La crisis cumple 3 años

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Manuel Lionza .– La crisis cumple tres años. Apenas ha pasado ese tiempo y hay serias dudas de que haya terminado. Desde el inicio del colapso del mercado de las hipotecas basura de Estados Unidos en agosto de 2007 y su contagio a casi todo el sistema financiero mundial hasta alcanzar la dimensión de una crisis sistémica, las principales economías todavía padecen sus devastadores efectos en los mercados financieros y en la economía real, y tienen dudas razonables de que la pesadilla subprime haya terminado. Hace tres años nadie podía imaginar que entidades como BNP Paribas suspendieran los reembolsos en algunos de sus fondos; que el modelo de banca de inversión estadounidense saltara por los aires y la comercial necesitara de fondos públicos, y que a resultas de todo ello la economía mundial tuviera que enfrentarse a una contracción crediticia que ha obligado a bancos centrales y a Gobiernos abanderados del liberalismo a comprar volúmenes masivos de deuda pública, y a aplicar políticas intervencionistas, respectivamente, para inyectar liquidez.

El asunto más grave, según analistas, empresarios y políticos, es la escasez de crédito, el goteo que los bancos aplican en la concesión de créditos a empresas, en su mayoría pequeñas, y a las familias. El necesario lubricante para invertir y consumir para que la economía crezca no llega a todos los que lo necesitan pese a los esfuerzos de las autoridades y a las masivas intervenciones de los bancos centrales para que fluya el dinero.

Algunos especialistas vinculan el fin de la crisis a la normalización del crédito y eso aún no ha sucedido. Algunas críticas se han dirigido contra la contraproducente política expansiva de los bancos centrales, las llamadas operaciones de relajación cuantitativa ("quantitative easing" ), a través de la compra masiva de deuda, porque han impedido que bajaran los precios de los activos para animar a los consumidores retrasando la recuperación. Por lo pronto, la Fed ha decidido frenar esas operaciones y ha preferido otras menos agresivas cuyos efectos reales están por ver.

"La crisis está lejos de haber terminado", según señaló un analista que subrayó la importancia de que la Fed y otros bancos centrales eviten realimentar la crisis con sobrerreacciones bienintencionadas pero contraproducentes. El sector bancario es un indicador de la incertidumbre sobre una pronta salida de la crisis: está dando prioridad al saneamiento de los balances y a la reducción del riesgo. El crédito es escaso porque el sector no quiere asumir más riesgos y esto es una amenaza para la financiación de las pequeñas y medianas empresas, señalan analistas. En Estados Unidos, la banca ha de enfrentarse al vencimiento de 1,4 billones de dólares en hipotecas entre 2011-2014 y encima a pocos prestatarios. Una situación que a algunos les recuerda el Japón de los años 90.

Al menos puede decirse que los rescates gubernamentales de numerosas entidades, algunas de dimensión sistémica, han contribuido a salvar al sistema financiero. Los principales 150 bancos del mundo están fuera del alcance de la crisis, aunque existen serias dudas sobre los de menor tamaño, donde no hay tanta transparencia y las calificaciones de su deuda son preocupantes en numerosos casos. Si se reprodujeran los mismos problemas que castigaron a los grandes bancos, los analistas señalan que las autoridades también saldrán al rescate de los medianos, muchos de las cuales tienen en sus balances deuda sin la suficiente garantía. "El BCE está todavía prestando 700.000 millones de euros a los bancos y la refinanciación sigue siendo problemática", observa un analista.
 
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