Una incoherente política de cohesión

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Fondos estructurales de la UE

Una incoherente política de cohesión

30 noviembre 2010 Financial Times Londres



Del principal fondo de la UE para el crecimiento, de 347.000 millones de euros y destinado a las regiones más desfavorecidas de Europa, sólo logra asignarse un diez por ciento. Miles de millones se quedan a la espera de asignación porque los gobiernos nacionales, con problemas de liquidez, no logran encontrar los fondos complementarios necesarios. El diario Financial Times ha publicado un informe de investigación al respecto.

La solidaridad ha sido desde hace tiempo la palabra clave de la Unión Europea. La Política de Cohesión de la UE, que distribuye cada año miles de millones de euros de financiación pública para este bloque de 500 millones de personas, es la realización más patente de esta ambición. Con este programa colosal se financian más de 600.000 proyectos, desde los puentes que atraviesan el Danubio hasta los cursos de formación para los empleados de McDonald’s en Suecia.
En su intento de fomentar el desarrollo económico y paliar las divisiones de la Guerra Fría, los líderes de Europa pretenden unir más a las personas de la región y elevar el nivel de vida, no sólo en los lugares más rezagados económicamente, sino también en el centro desarrollado del continente, mediante la activación de la demanda general de bienes y servicios. Desde los miles de kilómetros de carreteras por los que circulan, hasta los museos que visitan e incluso las clases de fitness a las que asisten, millones de europeos se benefician de los frutos de la generosidad de la UE.
“Es una parte inherente a la idea de Europa y al proyecto europeo”, comenta Johannes Hahn, comisario responsable de la dirección general de la política regional de la UE, que supervisa el programa de fondos estructurales.
Los proyectos se desvían de sus objetivos

Sin embargo, los críticos atacan al programa y lo tachan de ejercicio de redistribución de la riqueza con fallos y repleto de derroches y fraudes. En estos tiempos en los que las crecientes tensiones económicas sacuden los mercados de bonos de la eurozona, en los que las capitales europeas se enfrentan entre sí y se pone en duda el futuro del proyecto europeo, estos críticos además se preguntan si el dinero no podría emplearse de un modo mejor.
Ahora que los Estados miembros de la UE comienzan las negociaciones para la siguiente ronda de financiación y la Comisión Europea se dispone a revisar el mismo marco de trabajo en el que se basa la política, FT y el Bureau of Investigative Journalism han realizado un proyecto conjunto para intentar responder a dos preguntas sencillas: ¿dónde acaba el dinero? y ¿la política logra el objetivo previsto inicialmente?

Entre las principales conclusiones se encuentran las siguientes:

● El programa de fondos estructurales de la UE se ha transformado en una burocracia opaca que hace que a los contribuyentes les resulte muy complicado determinar en qué se emplea su dinero.
● Un sistema de revisión descentralizado y débil rara vez sanciona el fraude y el uso indebido de los fondos y los casos detectados no llegan a ninguna parte y van y vienen durante años entre las capitales de los países miembros y Bruselas. Una de las consecuencias es que las organizaciones del crimen organizado siguen desviando millones de euros, a pesar de las advertencias realizadas desde hace décadas.
● Un programa que se había ideado para impulsar hacia la reluciente modernidad a países antes de menor desarrollo, como Irlanda o España, ahora gasta miles de millones de euros al año en proyectos que al parecer ya no se ajustan a la misión original del programa: transformar las partes más desfavorecidas de la Unión a través de la inversión en infraestructuras, educación y desarrollo y convertirlas en comunidades prósperas y sostenibles.
● Algunos de los grandes beneficiarios corporativos de un programa ideado para apoyar a las pequeñas y medianas empresas son sociedades multinacionales como IBM, Fiat y el distribuidor de moda H&M. Entre ellas también se encuentra British American Tobacco, empresa a la que se asignaron 1,6 millones de euros en fondos nacionales y de la UE para ayudar a financiar la construcción de una fábrica de tabaco precisamente en el momento en el que la UE se gastaba millones para conseguir que sus ciudadanos dejaran de fumar.
Juntos, casi todos estos proyectos forman la imagen de un programa que se ha desviado con creces de sus objetivos iniciales, más de 50 años después de su creación.

