N
No Registrado
Guest
Lejos de empezar a ver luz al final del túnel, la crisis griega se agrava día a día y sus consecuencias, tanto en el propio país como en el exterior, se tornan más impredecibles. La relativa calma que siguió al rescate de Portugal ha durado apenas unas semanas y las miradas se han vuelto a dirigir a Grecia.
El gobierno de Atenas fue el primero en hacer saltar alarmas al pedir más tiempo a la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para devolver los fondos recibidos, pero el momento clave llegó cuando el ministro de Finanzas, Yorgos Papadopoulos, reclamó más ayudas, en vista de que los 110.000 millones de euros concedidos no bastarán para afrontar sus obligaciones de vencimientos en los próximos años.
A partir de ese momento los profusos rumores no han hecho sino echar más leña a un fuego que las realidades también avivan. Los nuevos planes de ajuste del gobierno, ampliados casi a diario por la presión de los países europeos y las agencias de rating, han elevado la tensión y, por si fuera poco, la constatación de que los puestos en marcha no alcanzan, ni de lejos, los resultados esperados ha puesto la guinda.
En este escenario, la incertidumbre es mala compañera y amplía las reacciones de los mercados, por lo general exageradas. La reunión mantenida el martes por los ministros de Finanzas de la eurozona es buen ejemplo: las expectativas suscitadas provocaron en las primeras horas de este miércoles fuertes ganancias en las bolsas europeas, pero la decepción tras conocer que apenas había puntos en común para el acuerdo, las ha tumbado a mediodía. El motivo de controversia: la implicación del sector privado en los rescates. Mientras las autoridades comunitarias prefieren asumir en solitario la nueva asistencia a Grecia, algunos países miembros, liderados por Alemania, son partidarios de que el resto de acreedores también contribuya.
Si en el exterior las cosas están poco claras, dentro de Grecia la crisis social y política se hace más patente. La tercera huelga general de 2011, que también ha tenido lugar este miércoles, se ha saldado con violentos enfrentamientos entre manifestantes y policía, mientras en el Parlamento el gobierno intentaba que la oposición aceptase un nuevo plan de recortes, ofreciendo incluso el primer ministro Papandreu su propia cabeza para lograr un acuerdo salvador.
Cada minuto que pasa sin poner fin a tanta incertidumbre juega en contra de todos. La situación en Grecia es prácticamente insostenible, pero las dudas acrecientan el efecto contagio y ponen en evidencia las debilidades de los mecanismos de gobernanza europeos. ¿Continuará...?
El gobierno de Atenas fue el primero en hacer saltar alarmas al pedir más tiempo a la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para devolver los fondos recibidos, pero el momento clave llegó cuando el ministro de Finanzas, Yorgos Papadopoulos, reclamó más ayudas, en vista de que los 110.000 millones de euros concedidos no bastarán para afrontar sus obligaciones de vencimientos en los próximos años.
A partir de ese momento los profusos rumores no han hecho sino echar más leña a un fuego que las realidades también avivan. Los nuevos planes de ajuste del gobierno, ampliados casi a diario por la presión de los países europeos y las agencias de rating, han elevado la tensión y, por si fuera poco, la constatación de que los puestos en marcha no alcanzan, ni de lejos, los resultados esperados ha puesto la guinda.
En este escenario, la incertidumbre es mala compañera y amplía las reacciones de los mercados, por lo general exageradas. La reunión mantenida el martes por los ministros de Finanzas de la eurozona es buen ejemplo: las expectativas suscitadas provocaron en las primeras horas de este miércoles fuertes ganancias en las bolsas europeas, pero la decepción tras conocer que apenas había puntos en común para el acuerdo, las ha tumbado a mediodía. El motivo de controversia: la implicación del sector privado en los rescates. Mientras las autoridades comunitarias prefieren asumir en solitario la nueva asistencia a Grecia, algunos países miembros, liderados por Alemania, son partidarios de que el resto de acreedores también contribuya.
Si en el exterior las cosas están poco claras, dentro de Grecia la crisis social y política se hace más patente. La tercera huelga general de 2011, que también ha tenido lugar este miércoles, se ha saldado con violentos enfrentamientos entre manifestantes y policía, mientras en el Parlamento el gobierno intentaba que la oposición aceptase un nuevo plan de recortes, ofreciendo incluso el primer ministro Papandreu su propia cabeza para lograr un acuerdo salvador.
Cada minuto que pasa sin poner fin a tanta incertidumbre juega en contra de todos. La situación en Grecia es prácticamente insostenible, pero las dudas acrecientan el efecto contagio y ponen en evidencia las debilidades de los mecanismos de gobernanza europeos. ¿Continuará...?