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José Alves.– Habría que remontarse a finales de la década de 1970, tras la "revolución de los claveles", y a principios de la década de 1980, antes de la adhesión a la antigua Comunidad Económica Europea, para encontrar una situación tan delicada como la que el país vecino está atravesando en la actualidad. Lo que Portugal tuvo que hacer entonces y podría volver a hacer hoy, fue poner sus finanzas bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI), que es lo que están reclamando ya muchos economistas lusos, ante la presión de los mercados y la convicción de que la reducción del déficit pasa por nuevas medidas de austeridad (incremento de la presión fiscal, congelación de los salarios de los funcionarios, recortes en la inversión pública...) cuya impopularidad es difícil de asumir por la clase política nacional. España podría verse afectada por esta situación, teniendo en cuenta que los inversores internacionales se fijan mucho en la proximidad geográfica y igualmente en la interdependencia de las economías de la Península.
La tarea más urgente que tienen los dirigentes políticos portugueses ante la presión de los mercados internacionales -que se muestran cada vez más reacios a comprar deuda pública lusa, cuyas tasas de interés a 10 años están ya por encima de la barrera psicológica del 6%-, es ponerse de acuerdo sobre las nuevas medidas de austeridad que el país necesita para alcanzar los objetivos de déficit pactados con la UE para este año (7,3%) y para el próximo (4,6%). El primer ministro José Sócrates y su ministro de las Finanzas Teixeira dos Santos lo tienen muy claro: los recortes del gasto público no serán suficientes, y habrá que aumentar los impuestos, que es lo que rechaza la oposición, principalmente el Partido Social Demócrata (PSD), cuya voto o "abstención constructiva" es imprescindible para viabilizar el Presupuesto del 2011.
Eso es lo Aníbal Cavaco Silva recuerda hoy al líder del PSD, Passos Coelho, que los últimos días tuvo un ataque de nervios... ante la amenaza de Sócrates, según la cual el gobierno socialista minoritario no tendría más remedio que abrir una "crisis política" en el caso de que el proyecto de ley de finanzas para 2011 fuera rechazado por el Parlamento. Así, aunque nadie tome muy en serio la posibilidad de un voto negativo del PSD y la eventual demisión de Sócrates, el Jefe del Estado cree necesario lanzar un mensaje constructivo a los portugueses y a los mercados: el martes consultó a los partidos de izquierda (PCP, BE), que ya descartaran votar el Presupuesto, y hoy miércoles hará lo propio con el PP-CDS (derecha), el PSD y el PS. En todo o caso, ante la proximidad de las presidenciales (primer trimestre 2011), Cavaco Silva ya no podrá disolver el Parlamento.
Lo que está en juego es convencer a la clase política y a la opinión pública que al país solo le quedan dos salidas: poner sus finanzas bajo la tutela de los tecnócratas del FMI y del Banco Central Europeo (BCE), que fue lo que hizo Grecia y con resultados positivos, o bien que sean el gobierno y la oposición (principalmente el PSD) los que se pongan de acuerdo sobre las nuevas y drásticas medidas de austeridad que el país necesita para alcanzar los objetivos de déficit y para convencer a los mercados. El informe que la OCDE presentó en lunes en Lisboa, es muy claro al respecto: Portugal solo volverá a ganar la confianza de los mercados con nuevos y drásticos recortes del gasto público y con un incremento de la presión fiscal, pero ya menos sobre las rentas del trabajo y del capital, y más sobre el IVA (23%) y el patrimonio.
Según Teixeira dos Santos, el país necesitará 4.500 millones de euros suplementarios para rebajar el déficit al 4,6% del PIB en 2011, y no podrá hacerlo reduciendo solo el gasto público corriente: las dos terceras partes están comprometidas con la seguridad social (pensiones), la salud, la educación, las transferencias de capital y los interés de la deuda. La administración tiene un peso del 22% en el gasto corriente, y las tres cuartas partes corresponden a los salarios de los funcionarios, que quedarán probablemente "congelados" hasta el 2013. Queda también poco margen para incrementar el impuesto sobre el patrimonio recomendado por la OCDE: representa solo el 1,4% del PIB (la media europea supera los 2%) porque las dos terceras partes de los 7,8 millones de inmuebles del país son tasados sobre valores desactualizados.
