La semana en los mercados por DROBLO

Johngo

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La semana en los mercados.

Llevo más de una década visitando al menos una vez al año la zona comprendida entre Málaga y Fuengirola, ya que tengo varios amigos –y últimamente incluso familia- viviendo allí. Hace unos días estuve y choqué de frente con la realidad económica: el 100% me dijo que este verano estaba resultando peor que el del 2009, hoteles con poco más del 50% de ocupación en agosto, apartamentos en alquiler que otros años estaban reservados por semanas o quincenas en temporada alta desde junio y ahora van colocándose por días y fines de semana a trompicones en agosto, los turistas ingleses desaparecidos, viviendas rebajadas que no se venden…y paro, mucho paro. Dos conocidos –las impresiones personales siempre son parciales, quizás es casualidad- justo este mes dejaron de pagar la hipoteca, ambos en Unicaja, y los dos aceptaron la propuesta de la entidad financiera de una prórroga durante 3 años por la que sólo deben abonar intereses por lo que reducen la cuota aproximadamente a la mitad. Coincide con las noticias económicas de los periódicos, estos días Sacyr ha aplazado sus vencimientos de deuda 5 años, Sol Meliá 2…es decir, los problemas se postergan sin solucionarse pero sin aumentar la mora de las entidades financieras -¿Cómo no desconfiar de las cifras oficiales?-, de hecho los datos del Banco de España son elocuentes: la deuda hipotecaria alcanzó en junio los 684.922 millones de euros, lo que supone un incremento del 1,4% respecto al mismo mes de 2009, el mayor registrado en trece meses, es decir, sigue sin reducirse. Volviendo al caso concreto de estos dos conocidos, ¿Quién puede asegurar que dentro de 3 años tendrán un salario mayor que podrá soportar unos pagos mensuales casi con seguridad mucho más altos que los que abonaban hasta ahora? Lo curioso es que el motivo por el que estas dos personas dejaron de poder pagar su hipoteca justo en Julio es porque estaban aguantando ya que esperaban conseguir durante el verano ingresos extras que no han aparecido. Por supuesto, en dinero negro, algo que también me he encontrado en abundancia, y que probablemente es el que mantiene vivo el pequeño consumo la temporada invernal. La cara amarga es el fraude, y más concretamente la falta de rechazo social a él, siendo el mayor ejemplo que me he encontrado el de un arquitecto –famoso, alguna vez le he visto por TV- que presumía no sólo de haber sido declarado insolvente –con lo que conseguía no pagar pensión a su exmujer y unas cuantas multas-, también de cobrar una paga –inembargable por ser de asistencia- siendo millonario. Repito que lo peor es que a nadie que lo escuchaba le parecía mal que este tipo nos robara a todos. También deseo que sea sólo una apreciación parcial errónea.

Tras tantas contradicciones (playas llenas pero chiringuitos vacíos, dinero B pero no dinero A, numerosos carteles de “se vende o se alquila” que a nadie interesan…) cuando me encuentro en mi casa -a la vuelta- el número de Agosto de “Bloomberg Markets” con Bill Gross –el jefe de la mayor gestora de bonos del mundo- en portada recomendando comprar acciones no me sorprende y lo primero que se me ocurre es deducir que el vecino que los dos últimos meses me había robado la revista del buzón debía estar de vacaciones y que me voy a dedicar a intentar averiguar quién es, en lugar de intentar conocer los argumentos que tal personaje de sonrisa “profident” tiene –y seguro que son buenos, por qué no, ya vimos en 2009 el enorme divorcio entre bolsas y economía- para animar a la gente a invertir en un mundo donde el consumo sigue retrocediendo. Y es que los problemas no son sólo andaluces o españoles, la crisis ha golpeado tan fuerte a la primera economía del mundo que 1 de cada 4 estadounidenses no podrán pedir créditos para una compra importante porque no son lo bastante solventes. De hecho, cuando el viernes pasado tras el enésimo mal dato de paro americano la bolsa americana sufrió una bajada importante que la volvía a colocar en negativo del año, aminoró las pérdidas gracias a que la Administración Federal de Vivienda ofreció un programa para ayudar a los prestatarios que tienen hipotecas por encima del valor de las casas y que tienen problemas de pagos. Aparte del impacto reductor en los balances de los bancos de las hipotecas morosas, lo que se busca – eso sí, de nuevo con el dinero de los que no compraron una vivienda de forma irresponsable se financia a los que sí lo hicieron- es que no aumente el número de insolventes ya que 15 millones de norteamericanos pierden dinero con sus casas.

