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Datos básicos del país
Antonio Jiménez Barca:
Passos Coelho. Su Gobierno ha sufrido un previsible desgaste político, pero aún goza de la legitimidad que le procuraron las urnas en junio. La estabilidad política, pues, está asegurada.
Además, los portugueses sufren con resignación el plan de recortes firmado con los gestores de la troika sin excesiva conflictividad social: entre otras medidas, los funcionarios y los pensionistas que cobran más de 1.000 euros han visto esfumarse las pagas extra, el IVA ha subido hasta el 23% en muchos productos de la cesta de la compra y en los restaurantes, y se ahorra en transportes públicos, en educación y en sanidad. Un ejemplo: una consulta de urgencias cuesta 20 euros. Y una visita ordinaria al médico, cinco. Frente a este progresivo desmantelamiento del Estado de bienestar, los sindicatos solo han organizado en los últimos meses una huelga general, en noviembre, sin incidentes violentos, más allá de algunos paros sectoriales que no consiguieron detener el país. Portugal funciona, aun al ralentí.
Entonces, ¿Por qué los mercados continúan cebándose con la economía portuguesa?
“Porque el país tiene un problema con el crecimiento económico, y me da la impresión de que ni los mercados ni nadie saben cómo va a hacer Portugal para crecer”, explica José António Ferreira Machado, economista y decano de la Facultad de Economía de la Nueva Universidad de Lisboa. El problema es antiguo: en la última década, el país no creció nunca por encima del 1%. En 2012 será mucho peor: el Banco Nacional de Portugal ha previsto una caída del PIB del 3%, pero Ferreira Machado y otros analistas creen que será incluso peor y que el desplome rebasará el 5%. El paro roza ya el 14% de la población activa y sigue subiendo. Los bancos han registrado en 2011 pérdidas cercanas a los 1.000 millones de euros. Y el consumo roza mínimos históricos. Hay quien asegura que hasta el tráfico en Lisboa se resiente de la paralización de la economía y que, hoy por hoy, hay muchos menos atascos en la capital portuguesa debido a la crisis. “El problema, a mi modo de ver, está en la competitividad de las empresas portuguesas. Eso también lo señaló la troika. Podemos salir de esta recesión, pero si no somos capaces de crecer para poder pagar la deuda, nada nos puede salvar”, añade Ferreira Machado.
Un reciente informe de Goldman Sachs es algo más preciso: prevé que Portugal no podrá volver a los mercados en 2013 y que necesitará 30.000 millones de euros adicionales para hacer frente a sus necesidades financieras. Pero añade que no será necesario efectuar una quita en la deuda, porque el Gobierno está seriamente comprometido con las, en su opinión, necesarias reformas estructurales.
Un segundo rescate a Grecia y el alejamiento definitivo —lo que aún está por ver— del fantasma de la bancarrota helena dará aire a Portugal, que enseñará, nuevamente, esta semana a los representantes de la troika cómo están cumpliendo a rajatabla con los recortes previstos y cómo llevan a cabo punto por punto con el recetario de la austeridad. Pero bastará que el laberinto griego se siga enredando para que Portugal tirite de nuevo. “Los ciudadanos lo ven esto con un sentimiento de injusticia”, agrega el decano de la Facultad de Economía. “Porque parece que, por mucho que hagan, puede que no sirva para nada, y es que la justicia”, —y se encoge de hombros con resignación— “tiene poco que jugar aquí”.
Antonio Jiménez Barca:
Passos Coelho. Su Gobierno ha sufrido un previsible desgaste político, pero aún goza de la legitimidad que le procuraron las urnas en junio. La estabilidad política, pues, está asegurada.
Además, los portugueses sufren con resignación el plan de recortes firmado con los gestores de la troika sin excesiva conflictividad social: entre otras medidas, los funcionarios y los pensionistas que cobran más de 1.000 euros han visto esfumarse las pagas extra, el IVA ha subido hasta el 23% en muchos productos de la cesta de la compra y en los restaurantes, y se ahorra en transportes públicos, en educación y en sanidad. Un ejemplo: una consulta de urgencias cuesta 20 euros. Y una visita ordinaria al médico, cinco. Frente a este progresivo desmantelamiento del Estado de bienestar, los sindicatos solo han organizado en los últimos meses una huelga general, en noviembre, sin incidentes violentos, más allá de algunos paros sectoriales que no consiguieron detener el país. Portugal funciona, aun al ralentí.
Entonces, ¿Por qué los mercados continúan cebándose con la economía portuguesa?
“Porque el país tiene un problema con el crecimiento económico, y me da la impresión de que ni los mercados ni nadie saben cómo va a hacer Portugal para crecer”, explica José António Ferreira Machado, economista y decano de la Facultad de Economía de la Nueva Universidad de Lisboa. El problema es antiguo: en la última década, el país no creció nunca por encima del 1%. En 2012 será mucho peor: el Banco Nacional de Portugal ha previsto una caída del PIB del 3%, pero Ferreira Machado y otros analistas creen que será incluso peor y que el desplome rebasará el 5%. El paro roza ya el 14% de la población activa y sigue subiendo. Los bancos han registrado en 2011 pérdidas cercanas a los 1.000 millones de euros. Y el consumo roza mínimos históricos. Hay quien asegura que hasta el tráfico en Lisboa se resiente de la paralización de la economía y que, hoy por hoy, hay muchos menos atascos en la capital portuguesa debido a la crisis. “El problema, a mi modo de ver, está en la competitividad de las empresas portuguesas. Eso también lo señaló la troika. Podemos salir de esta recesión, pero si no somos capaces de crecer para poder pagar la deuda, nada nos puede salvar”, añade Ferreira Machado.
Un reciente informe de Goldman Sachs es algo más preciso: prevé que Portugal no podrá volver a los mercados en 2013 y que necesitará 30.000 millones de euros adicionales para hacer frente a sus necesidades financieras. Pero añade que no será necesario efectuar una quita en la deuda, porque el Gobierno está seriamente comprometido con las, en su opinión, necesarias reformas estructurales.
Un segundo rescate a Grecia y el alejamiento definitivo —lo que aún está por ver— del fantasma de la bancarrota helena dará aire a Portugal, que enseñará, nuevamente, esta semana a los representantes de la troika cómo están cumpliendo a rajatabla con los recortes previstos y cómo llevan a cabo punto por punto con el recetario de la austeridad. Pero bastará que el laberinto griego se siga enredando para que Portugal tirite de nuevo. “Los ciudadanos lo ven esto con un sentimiento de injusticia”, agrega el decano de la Facultad de Economía. “Porque parece que, por mucho que hagan, puede que no sirva para nada, y es que la justicia”, —y se encoge de hombros con resignación— “tiene poco que jugar aquí”.
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