El asombroso desarrollo chino

Johngo

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Viaje al futuro: el asombroso desarrollo chino

Marcos Aguinis

(NOTA 1 de 2)

1-(a)

PEKIN.- Por mucha que sea la información previa, el contacto directo con China genera el vértigo de incesantes sorpresas. Acaban de cumplirse 60 años del triunfo del Partido Comunista Chino, cuando Mao Tsé-tung proclamó, el 1° de octubre de 1949, en la plaza Tiananmen, desde un balcón de la Ciudad Prohibida, el nacimiento de la República Popular.

Mao expandía el marxismo hacia Oriente, mientras que la Unión Soviética lograba iguales éxitos en varios países de Europa. Los ideales apuntaban a acelerar el establecimiento de regímenes comunistas que terminaran con la pesadilla del capitalismo y su desquiciante democracia. Se imponía la dictadura del proletariado (o en nombre del proletariado) en un tercio de la humanidad.

Pero ni en las fantasías más placenteras de Mao pudo insinuarse la China actual, que semeja un producto de la ciencia ficción. Durante más de tres décadas, para concretar su catastrófico modelo estalinista, Mao hizo correr ríos de sangre, produjo hambrunas, cometió errores colosales, impuso muchas ideas pueriles y generó un gran retroceso económico y científico. Cayeron por balas, torturas y desnutrición setenta y seis millones de personas. Impuso una absurda "revolución cultural" que significaba regresar al tiempo de las cavernas.

La muerte de Mao, en 1976, posibilitó el cambio. Un anciano, enclenque y otrora perseguido líder llamado Den Xiaoping se hizo cargo del poder y convenció a la cúpula del Partido Comunista acerca de las modificaciones que debían implementarse de inmediato.

No era preciso hablar sobre las brutalidades y la ignorancia de Mao, sino avanzar de acuerdo con las evidencias de la modernidad.

El comunismo quedaría postergado para mucho más adelante a una suerte de parusía mesiánica y laica que llegaría en el final de los tiempos. Por ahora había que referirse al socialismo, pero un socialismo sostenido por una contradicción sorprendente: la omnipotencia del partido único (castrador e infalible) con una economía cada vez más liberal. Para recuperar Hong Kong y Macao, este audaz líder lanzó una consigna -a la que son adictos los fanáticos por su esquemática eficacia-que estipulaba "un país, dos sistemas". Pese a las sospechas de que no iba a ser respetada, su cumplimiento fue estricto. En consecuencia, creció la sensación de seguridad jurídica. Y empezaron a llegar inversiones de todo el mundo.

Mao Tsé-tung se hubiera arrancado los cabellos ante tal herejía. Hubiera dicho que venían a "robarse el país", como es frecuente escuchar en muchos sitios. Pero gracias a esa inversión y el respeto de los contratos, en pocas décadas la cantidad de pobres disminuyó en más de 300 millones de personas (un equivalente a toda la población de Estados Unidos). El crecimiento sigue con aceleración geométrica.

No me alcanzan los ojos para ver ni los oídos para escuchar. En la embajada argentina en China tuvieron la gentileza de proporcionarme datos que quitan el aliento.

Señalo algunos: China produce el 25% de la cerveza mundial, el 80% de las guitarras, el 50% de las computadoras, el 16% de los refrigeradores, el 80% de los violines, el 70% de los zapatos de cuero, el 70% de los acondicionadores de aire, el 80% de las bicicletas, el 14% de los automóviles, el 67% de las baterías, el 48% de los celulares, el 80% de los DVD, el 90% de los juegos electrónicos.

El embajador César Mayoral me comentó que, según esos porcentajes, ya es China la primera potencia mundial, pero no asume el rol para no tener que ocuparse de los conflictos que agitan el planeta.

El corazón del poder fue migrando a lo largo de la historia. Para los occidentales estuvo primero en Egipto y Sumeria, luego en Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, Bagdad, Constantinopla y, más adelante, en diversos países europeos hasta que pasó a los Estados Unidos. Hoy se traslada hacia Oriente, de cuya cultura y tradiciones sabemos poco. Lo cierto es que allí se aprovechan los avances de Occidente, de la misma forma que sucedió en el resto del orbe, agregándoles un plus.

