero que obtenía mediante el comercio bilateral de mercancías para financiar el déficit presupuestal estadounidense. Ahora que los chinos prefieren invertir ese dinero en materias primas en África y otros lugares han provocado la ira de los responsables del diseño de políticas en los Estados Unidos.

El cambio de dirección de China ha sido radical. En 2008 y 2009, los chinos compraron bonos del gobierno estadounidense a un ritmo de 17 mil millones de dólares al mes. Sin embargo, China dio marcha atrás en noviembre de 2009. Durante los primeros siete meses de 2010, China no sólo se abstuvo de comprar más títulos del gobierno sino que incluso empezó a vender sus participaciones. Cada mes China vendió un monto neto de aproximadamente 7 mil millones de dólares en bonos del gobierno de los Estados Unidos. Es perfectamente comprensible que los estadounidenses estén extremadamente nerviosos.

La City de Londres ha cubierto el hueco al aumentar sus compras, que en 2008 y 2009 ascendieron únicamente a alrededor de mil millones de dólares al mes, a un promedio de 28 mil millones de dólares en los primeros siete meses de este año. Dado que el propio Reino Unido es un gran importador de capitales, podemos supones que la City no está conservando los títulos sino reestructurándolos y vendiéndolos a nivel mundial con un nuevo nombre y el sello de Londres.

A pesar de haber dejado de financiar al gobierno estadounidense, China sigue siendo el exportador neto de capital más grande del mundo, posición que ha mantenido desde 2006. En 2007 y 2008, China exportó en promedio aproximadamente 400 mil millones de dólares al año. Los Estados Unidos, que en esos momentos necesitaban importaciones de capital anuales de 800 mil millones de dólares para compensar la interrupción casi total del ahorro privado, recibieron la mayor parte de ese capital. La poca disposición de los chinos a consumir permitió a los estadounidenses construir casas nuevas durante muchos años con dinero prestado y mantener un nivel de consumo que la economía estadounidense no podía financiar por sí misma.

Es cierto que los chinos siempre se abstuvieron del financiamiento de bienes inmobiliarios privados en los Estados Unidos. Únicamente compraron valores del gobierno e instrumentos inmobiliarios titulizados emitidos por organismos semipúblicos como Fannie Mae y Freddie Mac. El financiamiento inmobiliario directo por canales privados llegó principalmente desde otros países, como Alemania. No obstante, China contribuyó a que los Estados Unidos alcanzaran un nivel de vida más elevado poniendo a disposición de las autoridades gubernamentales fondos que de otra forma habrían tenido que obtener de los contribuyentes estadounidenses.

Dada esta evolución, es un tanto injusto reprocharle a China su política de tipo de cambio – una política que permitió a los Estados Unidos vivir por encima de sus medios durante tanto tiempo. En lugar de dañar a este país, como se afirma constantemente, la subvaluación del renminbi fue lo que permitió a los estadounidenses soñar con viviendas para todos. Las importaciones de productos chinos baratos liberaron capital y mano de obra en los Estados Unidos que produjeron una expansión espectacular de la vivienda – y que dieron lugar a un marcado aumento del nivel de vida en los Estados Unidos.

Es comprensible que ahora los chinos se muestren reacios a invertir más dinero en los Estados Unidos. Intentaron entrar al mercado de la energía de ese país con la compra de Unocal, pero los políticos los bloquearon. El Congreso también impidió otras inversiones directas con el pretexto de la seguridad nacional.

Basta recordar los concursos por Emcore o Firstgold. Los Estados Unidos querían los fondos chinos, pero no estaban dispuestos a ofrecer más que títulos estructurados de solvencia cuestionable y valores del gobierno que ahora están claramente expuestos al riesgo de inflación y devaluación.

Sería muy benéfico para la paz mundial que los Estados Unidos dejaran de hacer acusaciones morales mezquinas contra China. La verdad es mucho más sutil que los intereses políticos obvios.

Hans-Werner Sinn, profesor de Economía y Finanzas Públicas de la Universidad de Munich, es presidente del Insituto Ifo.
 
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