La contracción del crédito amenaza el repunte de EE.UU.
Por Connor Dougherty, Tom Lauricella y Jason Zweig
Un año después de que la economía estadounidense se hundiera por culpa del estallido de la burbuja inmobiliaria, el crédito para los consumidores se sigue contrayendo.
El total del crédito de consumo circulante, una cifra que abarca desde los saldos de las tarjetas de crédito a los préstamos para vehículos recreativos, cayó US$12.000 millones, equivalente a una tasa anual desestacionalizada de 5,8%, según un informe divulgado el miércoles por la Reserva Federal. Se trata del séptimo declive mensual consecutivo, el lapso más prolongado desde la recesión de Estados Unidos en 1991.
La caída constituye una prueba contundente de que los bancos y las compañías de crédito en EE.UU. han pisado el freno en la concesión de préstamos, debido a su exposición al tambaleante mercado inmobiliario. Sin embargo, también refleja la renuencia de los estadounidenses a tener grandes deudas en un momento en que el mercado laboral está en estado crítico y el valor de sus viviendas se ha precipitado.
Los créditos autorrenovables, que consisten en su mayor parte de cargos de tarjetas de crédito, descendieron a una tasa anual de 13%, informó la Fed. Los créditos no renovables, como los préstamos para comprar autos, declinaron US$2.100 millones, una tasa anual de 1,6%. Eso supone apenas una fracción de la caída del mes anterior, pero se produjo en un mes en el que los incentivos del gobierno le dieron un importante empujón a las ventas de automóviles.
En general, el crédito de consumo ha descendido en unos US$119.000 millones, un 4,6% frente a su máximo de julio de 2008, cuando alcanzó los US$2,46 billones (millones de millones).
Este retroceso en el otorgamiento de préstamos y la resultante renuencia a gastar tienen importantes consecuencias para la economía mundial, ya que el consumo representa en torno al 70% del Producto Interno Bruto de EE.UU. y la economía estadounidense representa cerca de una quinta parte de la economía global.
Aunque la reducción del gigantesco endeudamiento estadounidense puede ser positiva a largo plazo, en el corto plazo podría frenar su recuperación.
La preocupación acerca del acceso al crédito motivaron en parte los enormes planes de estímulo que inundaron el sistema financiero de efectivo.
"La economía de EE.UU. está orientada hacia el consumo", afirma Jason DeSena Trennert, estratega jefe de inversión de Strategas Investment Partners. "Será difícil que crezca si el consumidor sigue [reduciendo su deuda] ... Eso significa que dependeremos del gasto fiscal para llenar el vacío".
La dificultad de acceder al crédito y el persistente deterioro del mercado laboral han activado las alarmas en Washington. Los líderes demócratas del Congreso presionaron el miércoles al presidente Barack Obama para que extendiera algunos elementos del programa de estímulo económico e incorporara recortes de impuestos que fueron rechazados en el primer debate del programa de estímulo fiscal. Muchos expertos están convencidos de que todavía falta mucho para que el proceso de reducción de deuda de los consumidores concluya.
Tras pasar años gastando más de lo que ganaban, muchos estadounidenses han visto cómo su patrimonio ha caído en casi US$11 billones, contando la pérdida de valor de sus viviendas y de sus cuentas de jubilación. Esto sugiere que en los próximos meses las familias seguirán ahorrando para pagar sus cuentas, un proceso que en la jerga de los economistas se conoce como "desapalancamiento".
Sólo el comienzo
Parte del desafío que afrontan los consumidores es que la mayor parte de su deuda está ligada a los créditos hipotecarios, la cual es más difícil de reducir que la vinculada a las tarjetas de crédito. "Nuestra opinión es que el sector de la vivienda aún tiene un largo camino que recorrer en cuanto a su desapalancamiento", señala Joshua Shapiro, economista jefe para EE.UU. de la firma de valores MFR Inc. "Este es un buen comienzo, pero es sólo eso, un comienzo".
Pagar la deuda que ha acumulado durante los últimos diez años es todo un desafío para Geoffrey Halsey, un carpintero de 39 años. Halsey y su mujer Molly, una enfermera de 33 años, compraron hace ocho años una vieja casa en Oregon por US$128.000. En 2006, los prestamistas les dijeron que la casa valía al menos US$285.000.
Los Halsey sacaron un préstamo de US$45.000 contra el valor de la casa. Utilizaron US$20.000 para pagar saldos pendientes de sus tarjetas de crédito y un préstamo para remodelar la casa. Pero en 2007, usaron más de US$6.000 para ir de vacaciones a Europa.
Ahora, este crédito les cuesta unos US$200 al mes en intereses mensuales, una parte significativa de su presupuesto. Durante un tiempo se retrasaron en los pagos de los préstamos estudiantiles de Geoffrey.
Para intentar llegar a fin de mes, dejaron de comer fuera y pasar los fines de semana en la costa de Oregon. Cuando se estropeó su lavadora, compraron una usada por US$50.
"Si conseguimos salir de esta situación, lo pensaría dos veces antes de pedir otro préstamo contra el valor de la casa", señala Geoffrey. "Si no tengo crédito, no lo podré utilizar y entonces no lo utilizaré".
