Isla de Man
Isla de Man - Wikipedia, la enciclopedia libre
El club de los países triple A y la expulsión del paraíso
All people are born alike... except Republicans and Democrats, decía Groucho Marx. Todas las personas nacen iguales, salvo republicanos y demócratas. Fue una lenta agonía de debates ásperos y tironeos partidarios. Pero sobre el filo el acuerdo parece cerrado. Estados Unidos evitaría el default pero su pertenencia al club de los triple A todavía corre peligro.
Sólo 17 países en el mundo tienen la máxima calificación crediticia tanto de Standard & Poors como de Moodys, desde Alemania, Suiza, Francia y Canadá hasta Suecia, Singapur y la ignota Isla de Man, dependencia de la corona británica frente a la costa de la castigada Irlanda.
La triple A indica básicamente el máximo grado de seguridad del emisor. O dicho de otra manera, la medida más alta de confianza, ese intangible tan volátil y tan crucial.
Pero si bien Estados Unidos podría ser expulsado de este grupo de irreprochables, no sería el primero en caer en desgracia. De hecho, economías como Japón, Canadá y Australia ya estuvieron en sus zapatos. Y lo curioso es que la reacción del mercado pocas veces fue extrema.
Por estos días varios analistas ya apuntaron que incluso las tasas pueden no subir mucho tras la rebaja de calificación, al menos no inmediatamente. En ese sentido, la historia muestra que los rendimientos a 10 años de 9 países que perdieron la nota AAA desde 1998 aumentaron en promedio apenas dos puntos en la semana siguiente a la deshonra crediticia. Quizás parte de la explicación sea que los cambios de calificación suelen ser bastante publicitados con antelación las famosas amenazas que hoy tanto abundan lo que permite a los mercados hacerse a la idea.
Para los memoriosos, tanto el caso de Japón en 1998 como el de Canadá en 1992 fueron una buena muestra de que el mundo no se acaba sin la triple A. Sin embargo, también hay en los anales reacciones dramáticas. Cuando Suecia perdió la máxima nota en 1991, la krona perdió 11,4% en los seis meses siguientes. Pero en el caso de Australia, que fue degradada en 1986, el dólar registró un rally de 12,6%. Hay aquí también otra moraleja: Australia no recuperó su lugar entre los portadores de la triple A hasta 2002.
Caer es fácil. Levantarse no solo es heroico. También puede llevar un tiempo.
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El club de los países triple A y la expulsión del paraíso
All people are born alike... except Republicans and Democrats, decía Groucho Marx. Todas las personas nacen iguales, salvo republicanos y demócratas. Fue una lenta agonía de debates ásperos y tironeos partidarios. Pero sobre el filo el acuerdo parece cerrado. Estados Unidos evitaría el default pero su pertenencia al club de los triple A todavía corre peligro.
Sólo 17 países en el mundo tienen la máxima calificación crediticia tanto de Standard & Poors como de Moodys, desde Alemania, Suiza, Francia y Canadá hasta Suecia, Singapur y la ignota Isla de Man, dependencia de la corona británica frente a la costa de la castigada Irlanda.
La triple A indica básicamente el máximo grado de seguridad del emisor. O dicho de otra manera, la medida más alta de confianza, ese intangible tan volátil y tan crucial.
Pero si bien Estados Unidos podría ser expulsado de este grupo de irreprochables, no sería el primero en caer en desgracia. De hecho, economías como Japón, Canadá y Australia ya estuvieron en sus zapatos. Y lo curioso es que la reacción del mercado pocas veces fue extrema.
Por estos días varios analistas ya apuntaron que incluso las tasas pueden no subir mucho tras la rebaja de calificación, al menos no inmediatamente. En ese sentido, la historia muestra que los rendimientos a 10 años de 9 países que perdieron la nota AAA desde 1998 aumentaron en promedio apenas dos puntos en la semana siguiente a la deshonra crediticia. Quizás parte de la explicación sea que los cambios de calificación suelen ser bastante publicitados con antelación las famosas amenazas que hoy tanto abundan lo que permite a los mercados hacerse a la idea.
Para los memoriosos, tanto el caso de Japón en 1998 como el de Canadá en 1992 fueron una buena muestra de que el mundo no se acaba sin la triple A. Sin embargo, también hay en los anales reacciones dramáticas. Cuando Suecia perdió la máxima nota en 1991, la krona perdió 11,4% en los seis meses siguientes. Pero en el caso de Australia, que fue degradada en 1986, el dólar registró un rally de 12,6%. Hay aquí también otra moraleja: Australia no recuperó su lugar entre los portadores de la triple A hasta 2002.
Caer es fácil. Levantarse no solo es heroico. También puede llevar un tiempo.