Recuerdo que en los años 60 se despreciaban los artículos japoneses, considerados una pobre imitación de los alemanes. Ahora un artículo japonés tiene altísima jerarquía. Lo mismo sucederá con los productos chinos, desde los zapatos hasta los automóviles.

Producir, y producir cada vez mejor, ésa es la clave. Contra los postulados de Marx, Lenin y el Che Guevara, que consideraban la violencia partera de la historia, a la violencia la consideran una asesina de la historia. Véanse los estragos -me dijeron varios interlocutores- que producen la guerrilla y los fundamentalistas.

Un joven universitario de Xi-An exclamó en fluido español: "No queremos ser como Cuba o Corea del Norte, ni como muchos países africanos, ni siquiera como Venezuela". En la tapa de los diarios orientales luce la foto del acuerdo firmado por los primeros ministros de China, Japón y Corea del Sur. Pero como China aprendió que debe orientarse hacia la fertilidad de la paz, ese mismo primer ministro hizo un viaje a Corea del Norte para disuadirla de sus ambiciones nucleares.

La celebración del 60° aniversario de la República Popular China se produce en medio de un crecimiento económico veloz, alucinante disminución de la pobreza, aumento intensivo de la educación y de la investigación, mejoras en la salud, la calidad de vida, la seguridad en todos los niveles.

Pero no podemos dejar de hacer un balance sobre los zigzagueos de ese período. La primera mitad consistió en profundizar el horrible modelo soviético-estalinista. La segunda mitad fue la impulsada por Deng con frases tan acertadas como "cruzar el río sintiendo las piedras".

En este hombre pícaro e iluminado predominaba la mirada estratégica por sobre la rigidez ideológica.

En el China Daily -que no escapa a la censura del Partido- el columnista Li Ling atribuye el milagro al hecho de que respetó con máxima intensidad el "consenso de Washington".

Releí varias veces la nota, muy perplejo, porque también estoy contaminado por las diatribas a ese consenso que efectúa el economista Joseph Stiglitz y el lingüista Noam Chomsky, ícono de la izquierda radical. Entonces fui a buscar los diez postulados del consenso, que, según algunos, son la causa de caídas y, según redactores de la China comunista, son herramientas fundamentales de su progreso.

Vale la pena recordarlos: disciplina fiscal; reordenamiento de las prioridades del gasto público; reforma impositiva; liberalización de las tasas de interés; una tasa de cambio competitiva; liberalización del comercio internacional; liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas; privatizaciones; desregulación; mantener los derechos de propiedad.

Li Ling no deja de señalar que las décadas conducidas por Mao Tsé-tung también contribuyeron al progreso que hoy se disfruta. Algunos méritos había que encontrarle, y las narrativas históricas son maleables.//
 

Johngo

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1-(b) continuacion

1-(b)

No hay duda de que en este país con más de 1300 millones de habitantes su imagen simplificada es ahora un símbolo de unidad. Por eso su rostro preside la plaza Tiananmen y es venerado como se hacía con los antiguos emperadores. Incluso es obligatorio estudiar el libro con sus pensamientos, aunque de ellos sólo quedan lugares comunes o cenizas. Constituye la breve etapa de una historia que tiene alrededor de 6000 años. Por ahora Mao sirve como emblema de la absoluta potestad que ejerce el Partido Comunista.

La democracia progresa paso a paso, diría Deng. Nada que genere disturbios o agriete el poder del Partido se tolera. No existe el derecho de huelga, ni el disenso sin castigo, ni que alguien se atreva a formar un piquete o hacer una pintada. La dictadura se ejerce en serio.

La Carta 08 (por el año 2008, que recuerda la Carta 77, publicada en Checoslovaquia) tiene la firma de más de 300 intelectuales que piden democracia y respeto por los derechos humanos; varios han tenido que exiliarse y otros sufren prisión. Han surgido movimientos secesionistas en el oeste musulmán y el sur tibetano; también intentos de introducir la droga. Pero esos delitos se sancionan con mano dura, incluso con rápidas penas de muerte. No hay espacio para la protesta. Se ven fuerzas de seguridad por todas partes, con uniformes diversos y también vestidos de civil. Millones de personas están entrenadas para ejercer este trabajo de forma sistemática e inclemente.

