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José Sánchez Mendoza.– El desplome del precio de la vivienda parece no tener fin. En los últimos tiempos, el valor de los inmuebles ha descendido a niveles inverosímiles, y por añadidura el Euribor, índice de referencia de la gran mayoría de las hipotecas, ha experimentado un radical adelgazamiento. Todo esto, en un país obsesionado con la propiedad como España, podría ser el escenario de una coyuntura favorable para los jóvenes que quieran adquirir su primer piso o para aquellos ciudadanos que deseen cambiar de domicilio. Sin embargo, la realidad es muy otra: la crisis económica ha golpeado duro a la sociedad y son muy pocos los que pueden embarcarse en la aventura de la adquisición de una vivienda. Antes, las casas costaban mucho y el español medio tenía pocas posibilidades de comprar; ahora cuestan menos y el español medio tiene ínfimas o ninguna posibilidad de comprar.
No han sido pocas las voces que se han alzado para sostener que la solución pasa por la toma de medidas que europeícen la mentalidad del conjunto y enfríen la fiebre por la propiedad que asola nuestro país. En otras palabras, que se impulse el alquiler.
27.211,66 euros anuales o, lo que es lo mismo, 2.267,64 euros al mes, es lo que debería cobrar una persona joven en nuestro país para poder comprar una vivienda -y no dedicar más del 30% de sus ingresos al pago de la hipoteca-. Es decir, un 74,62% más de medida de lo que cobra, según los datos del último boletín del Observatorio Joven de Vivienda del Consejo de la Juventud de España, correspondientes al segundo trimestre de 2010. Este organismo lo tiene claro: apuestan por un parque público de vivienda en alquiler cuyo coste no supere el 10% de los ingresos anuales por persona y, por ende, el fomento de la cultura del alquiler frente a la de la compra.
Éstas son, a grandes rasgos, sus dos principales reivindicaciones. Y no están solos en la lucha. Cada vez son más los que se suman a esta corriente, y es que la crisis económica ha desnudado todas las contradicciones, agujeros y desniveles del mercado hipotecario español.
Hace dos años, miles de ciudadanos se vieron atrapados en una situación que rayaba lo kafkiano: la brutal subida del Euribor les obligaba a pagar cuotas hipotecarias altísimas por pisos de nivel medio-bajo, con lo que la morosidad aumentó a niveles nunca vistos. La espiral de desenfreno en la concesión de préstamos por parte de los bancos favoreció que muchos aspirantes a vivienda considerasen que hipotecarse era claramente la mejor opción. Tomaron esa decisión porque, en el momento de vincularse al préstamo, las cuotas que les pusieron sobre la mesa eran más baratas que las mensualidades de un alquiler. Después el Euribor comenzó su escalada imparable, con las consecuencias que todos conocemos.
Con estos antecedentes, es lógico que echarse la hipoteca a los hombros se mire actualmente con lupa, y ahí está el abono que puede hacer florecer el mercado de arrendamientos. Según datos del INE, el total de hogares en régimen de alquiler a precios de mercado aumentó ligeramente en 2009 con respecto a 2008: pasó del 8,4% del total al 8,5%. Los que están en la franja de edad entre los 18 y 29 años son los que mayor aceptación porcentual dan a este régimen: en 2009, un 28,9% de los hogares cuya persona de referencia estaba en esa edad se encontraba en régimen de alquiler, frente al 27% de 2008. Es decir, que los jóvenes cada vez recurren más al alquiler, ante la imposibilidad de acceder a una vivienda en propiedad.
Desde que la crisis atacó el sector inmobiliario en el verano de 2007, los alquileres ya han bajado de precio un 15,3%, mientras que los precios de compraventa lo han hecho cerca de un 19%. Si hace tres años y medio alquilar un piso de 70 metros cuadrados suponía una renta mensual de 586 euros, al cierre de 2010 esta misma vivienda se podía alquilar por 496 euros al mes.
