el "dilema del prisionero"

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Manuel Conthe:

Las crisis financieras no se desatan como consecuencia de conjuras de malvados especuladores enfrentados a las nobles aspiraciones democráticas del electorado de los países que las sufren, sino de la pérdida de confianza de muchos agentes financieros que, dispersos, temen "perder hasta la camiseta" si compran o mantiene los valores emitidos por el país o emisor sospechoso de poder caer en una crisis. Las crisis no son el resultado consciente querido por nadie, sino el resultado de la interacción entre agentes interdependientes que no pueden confiar en cómo se comportarán los demás. Tienen, pues, la estructura de un "dilema del prisionero" en el que la estrategia dominante de todos, incluso de quienes desearían evitar la crisis, es salir huyendo del peligro y no cooperar en su solución.

La expresión "los mercados" constituye, pues, un término metafórico para resumir las tendencias producidas por el comportamiento agregado de un amplio conjunto de agentes económicos. De ahí lo desafortunadas que son esas críticas políticas que tratan de contraponer la "voluntad democrática" de los ciudadanos y la "voluntad de los mercados financieros".

Y añade:

El "optimismo antropológico" de los gobernantes es contraproducente, y agrava la desconfianza. Sólo quien tiene el coraje de afrontar la realidad como es y proponer las reformas precisas para restaurar la confianza de los inversores, nacionales e internacionales, puede aspirar a que los mercados financieros le apoyen.

Quien se adelanta a la crisis y adopta reformas y medidas de ajuste, con carácter voluntario, antes de que los mercados las esperen o exijan, obtendrán un "plus" de credibilidad, que reducirá la prima de riesgo. Esas mismas medidas, adoptadas a regañadientes, cuando ya el mercado o las instituciones internacionales las exijan, carecerán de ese efecto tonificante sobre los mercados
 
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