Nace Sudán del Sur, el primer país del siglo XXI

Johngo

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Rafael Molina. Yuba.- Sudán del Sur se convirtió este sábado, tras su proclamación como Estado soberano, en el primer país que logra este estatus en el siglo XXI y en uno de los últimos vestigios del proceso de descolonización de África desde hace décadas.

El nuevo país, compuesto por diez pequeños estados, se enfrenta a un futuro incierto y lleno de desafíos, pero su Gobierno cuenta con la esperanza y los recursos naturales como armas fundamentales para lograr incorporarse de pleno a la comunidad internacional.

La historia de los sudaneses del sur en los últimos dos siglos ha estado unida a la de sus vecinos del gran Sudán, el mayor estado de África hasta hoy, y las diferentes invasiones coloniales sufridas en el siglo XIX por turcos, egipcios y británicos.

Todos buscaban en las fértiles tierras regadas por el Nilo esclavos entre las tribus de la zona y materias primas como oro, ébano y otras maderas nobles.

Según los datos difundidos por el gobierno de Sudán el Sur, durante esos años, millones de ciudadanos de esas áreas fueron llevados a países árabes vecinos y tratados como esclavos.

El moderno Sudán, tal y como era antes de la secesión del sur, emergió durante el protectorado británico-egipcio (1898-1955), que estableció regiones administrativas independientes en el norte y el sur del país.

Pero mientras las potencias ocupantes potenciaron el desarrollo socio-económico en el norte, sus vecinos sureños fueron entregados a la casi exclusiva labor de las misiones cristianas y se les convirtió en lo que se denominó un “distrito cerrado” con una ordenanza especial que limitaba la actividad y movimientos de sus ciudadanos.

Para las autoridades del flamante país, esta política no hizo más que fomentar los desequilibrios territoriales y las desigualdades entre los vecinos y radicar entre los sursudaneses el sentimiento de ser un pueblo colonizado por el norte.

Sudán obtuvo su independencia en 1956, lo que en lugar de llevar la estabilidad a la zona, devino en un enfrentamiento entre el norte, de mayoría musulmana, y el sur, animista y cristiano, con varias guerras civiles que durante 37 años devastaron el país.


Una estatua de John Garang, el héroe nacional de los sudaneses del sur, muerto en un accidente de helicóptero en 2005, es descubierta durante las celebraciones de la independencia en Juba, Sudán del Sur. A la ceremonia han acudido 80 delegaciones extranjeras y una treintena de jefes de Estado. Foto: Giorgios Moutafis / Efe

Según datos de organizaciones internacionales, los conflictos acabaron con la vida de unos 2,5 millones de personas y otros 5 millones se vieron obligados a refugiarse en otros países.

La guerra acabó con carreteras, puentes y servicios básicos, hasta el punto de que la nueva nación que hoy emerge tendrá que levantar un país entero, básicamente agrario, desde la nada.

El Gobierno de Jartum y el Movimiento Popular de Liberación de Sudán (MPLS), antigua guerrilla que hoy gobierna Sudán del Sur, firmaron en 2005 un acuerdo de paz que culminó el pasado enero en un referéndum de autodeterminación en el sur.

El 98 por ciento de los sudaneses del sur apoyaron en esa consulta la opción soberanista, reconocida por la comunidad internacional y que ha llevado a la proclamación oficial de la independencia del país.

Pero la alegría con la que los ciudadanos celebran este fin de semana su soberanía, con desfiles militares, discursos y actos culturales, especialmente en Yuba, la nueva capital, contrasta con las sombras que se ciernen sobre su futuro.

Para el presidente del país, Salva Kiir Mayardit, el día de hoy “es histórico” y “sagrado”, el inicio de la historia de un país, a la cola de la pobreza en África, y que aún tiene pendientes de resolver varios conflictos en su frontera norte con Sudán.

Allí se hayan las disputadas áreas de Abyei y Kordofán del Sur, ricas en recursos petroleros y que, de momento, están bajo mandato de Naciones Unidas.

El futuro de esta zona, en la que todavía se producen enfrentamientos en el Ejército de Sudán y guerrillas partidarias del sur es esencial para culminar el proceso político que se inicia ahora.

A los problemas fronterizos hay que añadir los planteados por los desplazados en el exterior por los sucesivos conflictos y que se cuentan por millones, quienes tratarán de buscar estabilidad y prosperidad en su nuevo país.

