Cuatro medidas para la unión fiscal europea

Johngo

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La crisis de deuda soberana que estalló a fines de 2009, con el descubrimiento de que Grecia había distorsionado el estado de sus finanzas públicas, obligó a la eurozona (compuesta por 17 países desde mayo de 2010) a reunir una batería de elementos antiincendio. Eso va mucho más allá de todo lo imaginado cuando se lanzó la moneda única en 1999. Estados Unidos, China y otras potencias están esperando ansiosos medidas aún más coordinadas para que los problemas de Europa no propaguen más agitación a través de la economía mundial y el sistema fiscal. Los miembros más prudentes desde el punto de vista fiscal -por sobre todo Alemania, la economía más grande de Europa- respaldaron rescates financieros de miles de millones de euros para Grecia, Irlanda y Portugal, flexibilizaron las condiciones de esos salvatajes después de que se consideraron demasiado onerosos, y garantizaron hacer cambios al tratado básico de la Unión Europea para establecer un fondo permanente anti-crisis.
Ahora, mientras Europa ingresa a una etapa que podría ser el fin del euro -mayor integración de la eurozona o desaparición de la unión monetaria- un fuerte peso de responsabilidad recae sobre los líderes nacionales y, en particular, sobre Angela Merkel, la canciller alemana
Muchas autoridades de países no europeos, ni hablar de algunos dentro de Europa mismo, Merkel actuó con prudencia, quizás con demasiada prudencia, desde que estalló la crisis. Pero a ella siempre se la conoció así. Su viejo amigo Reinhold Messener, un renombrado montañista, comentó sobre ella: “Es una buena escaladora, porque va lentamente pero siempre hacia adelante”. Es una imagen adecuada. Sin embargo, las mayores decisiones sobre la supervivencia de la unión monetaria de Europa, que tiene 12 años de vida, quizás todavía no se hayan tomado y muchas podrían requerir rapidez. A continuación, las medidas que se están aplicando actualmente y de las acciones de más amplio alcance que podrían ser necesarias en el futuro.

Banco Central Europeo
¿Es un prestamista de última instancia?
Desde su base en Francfort, el Banco Central Europeo (BCE) busca estabilizar los sectores financieros públicos y privados de Europa. En mayo de 2010 comenzó un programa de compra de bonos con el que acumuló con deuda soberana de Grecia, Irlanda y Portugal por 74.000 millones de euros. La semana pasada tomó la drástico decisión de comprar deuda de los gobiernos de Italia y España.
Hasta la semana pasada, el BCE se había mantenido alejado del mercado de bonos durante casi cinco meses. Para muchas autoridades del BCE, con las compras de deuda se corre el riesgo de borrar la distinción entre política monetaria y política fiscal de la que depende la credibilidad del banco central como luchador contra la inflación.
Lo que abrió la puerta a las compras de bonos fue la promesa de rápidas medidas de austeridad y reformas económicas que alienten el crecimiento por parte de los gobiernos de Roma y Madrid. "Sin reformas no hay compras de bonos" fue el firme mensaje del BCE. El Fondo Montario Internacional y al Comisión Europea tomaron un camino no muy diferente hacia Grecia, Irlanda y Portugal cuando esos países pidieron ayuda.
El problema del BCE es que, habiendo comenzado a adquirir deuda italiana y española, tenga dificultad para detener las compras sin pinchar el ánimo de los mercados.
Al BCE claramente le gustaría transferir la responsabilidad de las compras de bonos a la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF), que es el principal instrumento de préstamos de emergencia con el que cuentan los gobiernos de la eurozona. Pero, mientras tanto, el BCE podría terminar adquiriendo decenas de miles de millones de euros de deuda de Italia y España. Empieza a verse inevitable una recapitalización del BCE.