En todo o caso, lo que el gobierno tendrá que hacer, bajo la presión de la oposición y de los mercados, será dar un giro radical a la situación actual. Entre enero y agosto, Portugal fue el único país de la zona euro cuyo gasto publico creció a un ritmo superior al del PIB, un 4,8% frente a un 1,6%, respectivamente. La explicación oficial es que las medidas de austeridad impuestas por Bruselas, en el ámbito del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que el PSD tuvo ya que dejar pasar en el Parlamento (a través la misma "abstención constructiva" que se le exige ahora de cara al Presupuesto del 2011), solo producirán efecto en la segunda mitad del año, para rebajar el déficit al 7,3%. Algunos expertos contemplan inclusive la posibilidad de que el desequilibrio de las cuentas públicas quede al final por debajo del objetivo oficial.
Lo cierto es que según el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, el gobierno de Sócrates viene actuando con el "coraje" y la "responsabilidad" necesarios para hacer frente a una situación muy difícil, y hasta considera "injusta" la reacción negativa de los mercados frente a la deuda lusa. En la última subasta (22 de setiembre), las obligaciones del Tesoro a diez años solo encontraron comprador a una tasa record del 6,242%, la más alta desde la creación del Euro, con un diferencial de 4 puntos sobre la deuda alemana y de 2 puntos sobre la española. Y las últimas operaciones, el lunes, fueran aún más negativas, puesto que la tasa de interés de la deuda portuguesa alcanzó los 6,4%, con que la prima de riesgo de los inversores (los "crédit default swaps") ya alcanza los 406 puntos, lo que sitúa la deuda pública portuguesa como la sétima con mayores riesgos al nivel mundial. De ahí, el clima de alarme general en Portugal.
Un clima además que puede extenderse a España: los expertos llevan tiempo alertando contra el llamado "efecto de simpatía", que se explicaría en este caso no solo por la mala situación económica y por los desequilibrios presupuestarios de ambos países ibéricos, sino también por la proximidad geográfica y por la interdependencia de las economías de la Península. El riesgo de que los mercados acaben poniendo Portugal y España en un mismo saco, es pues considerable. Hace unos meses, los más preocupados ante este "efecto de simpatía" eran los portugueses, haciendo valer que Portugal tenía unos indicadores macroeconómicos (PIB, paro, déficit, deuda) menos negativos que los de España, pero ahora son los españoles quienes tendrían que ponerse en alerta ante un eventual cambio de orientación de los mercados.
Con que aquellos "malos vientos" que solían soplar invariablemente de España sobre Portugal (una imagen histórica pero ya anacrónica) podrían cambiar próximamente de dirección, para soplar en el sentido contrario, en función de la inspiración de los inversores internacionales, cuyas reacciones no siempre obedecen a la lógica...
La tarea más urgente que tienen los dirigentes políticos portugueses ante la presión de los mercados internacionales -que se muestran cada vez más reacios a comprar deuda pública lusa, cuyas tasas de interés a 10 años están ya por encima de la barrera psicológica del 6%-, es ponerse de acuerdo sobre las nuevas medidas de austeridad que el país necesita para alcanzar los objetivos de déficit pactados con la UE para este año (7,3%) y para el próximo (4,6%). El primer ministro José Sócrates y su ministro de las Finanzas Teixeira dos Santos lo tienen muy claro: los recortes del gasto público no serán suficientes, y habrá que aumentar los impuestos, que es lo que rechaza la oposición, principalmente el Partido Social Demócrata (PSD), cuya voto o "abstención constructiva" es imprescindible para viabilizar el Presupuesto del 2011.
Eso es lo Aníbal Cavaco Silva recuerda hoy al líder del PSD, Passos Coelho, que los últimos días tuvo un ataque de nervios... ante la amenaza de Sócrates, según la cual el gobierno socialista minoritario no tendría más remedio que abrir una "crisis política" en el caso de que el proyecto de ley de finanzas para 2011 fuera rechazado por el Parlamento. Así, aunque nadie tome muy en serio la posibilidad de un voto negativo del PSD y la eventual demisión de Sócrates, el Jefe del Estado cree necesario lanzar un mensaje constructivo a los portugueses y a los mercados: el martes consultó a los partidos de izquierda (PCP, BE), que ya descartaran votar el Presupuesto, y hoy miércoles hará lo propio con el PP-CDS (derecha), el PSD y el PS. En todo o caso, ante la proximidad de las presidenciales (primer trimestre 2011), Cavaco Silva ya no podrá disolver el Parlamento.
