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En la actualidad no faltan los expertos, económicos o de otro tipo, que alertan de un desastre inminente. Si están en lo correcto, se los saludará como a videntes; si se equivocan, lo más probable es que nadie los recuerde. Aquí va un pronóstico: no habrá escasez de predicciones de que 2012 se perfila como un año desastroso.
Mi opinión es diferente: 2012 no será un año de crisis, pero tampoco pondrá fin a nuestros problemas económicos actuales. Por el contrario, será un año de "ir saliendo del paso".
Muchos piensan que 2012 será el año del todo o nada para Europa, ya sea un salto cualitativo en la integración europea, con la creación de una unión fiscal y la emisión de eurobonos, o la desintegración de la eurozona, dando pie a la madre de todas las crisis financieras .
De hecho, ninguna de estas situaciones hipotéticas es plausible. El colapso de la eurozona sería, por supuesto, una calamidad económica y financiera. Pero esa es precisamente la razón de que el Banco Central Europeo vaya a superar su reticencia e intervenga en los mercados de bonos italianos y españoles, y de que los gobiernos italiano y español, al final, utilicen ese espacio de maniobra para completar las reformas que el BCE exige como quid pro quo.
Sin duda, Europa no escapará de la recesión. Un fallido plan de recapitalización bancaria y la nube de incertidumbre que pesa sobre el euro significan que la recesión ya está ad portas. Por otra parte, es casi seguro que las reformas procrecimiento necesarias en países como Italia empeorarán la situación antes de mejorarla. El efecto inicial de reducir los costes de contratación y despido, por ejemplo, será el cese de los trabajadores redundantes. Pero los inversores miran hacia adelante, por lo que las reformas que prometen un eventual retorno al crecimiento deberían tranquilizarlos.
Si bien es poco probable que la eurozona colapse en 2012, no habrá respuesta definitiva a la pregunta de si el euro va a sobrevivir, porque no habrá un salto cualitativo en la integración europea. Toma tiempo crear los borradores de las revisiones de los Tratados, y más tiempo ratificarlos. Los esfuerzos por fortalecer las reglas fiscales de Europa, por ejemplo, adoptarán la forma de acuerdos bilaterales entre los gobiernos, en lugar de cambios al Tratado de Lisboa de la Unión Europea .
Es un triste estado de cosas cuando se llama "salir del paso" a una recesión, pero esa es la situación en Europa.
Consideremos ahora los Estados Unidos. Si bien los datos recientes sugieren que la economía va mejor -todo apunta a que el PIB habría crecido a una tasa anual del 3% en el cuarto trimestre de 2011- es importante no dejarse llevar por el entusiasmo. Seguirá disminuyendo el apoyo fiscal a la expansión. Y, si bien el mercado inmobiliario muestra signos de estabilización, los precios seguirán sufriendo el lastre del gran "inventario en la sombra" de las viviendas en ejecución hipotecaria y en poder de los bancos.
Estas consideraciones sugieren que es poco probable que se mantenga la aceleración del crecimiento de EE.UU., que comenzó en el tercer trimestre de 2011. Al mismo tiempo, si el crecimiento se desacelera significativamente, la Reserva Federal de EE.UU. sin duda va a responder con otra ronda de flexibilización cuantitativa, o QE3. Así, si bien es probable que el año próximo el crecimiento sea muy inferior al 3%, EE.UU. debería ser capaz de evitar una recesión de doble caída.
Por último, China debería crecer de un 7,5 a un 8% en 2012. Esto es salir del paso al estilo chino: un crecimiento considerablemente más lento que los índices de dos dígitos del pasado, pero no el aterrizaje forzoso que los agoreros advertían como inevitable.
Soy más pesimista que instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que prevén un crecimiento chino en 2012 del 8,5 al 9%, previsiones de que no toman en cuenta la aguda desaceleración del mercado inmobiliario de China. A pesar de que el debilitamiento de la demanda de la vivienda aún no se ha reflejado en precios más bajos, el volumen de transacciones ha caído notablemente. Y donde los volúmenes marcan la delantera, los precios terminan por seguir el paso.
Afortunadamente, China es todavía una economía lo bastante planificada como para que los funcionarios puedan adoptar políticas para amortiguar el impacto. Si la construcción se desploma, por ejemplo, las autoridades pueden reducir las exigencias de reserva, como ha hecho recientemente, para alentar a los bancos a conceder préstamos a otros sectores. Y, si las economías de la Unión Europea y EE.UU. evitan lo peor, las exportaciones chinas se mantendrán.
Por tanto, si los componentes más importantes de la economía mundial siguen en su lugar, no hay razón porque 2012 deba ser un desastre. Pero este "salir del paso" no puede continuar por siempre. Europa debe trazar una línea, dejando su crisis atrás y encontrando la manera de crecer. EE.UU. debe superar su polarización y paralización política. Y China necesita reequilibrar su economía -pasar de la construcción y las exportaciones al consumo interno es el principal motor del crecimiento- mientras todavía cuenta con tiempo para ello.
Por supuesto, si nada de esto ocurre -o no lo suficiente- 2013 podría llegar a ser el annus horribilis de quienes sueñan con una recesión permanente.
