"Gastar es mala palabra en alemán, pero hoy el peligro no es el gasto sino la deflación", acusa el especulador y analista.
Por LA VANGUARDIA
El especulador y visionario George Soros se suma en Berlín a la critica contra Alemania. "Gastar es una palabra fea en alemán, pero hoy el peligro actual no es el gasto sino la deflación", dice. El financista húngaro, que tiene ochenta años y está sordo, interviene con una lucidez y chispa considerables.
La semana pasada estuvo en Berlín para sumarse a las voces que, a ambos lados del Atlántico, critican la estrategia anticrisis del gobierno alemán.
Sendas entrevistas a Die Zeit y al Financial Times y un discurso en el aula magna de la Universidad Humboldt, seguido de rueda de prensa. Soros se declara partidario de gravar a los bancos: "especialmente porque el sistema financiero es quien ha provocado las pérdidas", dice.
Entre el público, algunos peces gordos, en las filas de atrás, como sin querer ser vistos, miembros del gobierno y del Bundestag. También varios ex, como el ex vicecanciller Joschka Fischer.
Soros sabe la fama que tiene. Sabe que si habla del euro en peligro, muchos piensan, "este es el que se cargó la libra inglesa", o "este es el que tumbó a los tailandeses". La conclusión es "....y ahora se quiere cargar el euro". "Venir a Alemania a predicar siendo un manager de hedge funds me coloca en una posición difícil", reconoce, "pero además de hombre de negocios soy ciudadano, y como ciudadano estoy preocupado", dice.
"Los mercados distorsionan la realidad", pero el problema es que la Unión Europea se los facilita. "Las autoridades europeas no actúan unidas y eso llena de inseguridad a los mercados, lo que incrementa los riesgos de deflación y de desórdenes". Tras la aprobación del fondo de rescate europeo de 750.000 millones de euros, "los mercados no están tranquilos", y en el centro del actual desconcierto Soros coloca a Alemania.
La UE es "la más exitosa muestra de ingeniería social", pero "Maastricht creó una unión económica sin unión política, un BCE sin tesoro común". Ahora Europa está "en la primera línea de la crisis".
Alemania solía estar en el centro del proceso europeo. Era matriz del proceso, y sin ella no se funcionaba. "No tenía política exterior nacional, sino sólo política europea".
Tras la caída del muro, eso pasó a la historia. Ahora Alemania sí hace política exterior y económica propia, "es comprensible que no quiera ser el bolsillo sin fondo de otros países, pero no que imponga la política económica al resto". "El euro está en crisis y Alemania es quien más puede hacer para sacarlo de ella".
"En el rescate de Grecia actuó con lentitud porque era alérgica a presiones potencialmente inflacionistas, pero la consecuencia fue que el paquete de rescate griego tuvo que ser mayor. Ahora Alemania impone austeridad a toda Europa, lo que va a complicar la salida de la crisis de los más débiles y hará más difícil la competitividad de los otros". Muchos países deben hacer reformas fiscales, pero necesitan ayudas. "Si no hay consumo, debe haber inversión para estimularlo".
Alemania fuerza la austeridad pero niega las ayudas como la que supondría potenciar su propio consumo. Una actitud egoísta, dice.
"Alemania va a ser la principal beneficiaria de esta política que perjudica a otros, y al final terminará objeto del resentimiento de todos", sentencia. "Debe cambiar".
Con la actual medicina, "es difícil ver cómo los países más débiles podrán recuperarse" porque, "la ausencia de crecimiento hará crecer la deuda". Como consecuencia el gran riesgo es "un largo período de estagnación o algo peor. Es difícil prever como actuarán el nacionalismo y la xenofobia en esas condiciones. En el peor escenario puede arruinar la democracia, y Alemania tendrá que correr con parte de la responsabilidad".
La crisis tiene un componente fiscal y otro bancario, y hay un error básico en la actitud alemana hacia la UE, en su imposición de austeridad a todos, cuando no todos tienen problemas fiscales.
