Las agencias de calificación, descalificadas
Hay un viejo dicho en Wall Street que versa así: “En un mercado alcista, no se necesita a los analistas; en uno bajista, no se les quiere”. Esta expresión le vino a la memoria al colaborador de Market Watch y autor de Bailout Nation, Barry Ritholtz, el lunes, tras conocer la rebaja de perspectiva que efectuó S&P sobre el rating AAA de Estados Unidos.
Tras la brutal crisis financiera de 2008 y 2009, las agencias de calificación crediticia fueron la diana de todas las críticas, porque demostraron su incapacidad para prever aquel colapso sin precedentes. Entonces se dudó de su eficacia e, incluso, de su honradez y legalidad, dado que estas firmas cobran de los clientes a los que califican. Con la independencia de estas agencias en entredicho, las autoridades económicas de todo el mundo intentaron revisar su regulación y su mecanismo de trabajo, pero todo quedó en agua de borrajas, y una brutal crisis después… todavía hoy las tres agencias de calificación son las únicas que determinan, previo pago, la solvencia de gobiernos, empresas, instituciones o ciudades. Es decir, en función de lo que digan Fitch, Moody’s y S&P, a un gobierno, empresa, institución o ciudad, repetimos, previo pago, le cuesta más o menos financiarse. No es de extrañar, por tanto, que ayer hubiera algún analista que explicase la decisión de S&P con un simple “lo ha hecho para demostrar que no está dormida y evitar crisis pasadas”.
Ya lo decía el premio Nobel de Economía y profesor de Columbia, Joseph Stiglitz: “Las agencias son unas de las grandes culpables de la crisis. Formaron parte de la alquimia que convirtió activos con rating F en activos con rating A. Los bancos no podrían haber hecho lo que hicieron sin la complicidad de las agencias de rating”.
Por tanto, “¿quién está preocupado?”, se preguntaba Ritholtz el lunes, y él mismo se contestaba: “No es que no esté de acuerdo con los argumentos de la agencia (alto endeudamiento del Estado, elevado déficit fiscal, ausencia de acuerdos políticos para atajar ambos problemas), sino que voy más allá. Me parece más importante que un inversor como Bill Gross de PIMCO anunciara su desinversión en bonos estadounidenses hace un mes, que lo que diga S&P. La decisión de Gross le dio al inversor en renta fija todo lo que necesitaba saber, no era necesaria la actuación de la agencia”.
Y prosigue, sin pelos en la lengua: “Si hay una organización más corrupta, incompetente y menos capaz de realizar un análisis inteligente sobre la deuda que S&P, yo no la conozco. ¿Por qué digo esto? Porque en gran parte, la terrible posición financiera de Estados Unidos se debe al ‘buen trabajo’ de S&P”, ironiza. Ritholtz cree, por tanto, que la perspectiva negativa de Estados Unidos se debe a que S&P ha sido incapaz de hacer su trabajo en lo que se refiere a los activos respaldados por hipotecas. “En última instancia, esto ha provocado la crisis: el colapso financiero, el enorme déficit presupuestario y, ahora, una política por encima del techo de gasto. La perspectiva de futuro es negativa, por supuesto, en gran parte, por el trabajo de S&P y Moody’s”. La pregunta que se hace este experto, y en definitiva, todo el mundo, es por qué se sigue reconociendo a estas agencias después de “la corrupción, incompetencia e incapacidad” que han demostrado para cumplir con sus tareas.
Tampoco se muerde la lengua en este sentido Scott Grannis, colaborador de SeekingAlpha: “Si el elevado déficit de Estados Unidos y el alto endeudamiento del Gobierno son una noticia para ti, tú no deberías tomar decisiones sobre inversión. Un inversor inteligente no necesita esperar a que S&P advierta sobre los problemas del Gobierno, problemas obvios desde hace al menos dos años”. Y de nuevo… “Lo que sorprende es que el mercado todavía reaccione de forma negativa a las decisiones de la agencia”.
Lo cierto es que el mercado parece ir aprendiendo de errores pasados y, tal y como recordaba anoche nuestro experto en Estados Unidos, Jason Martin, está apunto de borrar y convertir en historia la decisión de la agencia de calificación. El principal índice del mundo, el S&P, cerraba ayer a tan sólo siete puntos del nivel previo a la rebaja de la perspectiva.
Los inversores son cada vez más conscientes de esa realidad que dibuja Grannis de que “las agencias son raramente las primeras en cubrir importantes cambios en los fundamentales que hay tras activos y cuentas públicas. A menudo son las últimas en darse cuenta. Los inversores inteligentes entienden y reaccionan a los cambios muy por delante de las ‘revelaciones’ de las agencias, pero éstas no tienen suficiente dinero para contratar a empleados lo suficientemente listos como para batir al mercado”. Imaginamos que porque esos codiciados “inversores inteligentes” están ahí fuera “forrándose” ya que, como decía el famoso inversor húngaro, André Kostolany: “Si la especulación bursátil fuera tan fácil, no habría mineros, leñadores, ni otros trabajadores en labores pesadas. Todos serían especuladores”.
Grannis lo tiene claro: “Si realmente S&P fuera impecable en su trabajo, tendría que subir la perspectiva de Estados Unidos porque, por primera vez en muchos años, el Congreso es consciente de que debe tomar medidas serias de recortes de gastos. La ironía es que la agencia toma la decisión no en la cúspide de los problemas de deterioro fiscal, sino cuando estamos ante lo que puede ser el comienzo de una nueva y muy positiva tendencia”.
María Gómez por BMS