Siete lecciones bancarias a extraer de la crisis
@S. McCoy - 08/07/2009
Se trata de un documento, en mi modesta opinión, apasionante. Debería de hecho convertirse en libro de cabecera para muchos banqueros dada su sencillez expositiva, su contundencia argumental y su capacidad para proponer soluciones. Un análisis del Director de Estabilidad Financiera del Banco de Inglaterra que, como casi no podía ser de otra manera, se alinea con las tesis de los que defienden una mayor regulación, supervisión y control de la actividad financiera y una vuelta de la banca al papel de intermediario que tradicionalmente tenía asignada.
Pese a esa ausencia aparente de novedad, el estudio encierra numerosas cargas de profundidad sobre las bondades y los excesos del mundo bancario sin ahorrar, cuando lo considera conveniente, críticas explícitas a alguna de las medidas que se adoptado en fechas recientes, como el famoso test de fuerza al que fueron sometidas las principales entidades estadounidenses. Diecisiete páginas llenas de explicaciones gráficas que son una delicia que no puedo por menos que compartir con todos ustedes. Les dejo con ellas.
1. Las finanzas no son la gallina de los huevos de oro.
Si un inversor en 1900 hubiera apostado 100 libras a una mayor revalorización de las acciones bancarias frente al índice general, apenas hubiera obtenido un 2% de rentabilidad anual hasta 1985 para acumular un total de poco más de 500 libras. Sin embargo, en los 20 años siguientes el retorno adicional por haber estado invertido en banca frente a otras alternativas se habría disparado al 16% cada ejercicio para totalizar una suma final a cierre de 2006 de 10.000 libras. Han bastado dos años de colapso bancario para situar de nuevo el promedio de 110 años algo por debajo del 3%, esto es: 2.200 libras (Gráfico 1). LECCION. Necesidad de crear un supervisor sistémico que detecte las burbujas y actúe en su prevención e inmediata corrección.
2. Cuidado con el apalancamiento.
El Retorno sobre los Recursos Propios o ROE de una entidad financiera es función, como consecuencia de la propia naturaleza de su actividad, principalmente del apalancamiento (el gráfico 2 es especialmente revelador) y no del Retorno sobre sus Activos o ROA. Cuando el ROE se convierte en baremo de medida frente a la competencia, la tentación de abusar mecánicamente del primero (g) sobre el costoso segundo (ROA) es demasiado golosa como para poderse resistir lo cual, ejercido de forma colectiva por el conjunto del sistema, tiene como efecto que la deuda global se dispare, con las consecuencias de todos conocidas (Gráficos 2 y 3). LECCIONES. Una, recuperar como elemento de juicio sobre la capacidad de un equipo directivo el ROA frente al ROE; así se distinguirá la buena suerte de la buena gestión y se ajustará la rentabilidad obtenida al riesgo asumido. Dos, limitar el apalancamiento a través del establecimiento de medidas contra cíclicas que, llegados a este punto, deberían bautizarse como contra culturales.
3. El tamaño sí que importa.
Es un hecho que los bancos de mayor tamaño por su nivel de activos eran los que contaban con unas bases de capital más insuficientes. Una realidad derivada tanto de la arbitrariedad en el cómputo de los recursos que atribuía Basilea II a las entidades que tuvieran capacidad de cuantificación de los mismos, como de la conciencia por parte de sus directivos de la seguridad de un rescate en caso de que las cosas vinieran mal dadas, el famoso too big to fail. LECCION. El aumento de la concentración de las entidades financieras durante la crisis hace más necesaria que nunca el establecimiento de una coordinación internacional que permita analizar las interconexiones entre las principales firmas financieras mundiales, con base en lo que aporte cada supervisor nacional.
4. Los bancos no pueden pasar un stress test.
Y es que no dejan de ser un juicio subjetivo que varía en función de los inputs que se introduzcan en el modelo probabilístico, hecho éste que determina que las posibles medidas para su prevención, como el establecimiento de unos niveles de solvencia recomendados, estén igualmente viciadas por el hecho de contemplar sólo una opción entre las múltiples posibles. Los gráficos 6 y 7 reflejan de modo ilustrativo lo que el autor quiere decir. LECCION. Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer y, en relación con el capital de la banca, es necesario recuperar el Modelo de Modigliani-Miller que afirma que el coste de capital de la banca es independiente del porcentaje de recursos propios o ajenos en su balance, toda vez que la percepción del riesgo por parte de los inversores y acreedores varía en función de la fluctuación de ambos, manteniendo intacto su nivel en el tiempo. (NOTA. El modelo presupone una eficiencia en la percepción y asignación del riesgo por parte de los agentes económicos que se ha probado más virtual que real. De hecho, esa mala atribución está en la raíz de gran parte de los excesos cometidos y consentidos en el pasado).
5. Las cañerías del sistema han funcionado.
Es una evidencia que la compensación y liquidación de pagos no ha planteado problemas. De este modo se ha limitado el riesgo de contrapartida, que se ha podido negociar y reasignar, y se ha evitado el completo colapso de las transacciones alrededor del planeta. Esta robustez es el resultado de más de veinte años de esfuerzos para minimizar el riesgo sistémico que de tal ineficiencia podría derivarse.
6. Pero no en su totalidad.
No toda la infraestructura del sistema ha resistido con el mismo nivel de solvencia los embates de la crisis. En la mayoría de los casos la debilidad ha ido ligada a la proliferación de mercados no listados u OTCs, que se rigen por convenciones privadas y no públicas, y se han visto terriblemente afectados por ese riesgo de contrapartida que en la actividad supervisada queda minimizado. LECCION. Necesidad de someter los productos OTC a un mecanismo de compensación y liquidación similar al de los mercados oficiales con objeto de favorecer su estandarización y simplificación, contener el riesgo sistémico y mantener un control de las transacciones y flujos a nivel internacional a través de la centralización de operaciones.
7. Los beneficios bancarios fueron el problema; ahora son la solución.
Aunque resulte una aseveración impopular, es necesario que los bancos mejores su rentabilidad de forma duradera en el tiempo por el bien del sistema financiero y de la actividad real. Eso sí, de forma ajustada al nuevo entorno. No sólo es condición necesaria para que las entidades vean incentivada su labor de financiación al sistema, sino que resulta imprescindible para que puedan devolver, en aquellos países en que así ha ocurrido, las aportaciones realizadas por el Estado.(NOTA. Aunque la afirmación es innegable en su fondo, el problema es lo mal que es está articulando en la forma en algunos países como la propia España donde la falta de tratamiento conjunto del problema generará recelos de arbitrariedad. al tiempo).
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