Por LA VANGUARDIA
El especulador y visionario George Soros se suma en Berlín a la critica contra Alemania. "Gastar es una palabra fea en alemán, pero hoy el peligro actual no es el gasto sino la deflación", dice. El financista húngaro, que tiene ochenta años y está sordo, interviene con una lucidez y chispa considerables.
La semana pasada estuvo en Berlín para sumarse a las voces que, a ambos lados del Atlántico, critican la estrategia anticrisis del gobierno alemán.
Sendas entrevistas a Die Zeit y al Financial Times y un discurso en el aula magna de la Universidad Humboldt, seguido de rueda de prensa. Soros se declara partidario de gravar a los bancos: "especialmente porque el sistema financiero es quien ha provocado las pérdidas", dice.
Entre el público, algunos peces gordos, en las filas de atrás, como sin querer ser vistos, miembros del gobierno y del Bundestag. También varios ex, como el ex vicecanciller Joschka Fischer.
Soros sabe la fama que tiene. Sabe que si habla del euro en peligro, muchos piensan, "este es el que se cargó la libra inglesa", o "este es el que tumbó a los tailandeses". La conclusión es "....y ahora se quiere cargar el euro". "Venir a Alemania a predicar siendo un manager de hedge funds me coloca en una posición difícil", reconoce, "pero además de hombre de negocios soy ciudadano, y como ciudadano estoy preocupado", dice.
"Los mercados distorsionan la realidad", pero el problema es que la Unión Europea se los facilita. "Las autoridades europeas no actúan unidas y eso llena de inseguridad a los mercados, lo que incrementa los riesgos de deflación y de desórdenes". Tras la aprobación del fondo de rescate europeo de 750.000 millones de euros, "los mercados no están tranquilos", y en el centro del actual desconcierto Soros coloca a Alemania.
La UE es "la más exitosa muestra de ingeniería social", pero "Maastricht creó una unión económica sin unión política, un BCE sin tesoro común". Ahora Europa está "en la primera línea de la crisis".
Alemania solía estar en el centro del proceso europeo. Era matriz del proceso, y sin ella no se funcionaba. "No tenía política exterior nacional, sino sólo política europea".
Tras la caída del muro, eso pasó a la historia. Ahora Alemania sí hace política exterior y económica propia, "es comprensible que no quiera ser el bolsillo sin fondo de otros países, pero no que imponga la política económica al resto". "El euro está en crisis y Alemania es quien más puede hacer para sacarlo de ella".
"En el rescate de Grecia actuó con lentitud porque era alérgica a presiones potencialmente inflacionistas, pero la consecuencia fue que el paquete de rescate griego tuvo que ser mayor. Ahora Alemania impone austeridad a toda Europa, lo que va a complicar la salida de la crisis de los más débiles y hará más difícil la competitividad de los otros". Muchos países deben hacer reformas fiscales, pero necesitan ayudas. "Si no hay consumo, debe haber inversión para estimularlo".
Alemania fuerza la austeridad pero niega las ayudas como la que supondría potenciar su propio consumo. Una actitud egoísta, dice.
"Alemania va a ser la principal beneficiaria de esta política que perjudica a otros, y al final terminará objeto del resentimiento de todos", sentencia. "Debe cambiar".
Con la actual medicina, "es difícil ver cómo los países más débiles podrán recuperarse" porque, "la ausencia de crecimiento hará crecer la deuda". Como consecuencia el gran riesgo es "un largo período de estagnación o algo peor. Es difícil prever como actuarán el nacionalismo y la xenofobia en esas condiciones. En el peor escenario puede arruinar la democracia, y Alemania tendrá que correr con parte de la responsabilidad".
La crisis tiene un componente fiscal y otro bancario, y hay un error básico en la actitud alemana hacia la UE, en su imposición de austeridad a todos, cuando no todos tienen problemas fiscales.
