Martin Feldstein: La FED impulsó a las acciones, éstas al consumo y éste al PIB

droblo

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El autor es profesor de economía en Harvard, fue Jefe del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Ronald Reagan y Presidente de la Oficina Nacional de Estudios Económicos:

Hasta el cuarto trimestre del año pasado, la recuperación económica de EE.UU. que comenzó en el verano de 2009 fue decididamente anémica. El crecimiento anual del PIB en los tres primeros trimestres de 2010 tuvo apenas un promedio de alrededor del 2,6%, la mayor parte de lo cual fue sólo llenado de inventarios. Sin la inversión en inventarios, el índice de crecimiento de las ventas finales fue en promedio menos del 1%.

Pero el cuarto trimestre fue muy diferente. El PIB anual aumentó en un 3,2% y el crecimiento de las ventas finales se disparó a un notable 7,1% interanual. Es cierto que gran parte de eso se debió a una fuerte disminución de las importaciones, pero incluso el índice de crecimiento de las ventas finales a los compradores nacionales aumentó a un saludable ritmo del 3,4%.

El factor clave del aumento de las ventas finales fue un fuerte aumento del consumo. El gasto real del consumo personal creció a un robusto ritmo del 4,4%, mientras el gasto en bienes de consumo duraderos se elevó en un 21%. Eso significó que la aceleración del crecimiento del consumo representa casi el 100% del incremento en el PIB, y el alza en el gasto en bienes duraderos representa casi la mitad de ese porcentaje.

Sin embargo, el aumento del consumo no se debió a un mayor empleo o un crecimiento más rápido de los ingresos. Por el contrario, refleja una caída en la tasa de ahorro personal. El ahorro de los hogares había aumentado de menos del 2% de los ingresos después de impuestos en 2007 a un 6,3% en la primavera de 2010. Pero entonces se redujo en un punto porcentual entero, siendo del 5,3% en diciembre de 2010.

Una razón probable de la caída en la tasa de ahorro y el consiguiente aumento del consumo fue la fuerte alza en el mercado de valores, que subió un 15% entre agosto y finales de año. Eso, por supuesto, es lo que la Fed había estado esperando.

En la conferencia anual de la Fed en Jackson Hole, Wyoming, en agosto, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, explicó que se estaba considerando una nueva ronda de flexibilización cuantitativa (apodada QE2), en que la Fed compraría un volumen importante de bonos del Tesoro a largo plazo, con lo que se induciría a los tenedores de bonos a cambiar a valores de renta variable. El consiguiente aumento de precios de las acciones incrementaría la riqueza de los hogares, generando un impulso al consumo.

Es cierto que no hay ninguna prueba de que la QE2 produjera el alza del mercado de valores, o que ésta provocara el aumento del consumo. Pero el momento en que se produce la subida de la bolsa y la inexistencia de cualquier otra razón para un fuerte aumento del consumo hacen que esa cadena de acontecimientos parezca muy plausible.

La magnitud de la relación entre el aumento del mercado de valores y el salto en el consumo también se ajusta a los datos. Puesto que la propiedad de acciones (incluidos los fondos de inversión) de los hogares estadounidenses representa en total unos 17 billones de dólares, un aumento del 15% en el precio de las acciones aumentó la riqueza de los hogares en cerca de 2,5 billones de dólares. La relación pasada entre la riqueza y el gasto de los consumidores implica que cada 100 dólares de riqueza adicional aumenta el consumo en alrededor de cuatro dólares, por lo que 2,5 billones de dólares de riqueza adicional aumentaría el consumo en aproximadamente 100 mil millones de dólares.

Esta cifra coincide estrechamente con la caída del ahorro de los hogares y el consiguiente aumento en el consumo. Dado que los ingresos de los hogares estadounidenses después de impuestos ascienden a 11,4 billones de dólares, una caída de un punto porcentual en la tasa de ahorro significa una disminución del ahorro y el correspondiente aumento en el consumo de 114 mil millones de dólares, cifra muy cercana a la subida del consumo que implicó el aumento de la riqueza como resultado del alza del precio de las acciones.

Nada de esto parece un muy buen augurio para 2011. No hay razones para esperar que el mercado de valores siga subiendo al rápido ritmo de 2010. Está previsto que la flexibilización cuantitativa finalice en junio de 2011 y no se espera que tras ello la Fed continúe con sus compras masivas de bonos del Tesoro.

Sin ese aumento de la riqueza del mercado de valores, ¿seguirá disminuyendo el índice de ahorro y el ritmo del consumo seguirá aumentando más rápidamente que el PIB? ¿El fuerte crecimiento económico de fines de 2010 será suficiente para impulsar un mayor gasto de los hogares y las empresas en 2011, a pesar de que precios de las viviendas continúen cayendo y el mercado laboral siga debilitado? ¿Y el soporte artificial para el mercado de bonos y acciones significa que estamos frente a burbujas que pueden estallar antes de que termine el año?

Sólo el tiempo lo dirá, por supuesto. Pero estas son las preguntas que tanto los inversionistas como los políticos se deberían estar haciendo.
 

droblo

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100% de acuerdo, y no sólo con las acciones como demuestra este gráfico. El discurso del 27 de agosto de Bernanke anunciando más dinero lo cambió todo:
 
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