En USA ya se debate la reforma bancaria y tiemblan JP Morgan Chase, Goldman Sachs y Bank of America
Ante la propuesta de Obama para regular los derivados, Wall Street se prepara para defenderlos; el mercado de derivados no regulados mueve US$ 592.000 millones, y en los primeros 6 meses de 2009, 5 bancos (JPMorgan, Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley y Citigroup) ganaron US$ 35.000 millones negociando derivados.
NEW YORK (Bloomberg News) — Wall Street se prepara para librar una batalla en defensa de uno de sus feudos más provechosos: el mercado de derivados NO REGULADO, que mueve alrededor de US$ 592.000 millones y, encara la mayor reforma desde su creación hace 30 años.
Hacia finales del 1er. trimestre, los 5 operadores de derivados más grandes de USA (JPMorgan, Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley y Citigroup) tenían 95% del valor de los derivados por US$ 291.000 millones de las 25 sociedades bancarias más grandes del país, según un informe de la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC, por sus siglas en inglés). Más de 90% de esos derivados fueron negociados en mercados no regulados, según la OCC.
En los primeros 6 meses de 2009, esos 5 bancos ganaron US$ 35.000 millones negociando derivados, como permutas de tipos de interés y riesgo crediticio (CDS), e instrumentos líquidos, como bonos del Tesoro y de empresa, según informes preparados por el Banco de la Reserva Federal (Fed). El plan de Obama requeriría que los derivados más comunes, o estandarizados, fueran procesados mediante cámaras de compensación, cuyos miembros cubrirían las transacciones en caso de impago.
“Los modelos de negocios de los grandes intermediarios tienen tan pocas oportunidades de obtener beneficios que tienen que defender la última gran frontera de las rentabilidades de 2 y hasta 3 dígitos”, dice Christopher Whalen, director general de Institutional Risk Analytics, con sede en Torrance, California, que analiza bancos para inversionistas.
La batalla en Washington DC, que se da a puerta cerrada, se ha visto opacada por el debate sobre la reforma sanitaria que empuja el presidente Barack Obama. Esto le conviene a los bancos de inversión, que durante años ejercieron calladamente su poder financiero y de cabildeo sobre el Congreso para combatir las iniciativas enfocadas a regular los derivados.
Esta vez podría ser distinto. La razón: la generalizada ira pública y del Congreso por el papel que instrumentos derivados, como las permutas de riesgo crediticio (CDS, por sus siglas en inglés), desempeñaron en la peor crisis financiera desde la Gran Depresión en los años '30.
“El público no está muy a su favor”, dijo Richard Lindsey, ex director de Regulación de Mercados en la Comisión de Bolsa y Valores de USA (SEC) que trabajó en el banco de inversiones Bear Stearns de 1999 a 2006. “En algunos lugares, nadie querrá escucharlos”, dice al referirse a las firmas de Wall Street que negocian estos instrumentos.
Tiemblan los bancos
Parece un mal augurio para el sector el hecho de que en agosto pasado, cuando el gobierno del presidente Barack Obama anunció su plan para regular los mercados de derivados no haya revelado los detalles y el calendario específico.
Robert Pickel, director de la Asociación Internacional de Swaps y Derivados, y Scott DeFife, cabildero jefe de la Asociación del Sector de Valores y Mercados Financieros, estaban reunidos con el subsecretario del Tesoro, Neal Wolin, el 11 de agosto cuando éste mencionó que las propuestas serían enviadas al Congreso dentro de 60 minutos, según una persona con conocimiento de la reunión. El aviso a última hora no era algo a lo que ellos estaban acostumbrados.
“El gobierno desea mantener el control y la iniciativa en esto”, dijo Craig Pirrong, profesor de Finanzas de la Universidad de Houston que ha testificado ante el Congreso sobre la negociación de los derivados. “Querían asegurarse de plantear su visión sin influencia alguna del sector”.
La propuesta de Obama presentada ese día constituye un esfuerzo por instaurar la supervisión y el control del mercado de derivados no regulado. El mercado consiste en contratos negociados de manera privada que permiten a las compañías o a los inversionistas protegerse de los cambios en el valor de los bonos, las tasas de interés, las monedas, las materias primas o las acciones, o hacer apuestas sobre dichos instrumentos financieros. El mercado no está regulado y los precios no se publican.