A esa cualidad se atribuye el hecho de poder transitar por cualquier sitio a cualquier hora, que no haya ni un papelito tirado en la calle o la vereda, que sólo se piense en trabajar y estudiar. ¿Es el paraíso? ¡Claro que no! ¿Hay peligro por la falta de instituciones democráticas fuertes? ¡Claro que sí! Por ahora el Partido es timoneado por gente lúcida, pero si emergiesen figuras del estilo Chávez, Mugabe, Zelaya, Khadafy o Correa, el futuro que allí deslumbra puede comenzar a desmoronarse.

Antes de finalizar, describiré algo del portentoso festejo sobre estos primeros 60 años de la República Popular. Como para esa fecha en Pekín suele llover o estar muy nublado, la tarde anterior su cielo fue objeto de medidas que adelantaron la lluvia para la noche previa. De esa forma se consiguió que la capital amaneciera tan despejada como había sucedido por única vez en 1957. Bajo un sol feliz, el presidente Hu Jintao pasó revista de pie, en una lujosa limusina china descapotable, a una interminable fila de soldados, para luego unirse a las demás autoridades sobre el balcón de la Ciudad Prohibida, que da a la espaciosa plaza de Tiananmen.

El evento superó en número y colorido a las concentraciones de masas que se habían popularizado en el siglo XX, tanto por gobiernos de izquierda como de derecha.

Desfilaron nutridas delegaciones con trajes típicos, alardes de acrobacia y danzas regionales. Hubo 36 formaciones con más de cien mil actores, además de 60 grupos que representaban diversos aspectos del país, incluidas las últimas olimpíadas. Los seguían 80.000 escolares con atuendos coloridos y el despliegue de bien entrenadas habilidades. Algo que no se ve ni en el sambódromo de Río.

Llevaban emblemas diversos, entre los que no faltaron retratos gigantescos de los líderes que marcan las etapas de la llamada "Nueva China": Mao, Deng, Jian Zemin y Hu Jintao. No figuraron Marx, Engels, Lenin ni Stalin, como en décadas anteriores.

El desfile incluyó un nutrido y sofisticado arsenal de guerra, incluidos misiles y lanzamisiles. El cielo fue rayado por ágiles escuadrillas de aviones.

Semejante despliegue duró varias horas. Al atardecer el cielo se decoró con el estallido lujoso e interminable de los fuegos artificiales, que, se sabe, fueron un invento chino muy anterior a estos últimos 60 años.
 

Johngo

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Nota 2

2(a)

Demasiado lejos de Mao

Marcos Aguinis

SHANGHAI.-Desde un piso alto del hotel contemplo la paulatina iluminación de la jungla de rascacielos que ahora enmarcan el histórico y novelesco paseo marítimo del Bund. Allí se han respetado los edificios levantados en los agitados siglos XIX y XX. Pero junto a esos bloques, e inmediatamente detrás, se han erigido enjambres llenos de departamentos y oficinas, cruzados por audaces autopistas en muchos niveles. La iluminación se convierte en una fiesta al anochecer, cuando anonada la incandescencia de los colores oro y sangre, verde y blanco, azul y violeta, cruzados por rayos láser y los movimientos de las fibras ópticas por entre los bloques de vidrio, acero y cemento. Eso resulta minúsculo cuando se asciende a la portentosa torre levantada por César Pelli, desde donde se ve la aguja insolente de la antena de televisión, que deja en ridículo a la torre de Babel. La visión futurista llega a su culminación cuando se da una vuelta en barco por las tranquilas aguas del río Huangpu, en medio de construcciones que compiten en imaginación y creatividad. Son una prueba de que esas cualidades, al liberarse, no tienen límite.