Algunas ONG como Acción contra el Hambre alertan de nuevos problemas que se sumarán a los ya presentes como la delimitación de las fronteras o la elaboración de la Constitución y la gestión de los recursos naturales.

Además quedan por resolver asuntos tan importantes como el reparto de la deuda y de los ingresos procedentes del petróleo, la puesta en marcha de servicios básicos de salud, educación o el tratamiento de la desnutrición, en un futuro que ahora pertenece a los sudaneses del sur.
 

Tizo

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Uno de los primeros móviles de la lucha por la independencia de Sudán del Sur ha sido la llamada "ley islámica" o sharía. Un pueblo mayoritariamente no musulmán gemía bajo el yugo de ese supuesto ordenamiento religioso-civil desde que se impuso en todo Sudán en 1989. Desde este punto de vista, la independencia del nuevo país es una derrota del fundamentalismo islámico. Y también de la civilización árabe. En efecto, la inmensa mayoría de la población del sur es de raza negra. El 65% de la población de la nueva nación practica cultos animistas, un 18% es cristiano y un 17% musulmán. El primer presidente del estado, Salva Kiir, es un católico.

El catolicismo llegó a Sudán del Sur de la mano de misioneros combonianos, en los tiempos coloniales. El presidente Kiir predica de vez en cuando en la catedral de Juba, la capital, situada en la ribera del Nilo Blanco. En la capital hay, desde 2009, una universidad católica, la Santa María.

Aunque es cierto que los conflictos armados entre el norte y el sur de Sudán comenzaron poco antes de la descolonización de 1956, los movimientos rebeldes del sur no se mostraron independentistas más que en los últimos años. La guerra abierta empezó al suspender Jartum, en 1983, el régimen de autonomía de que gozaba el Sur, y había de durar hasta el 2002. Se calcula que produjo dos millones y medio de víctimas mortales y cuatro millones de desplazados.

John Garang, líder del Movimiento Popular de Liberación Nacional (MPLN), y hoy considerado el "Padre de la Patria", era unionista. En 2005 había logrado la firma de un arreglo político por el que Jartum aceptaba la celebración, seis años después, de un referéndum sobre la independencia de diez provincias sureñas. De resultas de ese acuerdo Garang, fue elegido vicepresidente de Sudán. Su muerte en accidente de helicóptero, en agosto de 2005, fue un factor adicional de alienación entre el norte y el sur, pues se sospechó un sabotaje inspirado por el presidente sudanés al-Bashir. Los sucesores de Garang al frente del movimiento abandonaron la vía unionista y abrazaron el independentismo. Incluso después del acuerdo de 2005 continuaron los enfrentamientos, especialmente en la provincia de Kordofán Sur, de composición étnica mixta, y que iba a quedar fuera de la disposición del referéndum.

Esa provincia es de gran valor para el Norte, porque contiene los únicos pozos petrolíferos que le quedan después de la separación del Sur. La lucha se ha hecho particularmente violenta en las últimas semanas en el enclave de Abyei, entre Kordofan Sur y Sudán del Sur, y aunque provisionalmente ha quedado fuera del nuevo estado, a la espera de una consulta particular, su población se halla dividida étnicamente entre nubas y árabes, que viven sobre unas tierras fértiles que los unos dedican a la agricultura y los otros al pastoreo. Son de temer nuevos enfrentamientos entre los dos estados en muchos otros puntos, porque la frontera común de 2.000 km. ha sido demarcada de forma muy imprecisa.

Intereses compartidos

Hay, sin embargo, una condición estructural que puede favorecer las relaciones estables entre Jartum y Juba. El norte y el sur se necesitan para sacar provecho de los recursos petrolíferos del territorio. El 80% de la producción total de petróleo, de 500.000 barriles al día, se saca del sur, pero las refinerías están situadas en el norte, y los oleoductos llevan el crudo a los puertos norteños sobre el mar Rojo. La independencia del sur ha llegado sin que se haya logrado un acuerdo sobre el reparto de los beneficios. Lo mismo se puede decir de la deuda internacional del Sudán unido.

De momento, Jartum tiene en sus manos todas las cuerdas que abren o cierran la bolsa, que se supone ha de ser común durante un tiempo. Otra forma de dependencia es que el 60% del alimento consumido en el sur procede de, o transita por, el territorio del norte, así como la gasolina. Hasta que se negocien estas cuestiones cruciales, Juba va a depender principalmente de la ayuda exterior.