Ante la propuesta de Obama para regular los derivados, Wall Street se prepara para defenderlos; el mercado de derivados no regulados mueve US$ 592.000 millones, y en los primeros 6 meses de 2009, 5 bancos (JPMorgan, Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley y Citigroup) ganaron US$ 35.000 millones negociando derivados.
NEW YORK (Bloomberg News) — Wall Street se prepara para librar una batalla en defensa de uno de sus feudos más provechosos: el mercado de derivados NO REGULADO, que mueve alrededor de US$ 592.000 millones y, encara la mayor reforma desde su creación hace 30 años.
Hacia finales del 1er. trimestre, los 5 operadores de derivados más grandes de USA (JPMorgan, Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley y Citigroup) tenían 95% del valor de los derivados por US$ 291.000 millones de las 25 sociedades bancarias más grandes del país, según un informe de la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC, por sus siglas en inglés). Más de 90% de esos derivados fueron negociados en mercados no regulados, según la OCC.
En los primeros 6 meses de 2009, esos 5 bancos ganaron US$ 35.000 millones negociando derivados, como permutas de tipos de interés y riesgo crediticio (CDS), e instrumentos líquidos, como bonos del Tesoro y de empresa, según informes preparados por el Banco de la Reserva Federal (Fed). El plan de Obama requeriría que los derivados más comunes, o estandarizados, fueran procesados mediante cámaras de compensación, cuyos miembros cubrirían las transacciones en caso de impago.
“Los modelos de negocios de los grandes intermediarios tienen tan pocas oportunidades de obtener beneficios que tienen que defender la última gran frontera de las rentabilidades de 2 y hasta 3 dígitos”, dice Christopher Whalen, director general de Institutional Risk Analytics, con sede en Torrance, California, que analiza bancos para inversionistas.
La batalla en Washington DC, que se da a puerta cerrada, se ha visto opacada por el debate sobre la reforma sanitaria que empuja el presidente Barack Obama. Esto le conviene a los bancos de inversión, que durante años ejercieron calladamente su poder financiero y de cabildeo sobre el Congreso para combatir las iniciativas enfocadas a regular los derivados.
Esta vez podría ser distinto. La razón: la generalizada ira pública y del Congreso por el papel que instrumentos derivados, como las permutas de riesgo crediticio (CDS, por sus siglas en inglés), desempeñaron en la peor crisis financiera desde la Gran Depresión en los años '30.
“El público no está muy a su favor”, dijo Richard Lindsey, ex director de Regulación de Mercados en la Comisión de Bolsa y Valores de USA (SEC) que trabajó en el banco de inversiones Bear Stearns de 1999 a 2006. “En algunos lugares, nadie querrá escucharlos”, dice al referirse a las firmas de Wall Street que negocian estos instrumentos.
Tiemblan los bancos
Parece un mal augurio para el sector el hecho de que en agosto pasado, cuando el gobierno del presidente Barack Obama anunció su plan para regular los mercados de derivados no haya revelado los detalles y el calendario específico.
Robert Pickel, director de la Asociación Internacional de Swaps y Derivados, y Scott DeFife, cabildero jefe de la Asociación del Sector de Valores y Mercados Financieros, estaban reunidos con el subsecretario del Tesoro, Neal Wolin, el 11 de agosto cuando éste mencionó que las propuestas serían enviadas al Congreso dentro de 60 minutos, según una persona con conocimiento de la reunión. El aviso a última hora no era algo a lo que ellos estaban acostumbrados.
“El gobierno desea mantener el control y la iniciativa en esto”, dijo Craig Pirrong, profesor de Finanzas de la Universidad de Houston que ha testificado ante el Congreso sobre la negociación de los derivados. “Querían asegurarse de plantear su visión sin influencia alguna del sector”.
La propuesta de Obama presentada ese día constituye un esfuerzo por instaurar la supervisión y el control del mercado de derivados no regulado. El mercado consiste en contratos negociados de manera privada que permiten a las compañías o a los inversionistas protegerse de los cambios en el valor de los bonos, las tasas de interés, las monedas, las materias primas o las acciones, o hacer apuestas sobre dichos instrumentos financieros. El mercado no está regulado y los precios no se publican.