Lo que está en juego es convencer a la clase política y a la opinión pública que al país solo le quedan dos salidas: poner sus finanzas bajo la tutela de los tecnócratas del FMI y del Banco Central Europeo (BCE), que fue lo que hizo Grecia y con resultados positivos, o bien que sean el gobierno y la oposición (principalmente el PSD) los que se pongan de acuerdo sobre las nuevas y drásticas medidas de austeridad que el país necesita para alcanzar los objetivos de déficit y para convencer a los mercados. El informe que la OCDE presentó en lunes en Lisboa, es muy claro al respecto: Portugal solo volverá a ganar la confianza de los mercados con nuevos y drásticos recortes del gasto público y con un incremento de la presión fiscal, pero ya menos sobre las rentas del trabajo y del capital, y más sobre el IVA (23%) y el patrimonio.
Según Teixeira dos Santos, el país necesitará 4.500 millones de euros suplementarios para rebajar el déficit al 4,6% del PIB en 2011, y no podrá hacerlo reduciendo solo el gasto público corriente: las dos terceras partes están comprometidas con la seguridad social (pensiones), la salud, la educación, las transferencias de capital y los interés de la deuda. La administración tiene un peso del 22% en el gasto corriente, y las tres cuartas partes corresponden a los salarios de los funcionarios, que quedarán probablemente "congelados" hasta el 2013. Queda también poco margen para incrementar el impuesto sobre el patrimonio recomendado por la OCDE: representa solo el 1,4% del PIB (la media europea supera los 2%) porque las dos terceras partes de los 7,8 millones de inmuebles del país son tasados sobre valores desactualizados.
En todo o caso, lo que el gobierno tendrá que hacer, bajo la presión de la oposición y de los mercados, será dar un giro radical a la situación actual. Entre enero y agosto, Portugal fue el único país de la zona euro cuyo gasto publico creció a un ritmo superior al del PIB, un 4,8% frente a un 1,6%, respectivamente. La explicación oficial es que las medidas de austeridad impuestas por Bruselas, en el ámbito del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que el PSD tuvo ya que dejar pasar en el Parlamento (a través la misma "abstención constructiva" que se le exige ahora de cara al Presupuesto del 2011), solo producirán efecto en la segunda mitad del año, para rebajar el déficit al 7,3%. Algunos expertos contemplan inclusive la posibilidad de que el desequilibrio de las cuentas públicas quede al final por debajo del objetivo oficial.
Lo cierto es que según el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, el gobierno de Sócrates viene actuando con el "coraje" y la "responsabilidad" necesarios para hacer frente a una situación muy difícil, y hasta considera "injusta" la reacción negativa de los mercados frente a la deuda lusa. En la última subasta (22 de setiembre), las obligaciones del Tesoro a diez años solo encontraron comprador a una tasa record del 6,242%, la más alta desde la creación del Euro, con un diferencial de 4 puntos sobre la deuda alemana y de 2 puntos sobre la española. Y las últimas operaciones, el lunes, fueran aún más negativas, puesto que la tasa de interés de la deuda portuguesa alcanzó los 6,4%, con que la prima de riesgo de los inversores (los "crédit default swaps") ya alcanza los 406 puntos, lo que sitúa la deuda pública portuguesa como la sétima con mayores riesgos al nivel mundial. De ahí, el clima de alarme general en Portugal.
Un clima además que puede extenderse a España: los expertos llevan tiempo alertando contra el llamado "efecto de simpatía", que se explicaría en este caso no solo por la mala situación económica y por los desequilibrios presupuestarios de ambos países ibéricos, sino también por la proximidad geográfica y por la interdependencia de las economías de la Península. El riesgo de que los mercados acaben poniendo Portugal y España en un mismo saco, es pues considerable. Hace unos meses, los más preocupados ante este "efecto de simpatía" eran los portugueses, haciendo valer que Portugal tenía unos indicadores macroeconómicos (PIB, paro, déficit, deuda) menos negativos que los de España, pero ahora son los españoles quienes tendrían que ponerse en alerta ante un eventual cambio de orientación de los mercados.
Con que aquellos "malos vientos" que solían soplar invariablemente de España sobre Portugal (una imagen histórica pero ya anacrónica) podrían cambiar próximamente de dirección, para soplar en el sentido contrario, en función de la inspiración de los inversores internacionales, cuyas reacciones no siempre obedecen a la lógica...