China debate un crucial giro para estimular su mercado interno
Quieren redistribuir riqueza para evitar revueltas sociales entre el campesinado.
Por: David Brunat
Fuente: BEIJING.
Se terminaron los tiempos de crecimiento desbocado. China ha decidido soltar la fría mano del capitalismo salvaje para tenderla al bienestar social. Pudiendo crecer a un ritmo superior al 10% de su PBI en 2010, el régimen ha optado por enfriar la economía y marcarse un modesta meta del 8%.
El objetivo oficial: robustecer el tren del desarrollo para que millones de desfavorecidos puedan subir a él mediante políticas de distribución de la riqueza más equitativas. El objetivo encubierto: sanar la profunda brecha social entre población urbana y rural para evitar revueltas del campesinado que pongan en peligro la estabilidad del sistema.
Son las metas del XVII Congreso Nacional del Partido Comunista de 2007 en el que el presidente Hu Jintao y el premier Wen Jiabao, desplazaron a las líneas conservadoras para integrar al interior del país. La novedad hoy es la reducción del ritmo de crecimiento.
La comparación es sangrante: mientras la renta per cápita urbana es de 2.500 dólares, la rural apenas alcanza los 750.
Jiabao enunció ayer los propósitos de Beijing para este año en su clásico discurso de apertura de la Asamblea Nacional Popular, un órgano legislativo compuesto por 3.000 delegados que hace las funciones de Parlamento. Por supuesto, no se trata más que de un formalismo. Los votos a favor del gobierno por parte de estos representantes no elegidos por el pueblo rozan siempre el 99%.
"Existen problemas agudos que reclaman una solución urgente. No podemos identificar la tendencia favorable de la economía con la mejora radical de su funcionamiento", advirtió Wen ante su auditorio en el monumental Gran Salón del Pueblo. "Aunque se espera un aumento de la recuperación mundial, los riesgos financieros no han desaparecido y los precios de las materias primas y los tipos de cambio están sujetos a mayores fluctuaciones, además de que se reavivó el proteccionismo. Será un año crucial", sentenció.
Su gobierno conoce mejor que nadie esos riesgos. Grandes niveles de especulación favorecidos por la enorme liquidez y una generosa concesión de crédito han engordado la inflación y creado una tremenda burbuja inmobiliaria. Productos más caros, vivienda por las nubes y sueldos mínimos. Un cóctel mortal para los 230 millones de emigrantes rurales, el auténtico motor económico del país.
Por eso ahora Beijing quiere mimarles. Para comenzar, incrementará hasta 11,4% el gasto en servicios sociales, en especial para pensiones, educación, asistencia médica y subvenciones al campesinado para adquirir autos y electrodomésticos. Y a nivel legal, debilitará el polémico hukou, el registro introducido en 1958 que divide a la población entre urbana y rural y anula los derechos de los segundos al emigrar a la ciudad, bajo el objetivo de evitar un éxodo masivo. La consecuencia es que hoy los inmigrantes rurales carecen de derecho a educación y a asistencia médica. "Se asegurará gradualmente que reciban el mismo tratamiento que los residentes urbanos", indicó Wen.
Primero se aplicará la cancelación del hukou en ciudades pequeñas y medianas, y en función de su éxito se trasladará a los grandes núcleos como Beijing y Shanghai. Este anuncio será, seguramente, el más simbólico y revolucionario de la asamblea este año.
El cambio económico debe sostenerse en una "transformación productiva" del país, dijo Wen. China ya no quiere ser la fábrica del mundo. El objetivo ahora es dejar atrás la manufactura barata para producir bienes de alto valor añadido, en especial última tecnología.
Al mismo tiempo, quiere dejar de depender de las exportaciones y fomentar el consumo interno. Es el círculo virtuoso: más gasto social, mayor clase media, más consumo, más ingresos fiscales y más equilibrado e independiente crecimiento económico.
Los tecnócratas del Partido Comunista saben que si son capaces de alcanzar la tan deseada armonía social mediante la reducción de los desequilibrios sociales y la erradicación de la corrupción oficial, tendrán en su mano la llave de la legitimidad en el poder y las puertas abiertas para convertirse en la primera potencia mundial.