Barry Eichengreen es profesor de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley.
Copyright: Project Syndicate, 2011.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.
Mi opinión es diferente: 2012 no será un año de crisis, pero tampoco pondrá fin a nuestros problemas económicos actuales. Por el contrario, será un año de "ir saliendo del paso".
Muchos piensan que 2012 será el año del todo o nada para Europa, ya sea un salto cualitativo en la integración europea, con la creación de una unión fiscal y la emisión de eurobonos, o la desintegración de la eurozona, dando pie a la madre de todas las crisis financieras .
De hecho, ninguna de estas situaciones hipotéticas es plausible. El colapso de la eurozona sería, por supuesto, una calamidad económica y financiera. Pero esa es precisamente la razón de que el Banco Central Europeo vaya a superar su reticencia e intervenga en los mercados de bonos italianos y españoles, y de que los gobiernos italiano y español, al final, utilicen ese espacio de maniobra para completar las reformas que el BCE exige como quid pro quo.
Sin duda, Europa no escapará de la recesión. Un fallido plan de recapitalización bancaria y la nube de incertidumbre que pesa sobre el euro significan que la recesión ya está ad portas. Por otra parte, es casi seguro que las reformas procrecimiento necesarias en países como Italia empeorarán la situación antes de mejorarla. El efecto inicial de reducir los costes de contratación y despido, por ejemplo, será el cese de los trabajadores redundantes. Pero los inversores miran hacia adelante, por lo que las reformas que prometen un eventual retorno al crecimiento deberían tranquilizarlos.
Si bien es poco probable que la eurozona colapse en 2012, no habrá respuesta definitiva a la pregunta de si el euro va a sobrevivir, porque no habrá un salto cualitativo en la integración europea. Toma tiempo crear los borradores de las revisiones de los Tratados, y más tiempo ratificarlos. Los esfuerzos por fortalecer las reglas fiscales de Europa, por ejemplo, adoptarán la forma de acuerdos bilaterales entre los gobiernos, en lugar de cambios al Tratado de Lisboa de la Unión Europea .
Es un triste estado de cosas cuando se llama "salir del paso" a una recesión, pero esa es la situación en Europa.
Consideremos ahora los Estados Unidos. Si bien los datos recientes sugieren que la economía va mejor -todo apunta a que el PIB habría crecido a una tasa anual del 3% en el cuarto trimestre de 2011- es importante no dejarse llevar por el entusiasmo. Seguirá disminuyendo el apoyo fiscal a la expansión. Y, si bien el mercado inmobiliario muestra signos de estabilización, los precios seguirán sufriendo el lastre del gran "inventario en la sombra" de las viviendas en ejecución hipotecaria y en poder de los bancos.
Estas consideraciones sugieren que es poco probable que se mantenga la aceleración del crecimiento de EE.UU., que comenzó en el tercer trimestre de 2011. Al mismo tiempo, si el crecimiento se desacelera significativamente, la Reserva Federal de EE.UU. sin duda va a responder con otra ronda de flexibilización cuantitativa, o QE3. Así, si bien es probable que el año próximo el crecimiento sea muy inferior al 3%, EE.UU. debería ser capaz de evitar una recesión de doble caída.
Por último, China debería crecer de un 7,5 a un 8% en 2012. Esto es salir del paso al estilo chino: un crecimiento considerablemente más lento que los índices de dos dígitos del pasado, pero no el aterrizaje forzoso que los agoreros advertían como inevitable.
Soy más pesimista que instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que prevén un crecimiento chino en 2012 del 8,5 al 9%, previsiones de que no toman en cuenta la aguda desaceleración del mercado inmobiliario de China. A pesar de que el debilitamiento de la demanda de la vivienda aún no se ha reflejado en precios más bajos, el volumen de transacciones ha caído notablemente. Y donde los volúmenes marcan la delantera, los precios terminan por seguir el paso.
Afortunadamente, China es todavía una economía lo bastante planificada como para que los funcionarios puedan adoptar políticas para amortiguar el impacto. Si la construcción se desploma, por ejemplo, las autoridades pueden reducir las exigencias de reserva, como ha hecho recientemente, para alentar a los bancos a conceder préstamos a otros sectores. Y, si las economías de la Unión Europea y EE.UU. evitan lo peor, las exportaciones chinas se mantendrán.
Por tanto, si los componentes más importantes de la economía mundial siguen en su lugar, no hay razón porque 2012 deba ser un desastre. Pero este "salir del paso" no puede continuar por siempre. Europa debe trazar una línea, dejando su crisis atrás y encontrando la manera de crecer. EE.UU. debe superar su polarización y paralización política. Y China necesita reequilibrar su economía -pasar de la construcción y las exportaciones al consumo interno es el principal motor del crecimiento- mientras todavía cuenta con tiempo para ello.
Por supuesto, si nada de esto ocurre -o no lo suficiente- 2013 podría llegar a ser el annus horribilis de quienes sueñan con una recesión permanente.
Barry Eichengreen es profesor de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley.
Copyright: Project Syndicate, 2011.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.