Brasil: el difícil reto de superar a Lula

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La economía de Brasil se desarrolla ajena a la crisis mundial. Su Producto Interior Bruto (PIB) aumentó más de un 8 por 100 entre enero y septiembre comparado con el mismo periodo del año anterior, superando todas las expectativas. En valores corrientes, la economía ha crecido sólo durante el tercer trimestre 940.000 millones de reales (unos 420.000 millones de euros).

El país no ha tardado en olvidar la ligera contracción (-0,6 por 100) con la que cerró el pasado ejercicio y, trimestre a trimestre, ha ido batiendo récords. El Banco Central se reafirma en su previsión de que cerrará este año con una expansión igualmente histórica, por encima del 7 por 100, la más alta de los últimos 24 años. Además, según el Ministerio de Hacienda carioca, el actual ritmo de crecimiento, con la inflación y el gasto público bajo control, permite esperar un ciclo de expansión sostenible por encima del 5 por 100 hasta 2014.

La solidez de la economía descansa, en gran medida, en los ciudadanos. El consumo de las familias continúa su trayectoria ascedente. Los brasileños confían en sus posibilidades. Crecen los sueldos, aumentan los créditos personales, pero, sobre todo, hay trabajo. Brasil tiene su tasa de desempleo en mínimos, en torno al 6 por 100. Es el porcentaje más bajo de los últimos ocho años. Además, entre enero y octubre, se generaron 2,4 millones de nuevos empleos, la cifra más elevada en toda la historia del país. Todos los sectores se están viendo favorecidos, aunque hay tres que destacan por encima del resto: electrónica, electrodomésticos y artículos de lujo, que se están convirtiendo en el símbolo del nuevo estatus social al que muchos están accediendo.

El riesgo viene por el lado de la inflación. El Indice Nacional de Precios al Consumidor Amplio (Ipca) de Brasil registró en noviembre su mayor alza en cinco años: se situó en el 5,63 por 100, un punto por encima del objetivo ideal del Gobierno. Por eso, no es descartable que, al igual que han hecho otros países emergentes con crecimientos importantes, como China o India, una de las principales decisiones de Dilma Rousseff, que tomará posesión de su cargo como presidenta el próximo 1 de enero, sea cómo enfriar la economía sin frenar el crecimiento.

El actual gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ya ha realizado algunas acciones en este sentido. Poco después de que el real se viera inmerso en la guerra de divisas (en un año se ha apreciado casi un 40 por 100 respecto al dólar), el ministro de Finanzas, Guido Mantenga, anunció la segunda subida en dos semanas en el impuesto cobrado a los extranjeros en las inversiones en renta fija, que pasó del 2 por 100 inicial al 6 por 100. El alza de la moneda estaba empezando a deteriorar la balanza comercial brasileña. Mantenga, que va a seguir en el gabinete con Rousseff, ha prometido una estricta disciplina fiscal en el 2011, de modo que se pueda cumplir la meta de superávit presupuestario del 3,3 por 100 del PIB.

La herencia que deja Lula será difícil de igualar. Porque, amén de los logros económicos, se ha llevado para casa la celebración del Mundial de Fútbol 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016. Las inversiones en infraestructuras serán billonarias. Los retornos para el país, también.
 

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Teixeira dos Santos se reunió ayer durante casi dos horas con su homólogo brasileño, el ministro de Economía Guido Mantega, en Brasilia, en el marco de las relaciones estratégicas que mantienen ambos países, según informaron medios oficiales lusos.

El dirigente portugués confirmó que entidades brasileñas podrían participar y adquirir títulos en las próximas emisiones de deuda pública, ya sean "entidades gubernamentales, inversores, empresarios o cualquiera que esté interesado".

Teixeira dos Santos resaltó que el objetivo de Portugal es diversificar sus mercados fuera de Europa e informar a todos aquellos que puedan estar interesados en los títulos de deuda lusa.

"Brasil es, para nosotros, una economía estratégica, y naturalmente representa un mercado que debemos explorar", incidió el ministro portugués, quien aseguró que durante su encuentro con su homólogo brasileño no se habló de cifras.

El todavía presidente de Brasil, Lula da Silva, mantuvo una reunión el pasado fin de semana, durante la Cumbre Iberoamericana celebrada en Mar de Plata (Argentina), con el presidente de la República lusa, Aníbal Cavaco Silva, y con el primer ministro, Jose Sócrates, para hablar precisamente de la ayuda de su país a Portugal.
 
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