Shanghai, junto al río, se ha transformado en la ciudad más dinámica del país, aunque ya casi no queda ciudad china que no sea dinámica en algún sentido. Shanghai alberga 13 millones de habitantes y disfruta de una expansión económica, universitaria e industrial apabullante. El año próximo se realizará aquí una gran feria internacional que justifica la aparición de edificios que parecen esculturas mitológicas. Ya se pueden ver sus maquetas, así como la puntual fecha de terminación.

El despegue de Shanghai, sin embargo, es reciente en comparación con la antigua y hermosa capital Xi-an (con su cegador ejército de terracota, la acelerada construcción de autopistas y subtes, el cuidado de su patrimonio artístico y la creación de un monumental centro de alta tecnología) o con Pekín, con sus monumentos, hoteles, avenidas y centros comerciales, o con el bosque edilicio de Hong Kong. La diversidad de Shanghai satisface todos los gustos. Brindo un estrecho repaso.

Es asombroso el Museo de Ciencia y Tecnología, con alardes didácticos que enseñan al más ignorante. Cerca, brillan los enormes semihemisferios esmeralda del Museo de Arte Oriental, con enormes salas de teatro, ópera y conciertos. De allí es fácil el acceso a larguísimas avenidas bordeadas de parques, como un Champs Elyseés asiático, y que llevan a lagos y más parques. Próximo al paseo del Bund se conserva el casco histórico, con los jardines Yu y su polícromo bazar, la arquitectura original de centurias pasadas, una sucesión de patios antiguos, artísticos puentes y el famoso salón de té construido en el siglo XVIII por comerciantes de algodón con zigzags en ángulo recto, para que no ingresen los demonios. Tampoco faltan las orquestas callejeras, con instrumentos típicos, ejecutados por músicos vestidos con trajes de época.

Lejos de allí, relaja un paseo por la zona que fue una concesión a Francia tras la guerra del opio, donde abundan los consulados, restaurantes y cafés que parecen llegados de Europa. En los modernos, limpios y baratos taxis se arriba a la avenida Nanjing Pu, la más concurrida de la ciudad, que pronto me resultó asfixiante y no conseguí llegar a la vasta Plaza del Pueblo. Por desgracia, todo no se puede.

Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando a los judíos que huían de Alemania les cerraban los puertos del mundo sin clemencia alguna, Shanghai, entonces ocupada por los japoneses, les permitió ingresar sin dinero ni documentos. Son misteriosas las razones por las cuales Japón, que no tenía vínculos con los judíos, se empeñó en salvarles la vida y se negó a las demandas nazis de construir una cámara de gas para exterminar el gueto que se había formado en Shanghai. Del gueto no queda casi nada, sino testimonios de su precariedad. Es un capítulo que aún merece investigación.

China es un continente. Y su civilización puede considerarse ininterrumpida desde hace unos 6000 años, punteada por dinastías variadas en política, arte e invenciones. Predomina la etnia han, que algunos estiman en más del 90%. Pero medio cententar de otras etnias son celebradas como prueba de tolerancia y pluralismo. Ahora se temen secesiones y numerosos campesinos han son trasladados hacia el norte manchú, el oeste musulmán y el sur tibetano.
 

Johngo

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NOTA 2 (b)

Durante milenios este país inabarcable se consideró el centro del mundo y, según ciertas etimologías, de ese concepto deriva el nombre de China. Afuera estaban los bárbaros. Por eso también se construyó la Gran Muralla, aunque de poco sirvió ante la invasión de los norteños mogoles, que establecieron una propia y breve dinastía.

China dejó entrar la religión budista y se olvidó de su origen indio; también dejó entrar el islam y el catolicismo. Confucio, que vivió unos cinco siglos antes de Cristo, es considerado el filósofo central, que ahora vuelve a tener vigencia porque da mucha importancia a la jerarquía, lo cual es decisivo para mantener el vigor del Partido Comunista, sus líderes y la disciplina que acatan 1300 millones de personas.