Mecanismo de Estabilidad Europea
¿Es la respuesta para el largo plazo?
Los gobiernos de la eurozona acordaron el 21 de julio permitir a la FEEF comprar deuda soberana a un descuento en el mercado secundario; financiar la recapitalización de bancos; y extender líneas de crédito preventivas a países que estén presionados en el mercado de deuda. En ese momento parecía algo audaz. Pero sólo tres semanas después, los gobiernos reciben presiones para que autoricen una ampliación del tamaño y función de la FEEF.
Hasta ahora, Alemania y sus amigos duros en el ámbito fiscal -Finlandia, Holanda y otros- están poniendo el freno y negándose a hacerlo.
El problema de ampliar la capacidad de la FEEF de otorgar préstamos es que la Facilidad es una compañía privada que emite deuda para recaudar los fondos necesarios para extender crédito a los países castigados de la eurozona. Para beneficiarse de las tasas de interés bajas, sus bonos necesitan tener calificación Triple A. Eso, a su vez, depende de que los principales países de la eurozona, por sobre todo Alemania y Francia, mantengan sus propias notas Triple A.
Si la FEEF cubre también a Italia y España, las obligaciones contingentes totales de Francia ascenderán a 245.000 millones de euros, o 12,7% del PBI. Eso haría que Francia pierda su calificación Triple A.
Si la eurozona sobrevive los próximos dos años, la FEEF será reemplazada en julio de 2013 por un Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES). La actual crisis podría forzar cambios. Pero tal como está actualmente diseñado, el MES tendrá una capacidad de préstamos que duplicará la actual. Y su estructura implica un compromiso firme de fondos, lo que asegurará para el MES una nota Triple A.

Bonos de la eurozona
¿Néctar o veneno?
Algunos políticos aseguran que el mensaje más convincente que se puede transmitir a los mercados sobre su determinación de respaldar el euro es introduciendo los bonos comunes de la eurozona. Jean-Claude Juncker, ministro de finanzas de Luxemburgo -y quien preside las cumbres de ministros de finanzas de la eurozona-, y su par Italiano Giulio Tremonti propusieron crear una Agencia Europea de Deuda que reemplace a la FEEF y emitir "e-bonds".
Alemania y otros países con antecedentes de prudencia fiscal se oponen a esos bonos porque los consideran una forma de "veneno dulce" o tentación fatal. Los políticos del partido demócrata cristiano alemán afirman que los e-bonds permitirán a las naciones menos disciplinadas llevar a cuestas la sólida calificación crediticia alemana e impondrán tasas de interés más altas sobre la deuda del país.
Sin embargo, las cosas pueden cambiar. Si bien no hay señales de que Berlín esté suavizando su negativa, está creciendo el apoyo a los e-bonds en los partidos socialdemócratas y de la oposición griega.

Gobierno económico
¿Es el perro que no ladra?
La nueva forma que tomará la unión monetaria se terminará de pulir con una serie de reforzadas normas de gobierno económico, que abarcarán temas como déficits presupuestarios, deuda pública y competitividad. El elemento crucial es el mayor uso de lo que, en el idioma de Bruselas, se conoce como "voto por mayoría calificada inversa" para advertencias y sanciones cuando un gobierno no cumple con las normas. Las multas se convertirían en semiautomáticas porque los gobiernos tendrían que reunir una mayoría para rechazar una propuesta de sanción proveniente de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, en vez de requerir la mayoría para aprobarla.
Si algún gobierno realmente será castigado es otro tema. Nunca se establecieron sanciones bajo el viejo pacto de estabilidad y crecimiento de la UE. Sin embargo, si los gobiernos tomaran medidas más radicales hacia una verdadera unión fiscal, las cosas podrían ser diferentes.
El presidente del BCE Jean-Claude Trichet propuso que haya un ministro de finanzas europeo que supervise las políticas fiscales y de competitividad de los países miembro -y no que se dedique a administrar un gran presupuesto federal. Algunos ministros de finanzas de la eurozona simpatizan con esas ideas.
En casi todas las etapas de la crisis de deuda, la fuerza de los acontecimientos empujó a la eurozona hacia una mayor integración. Esto tuvo el efecto de marginar la influencia de los países de la UE que no usan el euro, especialmente el Reino Unido, pese a su profunda participación en su sector financiero en la crisis. Pero también subraya un punto más inquietante que seguramente generará controversia si continúa la tendencia hacia una mayor unión económica: la falta de consulta democrática a los ciudadanos europeos sobre la dirección que está tomando la eurozona.

Tony Barber – Financial Times
 
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