Se espera que sea muy significativa la ayuda de los Estados Unidos. La causa de Sudán del Sur es allí muy popular desde los primeros años de la presidencia de George W. Bush, quien hizo de la violencia extrema practicada por el régimen islamista de Jartum contra la región de Darfur componente de su guerra contra el terrorismo internacional. Bush tuvo muy presente que Osama ben Laden había pasado algunos años refugiado en Sudán, bajo el amparo de su gobierno, antes de instalarse en Afganistán.

Presión exterior

Fue la presión norteamericana y europea, con sanciones de todo tipo, y la acusación del Tribunal Penal Internacional contra Bashir por crímenes contra la humanidad, lo que logró que Jartum abriera la mano al acuerdo del 2005. El referéndum de independencia, celebrado a primeros del 2011, arrojó un resultado de 98% a favor.

De todas formas, hay signos de que la independencia no tiene necesariamente que equivaler a paz y prosperidad. La inauguración del presidente Kiir se produjo bajo algunos signos ominosos, como la presencia de algunos dictadores africanos; por ejemplo, Mugabe de Zimbaue y Obiang Nguema de Guinea Ecuatorial.

Las divisiones étnicas y religiosas que han plagado desde su independencia a Sudán pueden repetirse en Sudán del Sur. La población es étnicamente muy variada, pero la etnia de los dinkas, que es la mayoritaria, detenta los principales cargos de la administración y el mando de las fuerzas armadas. Estas, por sí solas, se llevan una cuarta parte del presupuesto. El ejército tiene como excusa la necesidad de confrontar los varios conflictos tribales actualmente vivos, que amenazan la estabilidad del nuevo estado. Uno de ellos es la rebelión del Ejército de Liberación de Sudán del Sur, que se sospecha está financiado por Jartum.

Las posibilidades de que Sudán del Sur acabe siendo un estado viable no son muchas. Los observadores extranjeros aluden a la corrupción rampante, la falta de élites preparadas, el atraso general de la población, la inexistencia de carreteras pavimentadas, etc. El 90% vive por debajo del nivel de pobreza, y el 80% es analfabeto. Más de la mitad de los niños entre 6 y 13 años no tienen escuela.

El país, sin embargo, no tiene fatalmente que degenerar en una nueva Somalia, como algunos temen. Se estima que su territorio de 612.000 km2 contiene riquezas minerales, y que las reservas de petróleo están en gran parte inexploradas. Hay muchas buenas tierras, y la población es pequeña, 8,5 millones.

Su posición geopolítica le orientará sin duda a buscar salidas al mar para sus tráficos a través de Kenya y Etiopía-Eritrea, sin detrimento del valor de su posición en el corazón del África tropical. Los chinos explotan ya su petróleo; la compañía francesa Total goza de una licencia de exploración sobre más de 100.000 km2. Juba es hoy un polo de atracción de inmigrantes emprendedores en busca de oportunidades.

El nuevo niño ha nacido muy precario. No le faltan, sin embargo, padrinos. Veremos.

Antonio Sánchez-Gijón es analista de asuntos internacionales
 

Tizo

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Sudán del Sur ha formado un gobierno provisional para la nueva nación, y anunció el lunes que utilizará una nueva moneda con la imagen del fallecido fundador de la lucha por la liberación del país.

Sudán del Sur se convirtió en un país independiente el sábado, al separarse de Sudán después de más de 50 años de una guerra intermitente.

El ministro de finanzas del país, David Deng Athorbie, dijo que la nueva moneda se llamaría libra sursudanesa y que sustituirá a la libra sudanesa que está actualmente en uso. Está previsto que llegue por avión de carga a partir del miércoles y entrará en circulación el próximo lunes. Tendrá un valor de uno a uno con la libra sudanesa.

La imagen del doctor John Garang, el fallecido líder rebelde, adornará uno de los lados de los billetes. Los otros lados mostrarán imágenes de la cultura y riquezas de Sudán del sur, dijo Athorbie. Los billetes tendrán marcas de agua y otras medidas de seguridad.

"Debo advertir a aquellas personas que suelen imprimir moneda falsa que si lo intentan, es casi seguro que serán capturados", dijo Athorbie.
 
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