El taoísmo y su profusión de deidades no tienen conflictos con el budismo. En las numerosas pagodas una cantidad de seres míticos acompañan las diversas imágenes del apacible Sidharta Gautama. Se está produciendo un ascenso de la religión y de las supersticiones, que el ateísmo comunista ha dejado de perseguir. Por el contrario: parecería que constituyeran una parte de la cultura nacional. También se ha vuelto más laxa la vida sexual y familiar. Hasta hace poco era ilegal vivir en pareja sin casarse y el divorcio resultaba impensable. También se espera que afloje la prohibición de tener más de un hijo.

En cuanto a la política, sufre de anemia ante la fermentación del progreso y las perspectivas de movilidad social. Los jóvenes se dedican a trabajar, estudiar e imitan en dosis aún pequeñas la moda punk. Nunca vi tantos McDonald´s, KFC y Starbucks como en China. También he percibido un silencioso malestar con el partido único, porque da lugar a la corrupción, pero pocos se atreven a manifestarlo en voz alta. Lo ha hecho -y merece destacarse- el presidente Hu Jintao mismo, quien la condenó con fuerza. Se sabe, desde que lord Acton acuñó la frase, que "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". ¿Cuánto tiempo soportará el pueblo chino el avance de la corrupción y la venta de influencias? La economía de mercado significa contratos sólidos, limpia competencia y eficacia de la justicia. Pero con un poder tan concentrado, ninguno de esos factores puede regir con firmeza. Menos en un país como China, donde la única institución que se conoce y ha funcionado es el partido único.

Como argentino y latinoamericano, esta visita a China me presenta dificultades para una evaluación. Recuerdo que Truman Capote había hecho un viaje exótico y le pidieron que enviara sus impresiones. Respondió que no podía, porque su viaje ya llevaba una semana. Para brindar buenas impresiones no hay que tomarse más de tres días o quedarse tres años. Yo recorrí ese pais durante doce días y ahora necesitaría un año, por lo menos. Pero me atreveré a formular algunas reflexiones.

En primer lugar, me apabulló su progreso basado en un diluvio de inversiones. Me dio la sensación triste de que mi país y mi continente se están quedando muy atrás, con los ojos en el pasado y las riquezas dormidas. Me dejó estupefacto la velocidad con que se elevan los rascacielos, se tienden autopistas profusamente iluminadas, se instalan trenes monorriel, se llenan con flores espacios inmensos. La limpieza se extiende como un mantel impoluto por las calles. Hay seguridad para caminar por cualquier sitio y se trabaja noche y día, sin pausa alguna, sino con rotación de turnos. Me impresionaron las ganas de estudiar que tienen los jóvenes y cómo en un país comunista hay severos exámenes de ingreso a las universidades del Estado y se debe pagar una cuota semestral. Quienes revelan capacidad y no pueden pagar firman un contrato de honor para hacerlo después de recibidos. A las universidades privadas van los que no pueden entrar en las públicas. Ser estudiante universitario es una distinción que debe retribuirse con esmero. ¿Hacer política en la universidad? El joven a quien pregunté me miró asombrado: "No, yo voy a la universidad para aprender", dijo.

China no ha celebrado el triunfo del comunismo en 1949, sino la unificación del país y la superación de los incesantes conflictos internos que primero terminaron con el imperio y luego mantuvieron en jaque a la república inaugurada en 1911 por el doctor Sun Yat-sen. El partido nacionalista, el Kuomintang, perdió la guerra civil y se refugió en la isla de Taiwan. Pero ahora parece que el verdadero triunfo no fue de los comunistas, sino de los nacionalistas. China, aunque abuse del rostro de Mao, no es la que quería Mao. Su legado ideológico se pulverizó. Hay una modernización que nada tiene del modelo soviético, aunque persista la impregnación burocrática del partido. En los últimos 30 años de apertura, ha empezado un acercamiento con Taiwan, cuyos principales industriales ya fabrican en el continente. Es probable que en algunos años también esta isla -igual que Hong Kong y Macao- forme parte de "un país con dos sistemas", porque ni siquiera quedará en pie eso de los dos sistemas, sino que predominará el mercado, con un aumento de la democracia.