Quieren redistribuir riqueza para evitar revueltas sociales entre el campesinado.
Por: David Brunat
Fuente: BEIJING.
Se terminaron los tiempos de crecimiento desbocado. China ha decidido soltar la fría mano del capitalismo salvaje para tenderla al bienestar social. Pudiendo crecer a un ritmo superior al 10% de su PBI en 2010, el régimen ha optado por enfriar la economía y marcarse un modesta meta del 8%.
El objetivo oficial: robustecer el tren del desarrollo para que millones de desfavorecidos puedan subir a él mediante políticas de distribución de la riqueza más equitativas. El objetivo encubierto: sanar la profunda brecha social entre población urbana y rural para evitar revueltas del campesinado que pongan en peligro la estabilidad del sistema.
Son las metas del XVII Congreso Nacional del Partido Comunista de 2007 en el que el presidente Hu Jintao y el premier Wen Jiabao, desplazaron a las líneas conservadoras para integrar al interior del país. La novedad hoy es la reducción del ritmo de crecimiento.
La comparación es sangrante: mientras la renta per cápita urbana es de 2.500 dólares, la rural apenas alcanza los 750.
Jiabao enunció ayer los propósitos de Beijing para este año en su clásico discurso de apertura de la Asamblea Nacional Popular, un órgano legislativo compuesto por 3.000 delegados que hace las funciones de Parlamento. Por supuesto, no se trata más que de un formalismo. Los votos a favor del gobierno por parte de estos representantes no elegidos por el pueblo rozan siempre el 99%.
"Existen problemas agudos que reclaman una solución urgente. No podemos identificar la tendencia favorable de la economía con la mejora radical de su funcionamiento", advirtió Wen ante su auditorio en el monumental Gran Salón del Pueblo. "Aunque se espera un aumento de la recuperación mundial, los riesgos financieros no han desaparecido y los precios de las materias primas y los tipos de cambio están sujetos a mayores fluctuaciones, además de que se reavivó el proteccionismo. Será un año crucial", sentenció.
Su gobierno conoce mejor que nadie esos riesgos. Grandes niveles de especulación favorecidos por la enorme liquidez y una generosa concesión de crédito han engordado la inflación y creado una tremenda burbuja inmobiliaria. Productos más caros, vivienda por las nubes y sueldos mínimos. Un cóctel mortal para los 230 millones de emigrantes rurales, el auténtico motor económico del país.
Por eso ahora Beijing quiere mimarles. Para comenzar, incrementará hasta 11,4% el gasto en servicios sociales, en especial para pensiones, educación, asistencia médica y subvenciones al campesinado para adquirir autos y electrodomésticos. Y a nivel legal, debilitará el polémico hukou, el registro introducido en 1958 que divide a la población entre urbana y rural y anula los derechos de los segundos al emigrar a la ciudad, bajo el objetivo de evitar un éxodo masivo. La consecuencia es que hoy los inmigrantes rurales carecen de derecho a educación y a asistencia médica. "Se asegurará gradualmente que reciban el mismo tratamiento que los residentes urbanos", indicó Wen.
Primero se aplicará la cancelación del hukou en ciudades pequeñas y medianas, y en función de su éxito se trasladará a los grandes núcleos como Beijing y Shanghai. Este anuncio será, seguramente, el más simbólico y revolucionario de la asamblea este año.
El cambio económico debe sostenerse en una "transformación productiva" del país, dijo Wen. China ya no quiere ser la fábrica del mundo. El objetivo ahora es dejar atrás la manufactura barata para producir bienes de alto valor añadido, en especial última tecnología.
Al mismo tiempo, quiere dejar de depender de las exportaciones y fomentar el consumo interno. Es el círculo virtuoso: más gasto social, mayor clase media, más consumo, más ingresos fiscales y más equilibrado e independiente crecimiento económico.
Los tecnócratas del Partido Comunista saben que si son capaces de alcanzar la tan deseada armonía social mediante la reducción de los desequilibrios sociales y la erradicación de la corrupción oficial, tendrán en su mano la llave de la legitimidad en el poder y las puertas abiertas para convertirse en la primera potencia mundial.