El problema inmobiliario de las oficinas

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El mercado de oficinas se está adaptando a las nuevas reglas del juego de un modo más ágil que el residencial. Su mayor versatilidad para adecuar oferta y demanda ayudará a que su salida de la crisis se produzca antes que la de la vivienda y sin dejarse demasiados descosidos por el camino. Para empezar, conscientes de la que se avecinaba, los propietarios fueron menos remisos a la hora de rebajar los precios de los alquileres. Su caída acumula un descenso superior al 30 por 100 desde finales de 2008 y, aunque de forma más suavizada, aún seguirán abaratándose durante este año, incluso en los mejores inmuebles, conocidos en el argot como clase A.

Y ello, a pesar de que la nueva oferta irá incorporándose al mercado casi con cuentagotas. La consultora inmobiliaria Cushman & Wakefield prevé que en Barcelona, por ejemplo, durante los próximos nueve meses sólo se terminarán unos 15.000 metros cuadrados. De ellos, 11.000 ya tienen inquilino. En Madrid, según Jones Lang LaSalle, la nueva oferta será de unos 50.000 metros cuadrados para el conjunto de 2011. Ambas cifras están muy por debajo de los ritmos de entrega de años anteriores. Respecto a 2012, los expertos coinciden en que apenas se terminarán proyectos si no es con el contrato de alquiler asegurado.

A la dificultad económica que atraviesan las empresas se añade otro factor: cada vez se necesita menos espacio -entendido como la relación metros cuadrados/plantilla-, puesto que, en función de la actividad, cada vez se extiende más la fórmula del teletrabajo o, en empresas básicamente comerciales, donde el personal pasa más tiempo fuera que dentro de las oficinas, la compartición de un mismo puesto de trabajo por varios empleados. De este modo, si antes la demanda de reposición (cambio desde un edificio antiguo a otro nuevo) conllevaba en muchos casos un aumento de la superficie contratada, ahora el fenómeno es el contrario.

Estas antiguas sedes, por otra parte, suelen ser inmuebles cuyas calidades y especificaciones técnicas no corresponden a las necesidades demandadas por parte de las empresas hoy en día. Si se mantiene un cierto ritmo de ocupación es gracias a pequeñas compañías que siguen prefiriendo no moverse del centro de la ciudad y aprovechan los ajustes en las rentas y otras concesiones por parte de los propietarios, por ejemplo, carencias y ayudas en obras de acondicionamiento.

Y si difícil lo tienen los edificios, hay otro segmento del mercado con el panorama aún más complicado: pisos que se alquilan como si fueran oficinas. Ubicadas en la primera planta de inmuebles residenciales, en la mayor parte de los casos no tienen condiciones de uso apropiadas. Distribuciones muy compartimentadas, ausencia de instalaciones que soporten infraestructuras de comunicaciones y propietarios, por lo general particulares, cuya mentalidad dista mucho de plegarse a las condiciones del mercado, valorando sólo la ubicación -centro de la ciudad- a la hora de establecer el precio. En este caso, su travesía por el desierto no ha hecho más que empezar.
 
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