Como sostuvo El País , las celebraciones del 60° aniversario revelan que China, más que comunista, es ahora nacionalista. Si bien el partido único obtuvo la victoria en todos los frentes, ha tenido la inteligente audacia de adaptarse a los instrumentos del desarrollo, sin ideas anacrónicas. Una película épica que acaba de lanzarse quiere modificar la narrativa y muestra a Mao en un brindis con Chiang Kai-sek y en un momento dice que se debe traer de regreso a los capitalistas. No puede ser casual.

Faltaría contar mucho aún. Pero cerraré el artículo con un colofón: abramos los ojos y aprendamos de quienes ya nos superan de lejos. Dejemos los conflictos menores y aprendamos a privilegiar un serio pensamiento estratégico, como hizo el intrépido Deng Xiaoping.

Fuente: Demasiado lejos de Mao - lanacion.com
 

droblo

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El crecimiento de China puede experimentar una fuerte desaceleración una vez que se desvanezca el paquete de estímulo fiscal y se debilite aún más la demanda de Estados Unidos como consecuencia de la sostenida devaluación que está sufriendo el dólar. La caída de la divisa ha presionado fuertemente a las monedas asiáticas, que viven su propia guerrilla para frenar la caída del dólar.

El gigante asiático impulsó fuertemente su crecimiento durante el tercer trimestre del año, a su mayor ritmo de los últimos doce meses, producto del plan de estímulo por 586 mil millones de dólares (4 billones de yuanes). Este plan ha sido la gran fortaleza de la economía china, al dar vida a proyectos de carreteras, ferrocarriles, centrales eléctricas y vivienda pública. Sin embargo, su agotamiento, previsto para abril del próximo año, está obligando al premier Wen Jiabao a encontrar nuevas maneras de sostener la expansión del consumo y el financiamiento a las pequeñas empresas.

China no puede contar con un aumento de las exportaciones dado el deteriorado entorno del comercio mundial. Países como Alemania y Japón viven también esta caída sin precedentes en sus exportaciones, que, a la luz del desempeño estadounidense, se mantendrá por un largo período. El excesivo endeudamiento de Estados Unidos (más de cuatro veces su PIB) y el obligado sinceramiento de su demanda interna, amenaza con mantener el desempleo en un alto nivel, que no tiene ninguna posibilidad de reversión en el corto plazo dado que el sector privado sigue despidiendo gente a raudales.

El problema que se vive da cuenta de los grandes desequilibrios macroeconómicos, con la primera potencia del mundo alcanzando un déficit del 10%, una deuda pública de 12 billones de dólares, un endeudamiento total de 60 billones de dólares, y un desempleo real que llega al 20%. Estos son los factores que complican la salida de la crisis, y nos hacen estar más cerca de un recrudecimiento del fenómeno recesivo que de una auténtica recuperación.

Como contrapartida, el gigante asiático logrará superar su meta del 8% para este año gracias al cuantioso gasto en infraestructura que ha sido financiado y multiplicado por las instituciones financieras en una gran burbuja de crédito. Se estima que la economía china crecerá un 8,5% este año, dado que en el segundo semestre puede alcanzar el 9%. Sin embargo, gran parte de este crecimiento es fruto de una inversión que llega al 45% del PIB, cifra que es demasiado alta y que pone en riesgo la estabilidad futura.

El gobierno chino puso el pie con fuerza en el acelerador para evitar una crisis que pondría en riesgo la estabilidad social del país. Su apuesta fue por un rápido retorno al funcionamiento de los mercados mundiales, dada la fuerte dependencia de su economía de las ventas al exterior. Esto se hizo en la idea de que la recuperación de Europa y Estados Unidos comenzaría con fuerza el cuarto trimestre de este año, cosa que no ocurrirá. En este empeño logró evitar el desplome de gran parte de los países asiáticos y de los países latínoamericanos, para quienes China representa entre el 20% y el 25% de sus exportaciones. No obstante, la débil recuperación que experimentan Europa y Estados Unidos, pueden agotar el ritmo de la locomotora china haciendo que el esfuerzo de su impulso desarrollista haya sido un salto al vacío. Los desequilibrios macroeconómicos están pasando la cuenta.

Resumido de: La economía China y su increíble salto.. al vacío
 

droblo

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