No son números que animen al optimismo, por mucho que los mercados en Julio hayan generado esa sensación dados los excesos pesimistas de junio. Y tampoco la actitud social parece la correcta, todos debemos entender que es muy complicado que nuestras administraciones puedan continuar prestando los mismos servicios con menos ingresos por la parálisis económica y sin posibilidad de aumentar la deuda, por eso el control del gasto y la honradez en su gestión es clave para superar esta situación, y todos debemos colaborar en ello. El problema es que gestores públicos y privados –los espejos en los que deberíamos mirarnos- demuestran un amor al dinero que ningunea a veces la más mínima ética. Siguiendo con la revista de Bloomberg, justo en el editorial –y en un amplio reportaje- se comenta que, además de otros, el Wachovia –hoy una unidad de Wells Fargo- colaboró a lavar millones de $ de los narcotraficantes mejicanos -que han matado, quizás gracias a ese apoyo financiero, a 22 mil personas desde 2006- y que incluso un antiguo cargo del banco dimitió tras denunciar los hechos a los directivos y que éstos le ignorasen, es decir, no es algo único de España ni mucho menos, pero no por eso debemos conformarnos.

Otro aspecto casi unánime en la opinión de la gente con la que he hablado estos días es que a partir de octubre se notará una nueva ola de la crisis con el fin de las contrataciones veraniegas y el frenazo en la obra pública. Desde luego tiene sentido, y los economistas -¡y hasta ZP!- también avisan que el PIB del tercer trimestre será negativo. Tras la crisis de la deuda pública que vivimos en Junio puede que lo que más pueda afectar a la sociedad sea que los gastos del estado sigan siendo cerca del doble que los ingresos y el desfase equivalga al 10% del PIB, no sólo por el castigo de los mercados (el martes nuestro presidente insinuó más gasto público para aliviar el recorte en Fomento y el spread contra el bund subió 15 centésimas en unas horas), también por las medidas radicales que el gobierno pueda tomar si no consiguen reducir el déficit tras los recortes sociales iniciados en marzo y las bajadas salariales y subidas impositivas de Julio. Eso a nivel nacional, personalmente temo más a la pésima gestión económica del equipo Obama (básicamente más subsidios y más deuda) y a Bernanke (que insiste en no reducir el balance de la FED) que a nuestras propias cifras ya que es en el exterior –como hacen nuestras grandes empresas- donde debemos concentrar nuestras esperanzas para que dejemos de empeorar y si la primera economía del mundo vuelve al camino descendente, ignoro cómo saldremos de esta. Yo quiero ser optimista pero el modelo económico de España es el que es, nadie lo está cambiando y se financia en gran parte del exterior.

En cuanto al mercado bursátil, la primera semana de agosto aún se vio beneficiada de la fuerte subida de Julio pero en ésta la bolsa no ha podido romper resistencias y el bajo volumen y las dudas sobre la economía de los EUA (alimentadas por la FED) está revertiendo el signo del mes. De momento no hay que ser alarmistas ya que está resultando un agosto típico (bandazos arriba y abajo) en el que hay protagonismo de las divisas: el yen con su fortaleza está perjudicando a la economía japonesa ( y a su bolsa, que ha tocado esta semana mínimos de 13 meses) y el €, cuya renovada debilidad está dando alas al rebote de los diferenciales entre la deuda periférica y el bund alemán. Por cierto, Nassim Taleb –el de los cisnes negros- profetiza un colapso de los bonos del Tesoro de los EUA, esperemos se equivoque.

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