droblo
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Adjunto PDF de 2 megas y os hago un copy paste del prólogo:
La delicada situación económica por la que atraviesan las economías desarrolladas afecta a muchos agentes económicos. Los bancos no podían ser la excepción. Las tensiones y las turbulencias de los últimos tiempos han estado muy relacionadas con el sistema financiero. Las hipotecas subprime, las burbujas inmobiliarias o la escalada de la deuda del sector privado no financiero constituyen ejemplos significativos. Como consecuencia, desde 2008 la capitalización bursátil de los bancos europeos ha evolucionado en una dirección claramente más negativa que en el resto de sectores. Además, la prima de riesgo del sector bancario está muy por encima de los niveles considerados normales, los credit default swaps del sector han tocado cotas máximas y la mayoría de entidades han visto cómo las agencias de calificación reducían significativamente sus ratings.
El difícil entorno económico complica la vuelta a la normalidad de los balances bancarios. El bajo crecimiento de la actividad, los elevados niveles de desempleo y el frágil pulso de la confianza de consumidores y empresarios no facilitan la fluidez del crédito ni el descenso de la morosidad. La debilidad del mercado inmobiliario, el descenso de los beneficios empresariales y las dificultades de financiación en los mercados mayoristas agudizan la tensión sobre la actividad de intermediación entre ahorradores e inversores, fundamento de la operativa bancaria. Pero no es solo el contexto macroeconómico. Las nuevas propuestas regulatorias también añaden tensión y complican la gestión de los balances.
Las propuestas se concentran en el capital. Se empezó con la reforma denominada Basilea III, destinada a aumentar el nivel de capital y a endurecer su definición, pero con un largo calendario de implantación. Sin embargo, los mercados y los reguladores presionan para adelantar dicho calendario. Así, el ejercicio realizado recientemente por la Autoridad Bancaria Europea ha ido dirigido a demandar mayores niveles de capital en función del deterioro de la deuda soberana en el balance de las entidades. Por lo tanto, bien sea por la exposición crediticia, bien por la soberana, los sistemas financieros de la mayoría de países europeos siguen bajo tensión. Por otra parte, los supervisores nacionales, de forma individual e independiente, han aplicado criterios dispares en términos de definición y requerimientos de capital, así como de calendarios de aplicación de las nuevas disposiciones.
Más allá del capital, hay iniciativas regulatorias de toda índole, como las que se refieren a la liquidez. Además, se han propuesto cambios en la contabilización de los activos financieros, ajustes en el calendario de provisiones y tasas sobre las transacciones financieras. En algunos países se plantea desvincular la banca de inversión de la comercial. A nivel global, se exige más capital a las entidades sistémicamente importantes.
En resumen, las tensiones sobre el sistema financiero tienen carácter tanto estructural como regulatorio. Se trata de construir entidades más eficientes, mejor capitalizadas, menos endeudadas y con mayor liquidez. Y eso es bueno para el sistema financiero en su conjunto, para la economía en general y para los clientes y los ciudadanos. Solo falta que estas mayores exigencias sean las mismas en todas partes y que no resulten excesivas en un momento de frágil coyuntura económica.
La delicada situación económica por la que atraviesan las economías desarrolladas afecta a muchos agentes económicos. Los bancos no podían ser la excepción. Las tensiones y las turbulencias de los últimos tiempos han estado muy relacionadas con el sistema financiero. Las hipotecas subprime, las burbujas inmobiliarias o la escalada de la deuda del sector privado no financiero constituyen ejemplos significativos. Como consecuencia, desde 2008 la capitalización bursátil de los bancos europeos ha evolucionado en una dirección claramente más negativa que en el resto de sectores. Además, la prima de riesgo del sector bancario está muy por encima de los niveles considerados normales, los credit default swaps del sector han tocado cotas máximas y la mayoría de entidades han visto cómo las agencias de calificación reducían significativamente sus ratings.
El difícil entorno económico complica la vuelta a la normalidad de los balances bancarios. El bajo crecimiento de la actividad, los elevados niveles de desempleo y el frágil pulso de la confianza de consumidores y empresarios no facilitan la fluidez del crédito ni el descenso de la morosidad. La debilidad del mercado inmobiliario, el descenso de los beneficios empresariales y las dificultades de financiación en los mercados mayoristas agudizan la tensión sobre la actividad de intermediación entre ahorradores e inversores, fundamento de la operativa bancaria. Pero no es solo el contexto macroeconómico. Las nuevas propuestas regulatorias también añaden tensión y complican la gestión de los balances.
Las propuestas se concentran en el capital. Se empezó con la reforma denominada Basilea III, destinada a aumentar el nivel de capital y a endurecer su definición, pero con un largo calendario de implantación. Sin embargo, los mercados y los reguladores presionan para adelantar dicho calendario. Así, el ejercicio realizado recientemente por la Autoridad Bancaria Europea ha ido dirigido a demandar mayores niveles de capital en función del deterioro de la deuda soberana en el balance de las entidades. Por lo tanto, bien sea por la exposición crediticia, bien por la soberana, los sistemas financieros de la mayoría de países europeos siguen bajo tensión. Por otra parte, los supervisores nacionales, de forma individual e independiente, han aplicado criterios dispares en términos de definición y requerimientos de capital, así como de calendarios de aplicación de las nuevas disposiciones.
Más allá del capital, hay iniciativas regulatorias de toda índole, como las que se refieren a la liquidez. Además, se han propuesto cambios en la contabilización de los activos financieros, ajustes en el calendario de provisiones y tasas sobre las transacciones financieras. En algunos países se plantea desvincular la banca de inversión de la comercial. A nivel global, se exige más capital a las entidades sistémicamente importantes.
En resumen, las tensiones sobre el sistema financiero tienen carácter tanto estructural como regulatorio. Se trata de construir entidades más eficientes, mejor capitalizadas, menos endeudadas y con mayor liquidez. Y eso es bueno para el sistema financiero en su conjunto, para la economía en general y para los clientes y los ciudadanos. Solo falta que estas mayores exigencias sean las mismas en todas partes y que no resulten excesivas en un momento de frágil coyuntura económica.
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