Durante 2010, la capital de provincia más cara para alquilar una casa ha sido Barcelona, con un precio medio de 921 euros mensuales para una vivienda de 70 metros cuadrados (13,17 euros el metro cuadrado), seguida de cerca por San Sebastián, con 11,79 euros el metro.
En el extremo contrario se sitúa Zamora, donde alquilar una casa supone un pago mensual de 193 euros al mes (2,77 euros el metro), mientras que en Girona, la segunda capital más barata de España, el precio de alquiler para un inmueble de 70 metros cuadrados es de 352 euros (5,04 euros el metro).
En el otro extremo se encuentra actualmente el mercado hipotecario: el número de hipotecas cayó en octubre un 24,3% en relación con el mismo mes de 2009. Además, quienes decidieron hacerlo pidieron menos dinero a su banco: el importe medio de las hipotecas sobre viviendas bajó a 111.368 euros, un 2,7% menos.
Los entes públicos del Estado responden a estos datos de manera divergente. Por un lado, la Comunidad de Madrid toma medidas que sin duda favorecen la compra: es la única que mantiene la deducción por vivienda para aquellos que ganen más de 24.000 euros. Los ciudadanos de la región pueden deducirse hasta el 4,95% de los gastos destinados a la compra de la vivienda hasta un máximo de 9.015 euros. Una cifra que subirá hasta el 5,95% si el piso adquirido es de nueva construcción, un máximo de 536 euros anuales.
El Ministerio de Fomento, por su parte, mantiene su política de ayudas al alquiler. Un total de 266.951 jóvenes cobran la ayuda al alquiler de 210 euros que concede el Ministerio de Vivienda a cierre del pasado mes de diciembre, después de que 99.479 hogares empezarán a recibir dicha ayuda en 2010, un 59,4% más respecto al ejercicio anterior, según datos del propio Ministerio.
Con medidas como ésta, se intenta un cambio en la cultura de vivienda española, la cual, como decíamos antes, se caracteriza por un patrimonialismo feroz: para el español, la compra es inversión y el alquiler, gasto. En los próximos años veremos si el alquiler continúa su escalada o se mantiene la mentalidad de compra a ultranza. Una mentalidad que llevó al boom inmobiliario que se tradujo en años de bonanza pero que también experimentó una caída dramática y fue el germen del gran contrasentido de la vivienda española: estamos a la cola del mundo occidental en alquiler, pero a la cabeza en viviendas vacías. Mientras, cientos de miles de jóvenes de más de 25 años esperan su oportunidad para independizarse, de una manera o de otra.
No han sido pocas las voces que se han alzado para sostener que la solución pasa por la toma de medidas que europeícen la mentalidad del conjunto y enfríen la fiebre por la propiedad que asola nuestro país. En otras palabras, que se impulse el alquiler.
27.211,66 euros anuales o, lo que es lo mismo, 2.267,64 euros al mes, es lo que debería cobrar una persona joven en nuestro país para poder comprar una vivienda -y no dedicar más del 30% de sus ingresos al pago de la hipoteca-. Es decir, un 74,62% más de medida de lo que cobra, según los datos del último boletín del Observatorio Joven de Vivienda del Consejo de la Juventud de España, correspondientes al segundo trimestre de 2010. Este organismo lo tiene claro: apuestan por un parque público de vivienda en alquiler cuyo coste no supere el 10% de los ingresos anuales por persona y, por ende, el fomento de la cultura del alquiler frente a la de la compra.
Éstas son, a grandes rasgos, sus dos principales reivindicaciones. Y no están solos en la lucha. Cada vez son más los que se suman a esta corriente, y es que la crisis económica ha desnudado todas las contradicciones, agujeros y desniveles del mercado hipotecario español.
Hace dos años, miles de ciudadanos se vieron atrapados en una situación que rayaba lo kafkiano: la brutal subida del Euribor les obligaba a pagar cuotas hipotecarias altísimas por pisos de nivel medio-bajo, con lo que la morosidad aumentó a niveles nunca vistos. La espiral de desenfreno en la concesión de préstamos por parte de los bancos favoreció que muchos aspirantes a vivienda considerasen que hipotecarse era claramente la mejor opción. Tomaron esa decisión porque, en el momento de vincularse al préstamo, las cuotas que les pusieron sobre la mesa eran más baratas que las mensualidades de un alquiler. Después el Euribor comenzó su escalada imparable, con las consecuencias que todos conocemos.