Fuente: Wall Street Journal
Por Connor Dougherty, Tom Lauricella y Jason Zweig
Un año después de que la economía estadounidense se hundiera por culpa del estallido de la burbuja inmobiliaria, el crédito para los consumidores se sigue contrayendo.
El total del crédito de consumo circulante, una cifra que abarca desde los saldos de las tarjetas de crédito a los préstamos para vehículos recreativos, cayó US$12.000 millones, equivalente a una tasa anual desestacionalizada de 5,8%, según un informe divulgado el miércoles por la Reserva Federal. Se trata del séptimo declive mensual consecutivo, el lapso más prolongado desde la recesión de Estados Unidos en 1991.
La caída constituye una prueba contundente de que los bancos y las compañías de crédito en EE.UU. han pisado el freno en la concesión de préstamos, debido a su exposición al tambaleante mercado inmobiliario. Sin embargo, también refleja la renuencia de los estadounidenses a tener grandes deudas en un momento en que el mercado laboral está en estado crítico y el valor de sus viviendas se ha precipitado.
Los créditos autorrenovables, que consisten en su mayor parte de cargos de tarjetas de crédito, descendieron a una tasa anual de 13%, informó la Fed. Los créditos no renovables, como los préstamos para comprar autos, declinaron US$2.100 millones, una tasa anual de 1,6%. Eso supone apenas una fracción de la caída del mes anterior, pero se produjo en un mes en el que los incentivos del gobierno le dieron un importante empujón a las ventas de automóviles.
En general, el crédito de consumo ha descendido en unos US$119.000 millones, un 4,6% frente a su máximo de julio de 2008, cuando alcanzó los US$2,46 billones (millones de millones).
Este retroceso en el otorgamiento de préstamos y la resultante renuencia a gastar tienen importantes consecuencias para la economía mundial, ya que el consumo representa en torno al 70% del Producto Interno Bruto de EE.UU. y la economía estadounidense representa cerca de una quinta parte de la economía global.
Aunque la reducción del gigantesco endeudamiento estadounidense puede ser positiva a largo plazo, en el corto plazo podría frenar su recuperación.
La preocupación acerca del acceso al crédito motivaron en parte los enormes planes de estímulo que inundaron el sistema financiero de efectivo.
"La economía de EE.UU. está orientada hacia el consumo", afirma Jason DeSena Trennert, estratega jefe de inversión de Strategas Investment Partners. "Será difícil que crezca si el consumidor sigue [reduciendo su deuda] ... Eso significa que dependeremos del gasto fiscal para llenar el vacío".
La dificultad de acceder al crédito y el persistente deterioro del mercado laboral han activado las alarmas en Washington. Los líderes demócratas del Congreso presionaron el miércoles al presidente Barack Obama para que extendiera algunos elementos del programa de estímulo económico e incorporara recortes de impuestos que fueron rechazados en el primer debate del programa de estímulo fiscal. Muchos expertos están convencidos de que todavía falta mucho para que el proceso de reducción de deuda de los consumidores concluya.
Tras pasar años gastando más de lo que ganaban, muchos estadounidenses han visto cómo su patrimonio ha caído en casi US$11 billones, contando la pérdida de valor de sus viviendas y de sus cuentas de jubilación. Esto sugiere que en los próximos meses las familias seguirán ahorrando para pagar sus cuentas, un proceso que en la jerga de los economistas se conoce como "desapalancamiento".
Sólo el comienzo
Parte del desafío que afrontan los consumidores es que la mayor parte de su deuda está ligada a los créditos hipotecarios, la cual es más difícil de reducir que la vinculada a las tarjetas de crédito. "Nuestra opinión es que el sector de la vivienda aún tiene un largo camino que recorrer en cuanto a su desapalancamiento", señala Joshua Shapiro, economista jefe para EE.UU. de la firma de valores MFR Inc. "Este es un buen comienzo, pero es sólo eso, un comienzo".
Pagar la deuda que ha acumulado durante los últimos diez años es todo un desafío para Geoffrey Halsey, un carpintero de 39 años. Halsey y su mujer Molly, una enfermera de 33 años, compraron hace ocho años una vieja casa en Oregon por US$128.000. En 2006, los prestamistas les dijeron que la casa valía al menos US$285.000.
Los Halsey sacaron un préstamo de US$45.000 contra el valor de la casa. Utilizaron US$20.000 para pagar saldos pendientes de sus tarjetas de crédito y un préstamo para remodelar la casa. Pero en 2007, usaron más de US$6.000 para ir de vacaciones a Europa.
Ahora, este crédito les cuesta unos US$200 al mes en intereses mensuales, una parte significativa de su presupuesto. Durante un tiempo se retrasaron en los pagos de los préstamos estudiantiles de Geoffrey.
Para intentar llegar a fin de mes, dejaron de comer fuera y pasar los fines de semana en la costa de Oregon. Cuando se estropeó su lavadora, compraron una usada por US$50.
"Si conseguimos salir de esta situación, lo pensaría dos veces antes de pedir otro préstamo contra el valor de la casa", señala Geoffrey. "Si no tengo crédito, no lo podré utilizar y entonces no lo utilizaré".
Fuente: Wall Street Journal