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J. Hervás.– Todas las luces rojas permanecen encendidas en el sector financiero. A diferencia de lo que ocurre en tiempos normales cuando los bancos confían entre ellos, en las últimas semanas le está ocurriendo a la banca española y portuguesa, y en cierta medida a la francesa, lo que les ha ocurrido a los bancos griegos. No se fían de ellos. Pero a diferencia de lo que ocurrió primero en el verano del 2007 y de forma más aguda en el otoño del 2008, cuando se paralizó el mercado interbancario, ahora el fenómeno se ha producido de manera selectiva. Los bancos españoles, portugueses y franceses, están sufriendo para conseguir liquidez en los mercados y cuando lo consiguen tienen que pagar un coste mayor. Esto ha llevado a los Veintisiete de nuevo a tener que prorrogar hasta el mes de diciembre el sistema de avales puesto en funcionamiento al inicio de la crisis. Pero se hará en condiciones más duras. Las comisiones subirán a partir del mes de julio.
El Consejo de Economía y Finanzas de la Unión Europea justifica la subida del coste de los avales con el objetivo de acercar el coste de la financiación a las condiciones del mercado y evitar las distorsiones de la competencia, de la que se había venido quejando insistentemente la banca española, aunque en el caso de mantenerse las ayudas, será una de las más beneficiadas. En cierta medida esta decisión de subir la presión a la banca, está en línea con la propuesta por los diputados socialistas al Gobierno para no perder todo su discurso de izquierdas.
Los Gobiernos han encargado a la Comisión Europea para que ponga en funcionamiento las nuevas condiciones por las que los bancos que continúen necesitando los avales deberán ser objeto de un examen del Ejecutivo comunitario que estudiará la viabilidad de estos bancos a largo plazo. El Ecofín quiere que estas nuevas condiciones se apliquen a partir de julio de 2010.
Curiosamente la decisión se ha adoptado tras valorar que el acceso a la liquidez en el mercado es, en términos generales, menos difícil que durante los momentos agudos de la crisis y que es el momento de supervisar la utilización prolongada de los avales públicos.
La decisión está en línea con lo acordado en la reunión del pasado mes de diciembre, cuando los ministros determinaron que resultaba oportuno iniciar el final de las ayudas de apoyo a la banca, comenzando por la supresión progresiva de los avales públicos a la deuda bancaria.
Sorprende que mil días después del inicio de la crisis que dejó al borde de la desaparición a una parte del sector, un nuevo desorden se cierna en la actualidad, ahora sobre la banca española, que fue clave para que no desapareciera parte del sector en países como el Reino Unido. Y como ocurrió entonces no se trata de una falta de recursos propios, sino de liquidez. Con estas condiciones, y el recorte de las previsiones de crecimiento tras las nuevas medidas de contención del gasto, se nos antoja difícil la recuperación. Y nos asentamos en el círculo vicioso de menor crecimiento, menos empleo, más morosidad y menos crédito. Lo que le faltaba a un sector que ha perdido la confianza.
El Consejo de Economía y Finanzas de la Unión Europea justifica la subida del coste de los avales con el objetivo de acercar el coste de la financiación a las condiciones del mercado y evitar las distorsiones de la competencia, de la que se había venido quejando insistentemente la banca española, aunque en el caso de mantenerse las ayudas, será una de las más beneficiadas. En cierta medida esta decisión de subir la presión a la banca, está en línea con la propuesta por los diputados socialistas al Gobierno para no perder todo su discurso de izquierdas.
Los Gobiernos han encargado a la Comisión Europea para que ponga en funcionamiento las nuevas condiciones por las que los bancos que continúen necesitando los avales deberán ser objeto de un examen del Ejecutivo comunitario que estudiará la viabilidad de estos bancos a largo plazo. El Ecofín quiere que estas nuevas condiciones se apliquen a partir de julio de 2010.
Curiosamente la decisión se ha adoptado tras valorar que el acceso a la liquidez en el mercado es, en términos generales, menos difícil que durante los momentos agudos de la crisis y que es el momento de supervisar la utilización prolongada de los avales públicos.
La decisión está en línea con lo acordado en la reunión del pasado mes de diciembre, cuando los ministros determinaron que resultaba oportuno iniciar el final de las ayudas de apoyo a la banca, comenzando por la supresión progresiva de los avales públicos a la deuda bancaria.
Sorprende que mil días después del inicio de la crisis que dejó al borde de la desaparición a una parte del sector, un nuevo desorden se cierna en la actualidad, ahora sobre la banca española, que fue clave para que no desapareciera parte del sector en países como el Reino Unido. Y como ocurrió entonces no se trata de una falta de recursos propios, sino de liquidez. Con estas condiciones, y el recorte de las previsiones de crecimiento tras las nuevas medidas de contención del gasto, se nos antoja difícil la recuperación. Y nos asentamos en el círculo vicioso de menor crecimiento, menos empleo, más morosidad y menos crédito. Lo que le faltaba a un sector que ha perdido la confianza.