Con estos antecedentes, es lógico que echarse la hipoteca a los hombros se mire actualmente con lupa, y ahí está el abono que puede hacer florecer el mercado de arrendamientos. Según datos del INE, el total de hogares en régimen de alquiler a precios de mercado aumentó ligeramente en 2009 con respecto a 2008: pasó del 8,4% del total al 8,5%. Los que están en la franja de edad entre los 18 y 29 años son los que mayor aceptación porcentual dan a este régimen: en 2009, un 28,9% de los hogares cuya persona de referencia estaba en esa edad se encontraba en régimen de alquiler, frente al 27% de 2008. Es decir, que los jóvenes cada vez recurren más al alquiler, ante la imposibilidad de acceder a una vivienda en propiedad.
Desde que la crisis atacó el sector inmobiliario en el verano de 2007, los alquileres ya han bajado de precio un 15,3%, mientras que los precios de compraventa lo han hecho cerca de un 19%. Si hace tres años y medio alquilar un piso de 70 metros cuadrados suponía una renta mensual de 586 euros, al cierre de 2010 esta misma vivienda se podía alquilar por 496 euros al mes.
Durante 2010, la capital de provincia más cara para alquilar una casa ha sido Barcelona, con un precio medio de 921 euros mensuales para una vivienda de 70 metros cuadrados (13,17 euros el metro cuadrado), seguida de cerca por San Sebastián, con 11,79 euros el metro.
En el extremo contrario se sitúa Zamora, donde alquilar una casa supone un pago mensual de 193 euros al mes (2,77 euros el metro), mientras que en Girona, la segunda capital más barata de España, el precio de alquiler para un inmueble de 70 metros cuadrados es de 352 euros (5,04 euros el metro).
En el otro extremo se encuentra actualmente el mercado hipotecario: el número de hipotecas cayó en octubre un 24,3% en relación con el mismo mes de 2009. Además, quienes decidieron hacerlo pidieron menos dinero a su banco: el importe medio de las hipotecas sobre viviendas bajó a 111.368 euros, un 2,7% menos.
Los entes públicos del Estado responden a estos datos de manera divergente. Por un lado, la Comunidad de Madrid toma medidas que sin duda favorecen la compra: es la única que mantiene la deducción por vivienda para aquellos que ganen más de 24.000 euros. Los ciudadanos de la región pueden deducirse hasta el 4,95% de los gastos destinados a la compra de la vivienda hasta un máximo de 9.015 euros. Una cifra que subirá hasta el 5,95% si el piso adquirido es de nueva construcción, un máximo de 536 euros anuales.
El Ministerio de Fomento, por su parte, mantiene su política de ayudas al alquiler. Un total de 266.951 jóvenes cobran la ayuda al alquiler de 210 euros que concede el Ministerio de Vivienda a cierre del pasado mes de diciembre, después de que 99.479 hogares empezarán a recibir dicha ayuda en 2010, un 59,4% más respecto al ejercicio anterior, según datos del propio Ministerio.
Con medidas como ésta, se intenta un cambio en la cultura de vivienda española, la cual, como decíamos antes, se caracteriza por un patrimonialismo feroz: para el español, la compra es inversión y el alquiler, gasto. En los próximos años veremos si el alquiler continúa su escalada o se mantiene la mentalidad de compra a ultranza. Una mentalidad que llevó al boom inmobiliario que se tradujo en años de bonanza pero que también experimentó una caída dramática y fue el germen del gran contrasentido de la vivienda española: estamos a la cola del mundo occidental en alquiler, pero a la cabeza en viviendas vacías. Mientras, cientos de miles de jóvenes de más de 25 años esperan su oportunidad para independizarse, de una manera o de otra.