La globalización se volvió incómoda para las economías avanzadas de Occidente
PRESIÓN PARA ACTIVAR BARRERAS FINANCIERAS Y COMERCIALES
04-01-11 00:00
El fenómeno prosperó y nació durante un período en que las grandes potencias del mundo crecían con fuerza. Pero la crisis financiera causó un reflujo regulatorio
GIDEON RACHMAN – Financial Times
Durante los últimos dos años, el mundo experimentó su peor crisis económica desde la década de los treinta. Sin embargo, pese a los temores de muchos expertos, no se produjo un gran brote de proteccionismo. La globalización, la megatendencia económica y política de las últimas tres décadas, todavía se mantiene firme.
No obstante, cuando hace poco Barack Obama visitó India, el presidente de Estados Unidos advirtió a sus anfitriones que el debate sobre la globalización se había reabierto en Occidente.
Las razones son evidentes. Tras salir de la Gran Recesión, el mundo occidental quedó en peores condiciones que las potencias emergentes. En EE.UU., el desempleo todavía ronda el 10%. La Unión Europea enfrenta una crisis de deuda soberana y disturbios sociales. Las potencias occidentales sienten que pierden solidez económica y política, en relación al mundo emergente. Los norteamericanos y los europeos están cada vez más incómodos con el nuevo orden mundial que surgió tras el fin de la guerra fría. Como consecuencia, se está formando una reacción contra la globalización, y es probable que la tendencia gane fuerza.
Globalización implica la eliminación de las barreras nacionales al libre flujo de mercaderías, capitales y personas. Ese proceso se aceleró en los últimos 30 años, porque creció el comercio internacional, la inversión trasnacional y la migración. Pero ahora en las economías avanzadas está creciendo la presión para volver a imponer barreras en esas tres áreas.
La reacción contra la inmigración es particularmente visible en Europa. En Gran Bretaña, el nuevo gobierno de coalición prometió reducir la cantidad anual de inmigrantes de cientos de miles a decenas de miles. Los bancos internacionales y las compañías multinacionales ya están quejándose de que sus filiales se están perjudicando. En el último año, los partidos que se oponen a la inmigración han logrando importantes avances en Holanda y Suecia. En EE.UU., el movimiento populista Tea Party elevó la presión para que se tomen medidas enérgicas contra la inmigración ilegal proveniente de México.
La nueva regulación de los movimientos de capital también está ganando posiciones en la agenda internacional, en medio de los comentarios sobre la guerra global de divisas. Estados Unidos se queja de que China está subvaluando deliberadamente su moneda para mantener su enorme superávit comercial, lo que contribuye al desempleo norteamericano. Y China asegura que EE.UU. está imprimiendo dinero para bajar el dólar.
Las dudas sobre el futuro del euro avivaron el fantasma de que algún día vuelvan los controles de capital en Europa, como parte de un esfuerzo por disolver la moneda única. Y algunos mercados emergentes, especialmente Brasil, impusieron controles al ingreso de dinero caliente el año pasado, para evitar que sus divisas suban a niveles poco competitivos. Dado que es poco probable que en 2011 se selle un nuevo acuerdo mundial de monedas, esta tendencia sin duda tomará ritmo. El acontecimiento más significativo, por supuesto, es la amenaza del proteccionismo comercial. Quienes están a favor del libre comercio tendrán algo para festejar en 2011 con el acuerdo comercial entre EE,UU. y Corea del Sur. Pero la relación comercial más importante en el mundo es la que mantiene Norteamérica con China, y allí los augurios son menos prometedores.
PRESIÓN PARA ACTIVAR BARRERAS FINANCIERAS Y COMERCIALES
04-01-11 00:00
El fenómeno prosperó y nació durante un período en que las grandes potencias del mundo crecían con fuerza. Pero la crisis financiera causó un reflujo regulatorio
GIDEON RACHMAN – Financial Times
Durante los últimos dos años, el mundo experimentó su peor crisis económica desde la década de los treinta. Sin embargo, pese a los temores de muchos expertos, no se produjo un gran brote de proteccionismo. La globalización, la megatendencia económica y política de las últimas tres décadas, todavía se mantiene firme.
No obstante, cuando hace poco Barack Obama visitó India, el presidente de Estados Unidos advirtió a sus anfitriones que el debate sobre la globalización se había reabierto en Occidente.
Las razones son evidentes. Tras salir de la Gran Recesión, el mundo occidental quedó en peores condiciones que las potencias emergentes. En EE.UU., el desempleo todavía ronda el 10%. La Unión Europea enfrenta una crisis de deuda soberana y disturbios sociales. Las potencias occidentales sienten que pierden solidez económica y política, en relación al mundo emergente. Los norteamericanos y los europeos están cada vez más incómodos con el nuevo orden mundial que surgió tras el fin de la guerra fría. Como consecuencia, se está formando una reacción contra la globalización, y es probable que la tendencia gane fuerza.
Globalización implica la eliminación de las barreras nacionales al libre flujo de mercaderías, capitales y personas. Ese proceso se aceleró en los últimos 30 años, porque creció el comercio internacional, la inversión trasnacional y la migración. Pero ahora en las economías avanzadas está creciendo la presión para volver a imponer barreras en esas tres áreas.
La reacción contra la inmigración es particularmente visible en Europa. En Gran Bretaña, el nuevo gobierno de coalición prometió reducir la cantidad anual de inmigrantes de cientos de miles a decenas de miles. Los bancos internacionales y las compañías multinacionales ya están quejándose de que sus filiales se están perjudicando. En el último año, los partidos que se oponen a la inmigración han logrando importantes avances en Holanda y Suecia. En EE.UU., el movimiento populista Tea Party elevó la presión para que se tomen medidas enérgicas contra la inmigración ilegal proveniente de México.
La nueva regulación de los movimientos de capital también está ganando posiciones en la agenda internacional, en medio de los comentarios sobre la guerra global de divisas. Estados Unidos se queja de que China está subvaluando deliberadamente su moneda para mantener su enorme superávit comercial, lo que contribuye al desempleo norteamericano. Y China asegura que EE.UU. está imprimiendo dinero para bajar el dólar.
Las dudas sobre el futuro del euro avivaron el fantasma de que algún día vuelvan los controles de capital en Europa, como parte de un esfuerzo por disolver la moneda única. Y algunos mercados emergentes, especialmente Brasil, impusieron controles al ingreso de dinero caliente el año pasado, para evitar que sus divisas suban a niveles poco competitivos. Dado que es poco probable que en 2011 se selle un nuevo acuerdo mundial de monedas, esta tendencia sin duda tomará ritmo. El acontecimiento más significativo, por supuesto, es la amenaza del proteccionismo comercial. Quienes están a favor del libre comercio tendrán algo para festejar en 2011 con el acuerdo comercial entre EE,UU. y Corea del Sur. Pero la relación comercial más importante en el mundo es la que mantiene Norteamérica con China, y allí los augurios son menos prometedores.