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Sara Baliña y Santiago Fernández de Lis son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas:
En los últimos años, la experiencia de reestructuraciones soberanas es amplia y con una variada tipología (Ecuador, Rusia, Pakistán, Ucrania, Uruguay, Argentina). Sin embargo, el caso de Grecia es especial porque pertenece a una unión monetaria que emite moneda de reserva.
La modalidad más amigable para los acreedores son los acuerdos de renovación de vencimientos (rollover). Se han aplicado a casos de deuda interbancaria y a corto plazo, no tanto a deuda soberana, donde el problema es la fragmentación de los acreedores y las condiciones para la renovación de vencimientos. Su aplicación en el caso griego parece muy complicada.
La moratoria del servicio de la deuda, unilateral o acordada, es una medida temporal, mientras se gana tiempo para una solución más permanente.
Otra posibilidad es un intercambio de deuda negociado, con alargamiento de plazos. Puede implicar una quita sobre el principal de la deuda, aunque, en general, cuanto mayor es la quita, menor es la posibilidad de que los acreedores la acepten voluntariamente. Si la quita necesaria es alta, suelen ser procesos largos, penosos, que generan numerosos litigios en los tribunales internacionales. Los intercambios de deuda pueden ser previos o posteriores a la suspensión de pagos. Aquéllos tienden a ser más rápidos que éstos, pero suponen una quita menor, por lo que puede que no devuelvan la deuda a una senda sostenible.
La reestructuración de la deuda griega sería muy distinta si existe un paquete de ayuda previo del FMI. Si un país bajo programa del FMI reestructura su deuda, éste, como acreedor privilegiado, exigirá que negocie de buena fe con los acreedores, y podría incluso suspender el programa si esto no se cumple. En fin, la casuística es amplia, y las implicaciones sobre el euro, aunque siempre negativas, muy diferentes.
En los últimos años, la experiencia de reestructuraciones soberanas es amplia y con una variada tipología (Ecuador, Rusia, Pakistán, Ucrania, Uruguay, Argentina). Sin embargo, el caso de Grecia es especial porque pertenece a una unión monetaria que emite moneda de reserva.
La modalidad más amigable para los acreedores son los acuerdos de renovación de vencimientos (rollover). Se han aplicado a casos de deuda interbancaria y a corto plazo, no tanto a deuda soberana, donde el problema es la fragmentación de los acreedores y las condiciones para la renovación de vencimientos. Su aplicación en el caso griego parece muy complicada.
La moratoria del servicio de la deuda, unilateral o acordada, es una medida temporal, mientras se gana tiempo para una solución más permanente.
Otra posibilidad es un intercambio de deuda negociado, con alargamiento de plazos. Puede implicar una quita sobre el principal de la deuda, aunque, en general, cuanto mayor es la quita, menor es la posibilidad de que los acreedores la acepten voluntariamente. Si la quita necesaria es alta, suelen ser procesos largos, penosos, que generan numerosos litigios en los tribunales internacionales. Los intercambios de deuda pueden ser previos o posteriores a la suspensión de pagos. Aquéllos tienden a ser más rápidos que éstos, pero suponen una quita menor, por lo que puede que no devuelvan la deuda a una senda sostenible.
La reestructuración de la deuda griega sería muy distinta si existe un paquete de ayuda previo del FMI. Si un país bajo programa del FMI reestructura su deuda, éste, como acreedor privilegiado, exigirá que negocie de buena fe con los acreedores, y podría incluso suspender el programa si esto no se cumple. En fin, la casuística es amplia, y las implicaciones sobre el euro, aunque siempre negativas, muy diferentes.