7
777
Guest
Tras unas semanas en las que el norte de África había quitado del ojo del huracán a las economías de la periferia europea, este lunes Moody's ha vuelto a elevar la presión sobre Grecia, el primer país que necesitó solicitar ayuda externa para poder afrontar los pagos de su deuda. La calificadora ha rebajado un escalón el rating, hasta 'B1' y ha alertado de que podría no ser el último recorte si el escenario no mejora.
La principal razón que esgrime la agencia es la incertidumbre sobre la capacidad del gobierno para llevar a la realidad las medidas que ha plasmado en papeles. Los planes de reforma y austeridad son concretos y deberían bastar para reconducir las finanzas helenas, pero la agencia cree que, por el momento, no se están cumpliendo a rajatabla. Los datos ya conocidos le dan la razón: la deuda cerró 2010 en el 148,6 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB), algo por encima de lo estimado, y el ejecutivo empeoró su previsión de déficit hasta el 9,8 por 100 del PIB, debido a los desajustes que encontró en la liquidación de ingresos del ejercicio 2009.
Precisamente, es en los ingresos donde la agencia centra otra de sus críticas: el plan contra el fraude fiscal, que pretendía reducir la enorme bolsa de economía sumergida que se sospecha existe en el país, no cuenta con suficientes efectivos materiales. Los escasos medios con que se ha dotado tendrían que, según Moody's, hacer un milagro para derribar la muralla que constituye la laxa moral griega ante los impuestos.
Y la agencia tampoco olvida que también hay dudas entre quienes salieron en su ayuda. La improvisación con que se puso en marcha el rescate dejó sin resolver unas cuantas cuestiones, sobre todo, qué ocurrirá a partir de 2013 si Grecia sigue siendo incapaz de financiarse en los mercados.
Sean o no justificadas las razones de Moody's, lo cierto es que la reacción del gobierno griego no se ha hecho esperar. A las pocas horas, se ha defendido y ha insistido en que sus planes se están poniendo en práctica y que, en caso de no cumplir los objetivos, está dispuesto a impantar cuantas medidas adicionales sean necesarias para que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) no cierren el grifo.
Quizá uno de los motivos que menos haya gustado al gobierno griego sea el momento elegido por la agencia para dar a conocer su rebaja. La cumbre informal de líderes europeos, que se celebra este viernes, tiene entre sus puntos a tratar la ampliación del plazo para devolver el rescate. La decisión no se tomará hasta final de mes, pero las autoridades helenas se habían anotado una victoria que daban por segura. Volver a situar a Grecia, y con ella al resto de Europa, bajo la lupa de los mercados no ayudará a vencer las dudas de los más reticentes.
La principal razón que esgrime la agencia es la incertidumbre sobre la capacidad del gobierno para llevar a la realidad las medidas que ha plasmado en papeles. Los planes de reforma y austeridad son concretos y deberían bastar para reconducir las finanzas helenas, pero la agencia cree que, por el momento, no se están cumpliendo a rajatabla. Los datos ya conocidos le dan la razón: la deuda cerró 2010 en el 148,6 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB), algo por encima de lo estimado, y el ejecutivo empeoró su previsión de déficit hasta el 9,8 por 100 del PIB, debido a los desajustes que encontró en la liquidación de ingresos del ejercicio 2009.
Precisamente, es en los ingresos donde la agencia centra otra de sus críticas: el plan contra el fraude fiscal, que pretendía reducir la enorme bolsa de economía sumergida que se sospecha existe en el país, no cuenta con suficientes efectivos materiales. Los escasos medios con que se ha dotado tendrían que, según Moody's, hacer un milagro para derribar la muralla que constituye la laxa moral griega ante los impuestos.
Y la agencia tampoco olvida que también hay dudas entre quienes salieron en su ayuda. La improvisación con que se puso en marcha el rescate dejó sin resolver unas cuantas cuestiones, sobre todo, qué ocurrirá a partir de 2013 si Grecia sigue siendo incapaz de financiarse en los mercados.
Sean o no justificadas las razones de Moody's, lo cierto es que la reacción del gobierno griego no se ha hecho esperar. A las pocas horas, se ha defendido y ha insistido en que sus planes se están poniendo en práctica y que, en caso de no cumplir los objetivos, está dispuesto a impantar cuantas medidas adicionales sean necesarias para que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) no cierren el grifo.
Quizá uno de los motivos que menos haya gustado al gobierno griego sea el momento elegido por la agencia para dar a conocer su rebaja. La cumbre informal de líderes europeos, que se celebra este viernes, tiene entre sus puntos a tratar la ampliación del plazo para devolver el rescate. La decisión no se tomará hasta final de mes, pero las autoridades helenas se habían anotado una victoria que daban por segura. Volver a situar a Grecia, y con ella al resto de Europa, bajo la lupa de los mercados no ayudará a vencer las dudas de los más reticentes.