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Manuel Lionza.– Las perspectivas de la economía europea siguen siendo pesimistas para un buen número de expertos, que no descartan una recaída ante las débiles señales de crecimiento y el aumento de las tasas de paro. El sentimiento más o menos generalizado es que los planes de austeridad para reducir los déficit públicos están atenazando el consumo y retrasando las decisiones inversoras de las empresas, lo que estaría produciendo un cuadro perverso de estancamiento y paro que podría prolongarse cuanto menos durante los dos o tres próximos años. Según el conocido economista Nouriel Rubini, los mercados se están dando cuenta de esta situación y ya están descontando que la recesión durará más de lo previsto, debido a los efectos contraproducentes de los planes de austeridad del gasto público sobre la actividad.
El análisis se podría resumir en que Europa, y también en cierta medida Estados Unidos, está atrapada en la trampa de la consolidación fiscal que exigen los mercados para no penalizar la deuda soberana, impidiendo cualquier margen para estimular la demanda. Se señala, por ejemplo, que la economía estadounidense debe crear 150.000 empleos mensuales para estabilizar su mercado laboral, pero apenas lo consigue, con los que su tasa de paro seguirá previsiblemente clavada en el entorno del 10 por ciento durante cierto tiempo. Según Roubini, un crecimiento de la economía de Estados Unidos por debajo del 2 por ciento es insuficiente para corregir sus importantes desequilibrios, y de momento no parece que vaya a superar esa cifra.
En las economías europeas, el empeoramiento de las perspectivas económicas puede empezar a desatar una ola de protestas y de conflictividad si no aparecen signos convincentes de recuperación, según el inversor Wilbur Ross, que pronostica un agravamiento de los problemas de la eurozona por los paquetes de reducción del gasto público y de aumento de la fiscalidad que están aplicando los Gobiernos para reducir los déficit.
Para el analista Anthony Doyle, de M&G Investments, mientras el consumo, principal motor del empleo, siga en tasas bajas, es poco probable que podamos ver una recuperación del mercado laboral europeo. Doyle es de los economistas que piensan que la economía europea es prisionera de los mercados; así, mientras el FMI está defendiendo las políticas de estímulo de la demanda con recursos públicos, y el BCE está actuando correctamente manteniendo los tipos de interés en mínimos históricos, los mercados, por su parte, están exigiendo políticas de consolidación fiscal que imposibilitan la recuperación de la demanda y, por consiguiente, del empleo. En consecuencia, "Europa tendrá que acostumbrarse a un período de alto desempleo, bajo consumo y débil crecimiento".
Roubini prevé un desapalancamiento masivo de los consumidores y del sector privado en la eurozona que podría desembocar en una doble recaída, en cuyo caso las autoridades carecerían de instrumentos para superarla. "El problema es que si se da este escenario no quedarán balas en la recámara". "Yo diría que el riesgo de una doble recaída es mayor en la eurozona. Hay más de un 50 por ciento de posibilidades de que ocurra". El profesor Roubini pone como ejemplo el caso de Grecia, que, en su opinión, está abocada a reestructurar de una forma ordenada su deuda, porque a pesar de las ayudas de la UE y del FMI no podrá soportar el enorme peso de su deuda. "Aunque Grecia siga escrupulosamente el programa del Fondo, la deuda pública llegará a estabilizarse en el 145 por ciento de su PIB. ¿Qué clase de broma es esta?".
El análisis se podría resumir en que Europa, y también en cierta medida Estados Unidos, está atrapada en la trampa de la consolidación fiscal que exigen los mercados para no penalizar la deuda soberana, impidiendo cualquier margen para estimular la demanda. Se señala, por ejemplo, que la economía estadounidense debe crear 150.000 empleos mensuales para estabilizar su mercado laboral, pero apenas lo consigue, con los que su tasa de paro seguirá previsiblemente clavada en el entorno del 10 por ciento durante cierto tiempo. Según Roubini, un crecimiento de la economía de Estados Unidos por debajo del 2 por ciento es insuficiente para corregir sus importantes desequilibrios, y de momento no parece que vaya a superar esa cifra.
En las economías europeas, el empeoramiento de las perspectivas económicas puede empezar a desatar una ola de protestas y de conflictividad si no aparecen signos convincentes de recuperación, según el inversor Wilbur Ross, que pronostica un agravamiento de los problemas de la eurozona por los paquetes de reducción del gasto público y de aumento de la fiscalidad que están aplicando los Gobiernos para reducir los déficit.
Para el analista Anthony Doyle, de M&G Investments, mientras el consumo, principal motor del empleo, siga en tasas bajas, es poco probable que podamos ver una recuperación del mercado laboral europeo. Doyle es de los economistas que piensan que la economía europea es prisionera de los mercados; así, mientras el FMI está defendiendo las políticas de estímulo de la demanda con recursos públicos, y el BCE está actuando correctamente manteniendo los tipos de interés en mínimos históricos, los mercados, por su parte, están exigiendo políticas de consolidación fiscal que imposibilitan la recuperación de la demanda y, por consiguiente, del empleo. En consecuencia, "Europa tendrá que acostumbrarse a un período de alto desempleo, bajo consumo y débil crecimiento".
Roubini prevé un desapalancamiento masivo de los consumidores y del sector privado en la eurozona que podría desembocar en una doble recaída, en cuyo caso las autoridades carecerían de instrumentos para superarla. "El problema es que si se da este escenario no quedarán balas en la recámara". "Yo diría que el riesgo de una doble recaída es mayor en la eurozona. Hay más de un 50 por ciento de posibilidades de que ocurra". El profesor Roubini pone como ejemplo el caso de Grecia, que, en su opinión, está abocada a reestructurar de una forma ordenada su deuda, porque a pesar de las ayudas de la UE y del FMI no podrá soportar el enorme peso de su deuda. "Aunque Grecia siga escrupulosamente el programa del Fondo, la deuda pública llegará a estabilizarse en el 145 por ciento de su PIB. ¿Qué clase de broma es esta?".