Poco compromiso y varios escándalos de fraude

La Comisión, la rama ejecutiva de la UE, presume de que en la última fase de financiación, que acabó en 2006, su política de cohesión ayudó a crear alrededor de 1,4 millones de trabajos y cofinanció más del 77 por ciento de las autopistas en los países más desfavorecidos de la UE. El programa constituye entre el 4 y el 5 por ciento del producto interior bruto en algunos países miembros.
“Esta política... se une a tantas otras que tratan las mismas cuestiones que a nivel macroeconómico simplemente es imposible de evaluar”, comenta Fabrizio Barca, director general del ministerio italiano de Economía y Finanzas y al que la ex comisaria de la UE Danuta Hübner le encomendó la tarea de escribir un informe independiente para evaluar la eficacia de la política de cohesión.
El bajo nivel de compromiso, los porcentajes de error continuamente altos y los casos de fraude han encendido el debate y han hecho aumentar las tensiones en algunos ámbitos de la UE. Una serie de escándalos que han acabado en la suspensión del pago de fondos a Bulgaria y Rumanía y la noticia de que la mafia italiana estaba desviando fondos públicos han hecho mella en la confianza del público en el sistema. El público también ha planteado preguntas políticamente tensas sobre si los Estados miembros que claramente carecen de un cierto nivel de compromiso y responsabilidad fiscal deberían haber sido admitidos en la UE.
Pocos casos de fraude se han llegado a procesar con éxito. La OLAF, la oficina que lucha contra el fraude en la UE, no dispone de muchos empleados y por ello se ve obligada a escoger con minuciosidad sus casos, algo que según los críticos es la clave del problema de los fondos estructurales. “El mensaje que estamos transmitiendo al crimen organizado es que se pueden cometer fraudes, porque nadie realizará un seguimiento”, comenta Ingeborg Grässle, eurodiputada alemana que forma parte del comité de control presupuestario de la UE. “¿Por qué no les decimos a los Estados miembros ‘No están actuando como es debido’ y dejamos de financiarles?”

El desarrollo de las regiones desfavorecidas beneficia a todos

Pero algunos de los Estados más ricos de la UE, aquellos que son los contribuidores netos del programa de fondos estructurales, también han tenido problemas. La Comisión ha suspendido en varias ocasiones los fondos a Alemania y ha mostrado sus reservas sobre los sistemas de control en Reino Unido y otros Estados miembros. En diciembre de 2009, por ejemplo, la UE suspendió el pago de cerca de 16 millones de euros en fondos estructurales al estado alemán de Brandeburgo, porque se habían detectado una serie de errores generalizados en la Landesagentur fur Struktur und Arbeit Brandenburg, la autoridad que gestiona la mayoría de gastos con fondos estructurales en la región.
En Bruselas son muchos los que piensan que al centrarse en el fraude se oculta el verdadero problema: el del control de calidad. “En realidad no les interesa si el puente se ha construido, lo único que les interesan son las fechas y el tiempo”, comenta Marek Kalupa, cuya oficina coordina la implementación de fondos estructurales en Polonia. Y los que cumplen las normas además se quejan de que el temor al fraude les obliga a enfrentarse a un sistema desordenado de controles que insisten en realizar múltiples auditorías de los proyectos.
Ante todas las preguntas que se plantean, los que supervisan en Bruselas el programa de fondos estructurales siguen insistiendo en que tiene una función vital en la UE actual y que se concentran firmemente en el futuro. “Ahora más que nunca debemos centrarnos en los resultados”, afirma Johannes Hahn, comisario de Política Regional. Aún así, Hahn expone que en el mercado único de la Unión, los miles de millones invertidos en el refuerzo de las economías más débiles siguen teniendo sentido.
“Dos tercios de las exportaciones [en Europa] son exportaciones internas”, señala. “Si desarrollamos estas regiones más desfavorecidas, se generarán oportunidades de mercado para los demás y por lo tanto surgirán también oportunidades de empleo en las regiones más ricas”. Por ello, incluso 50 años después de su creación, los fondos estructurales constituyen una apuesta a largo plazo. “Pero al final, compensa”, afirma Hahn
 
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