Stephen S. Roach: "Una lección asiática sobre austeridad"

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droblo

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El debate sobre la austeridad fue el tema del día en el Foro Económico Mundial de Davos de este año. Con buenos motivos. Europa está cayendo nuevamente en recesión justo cuando la recuperación estadounidense finalmente comienza a lograr una cierta tracción. Eso ha socavado la justificación de la consolidación fiscal, que tantos adeptos tiene en Europa.

Sin embargo, me llevé una conclusión diferente de Davos. Fui el moderador de una sesión sobre «El Nuevo Contexto en Asia del Este», a cargo de un panel de representantes de alto rango de Tailandia, Corea del Sur, Malasia, Singapur y Japón. Excepto por el participante japonés, todos tenían experiencia de primera mano en la devastadora crisis financiera asiática de fines de la década de 1990.

No pude resistir la tentación de atraer a Asia al debate entre Europa y EE. UU. En lugar de solicitar a los panelistas asiáticos que teorizaran sobre el impacto de la austeridad en el sobreendeudado occidente desarrollado, les pedí que evaluaran sus propias experiencias durante y después de la crisis de finales de la década de 1990.

Francamente, lo que escuché me sorprendió. Los panelistas estuvieron de acuerdo en dos puntos: primero, inicialmente detestaron los dolorosos programas de ajuste dictados por los términos de los así llamados rescates condicionales del Fondo Monetario Internacional (los surcoreanos aún se refieren desdeñosamente a la «Crisis del FMI» de finales de la década de 1990). En segundo lugar –y aquí viene la sorpresa– todos coincidieron en que, en retrospectiva, esos terribles ajustes valieron la pena, porque sus economías desgarradas por la crisis se vieron obligadas a abrazar reformas estructurales que prepararon el camino para su espectacular desempeño económico actual.

En la superficie, los números hablan por sí mismos. En 1988, en lo más crudo de la crisis asiática, el producto agregado de los así llamados ASEAN-5 –Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia y Vietnam– se desplomó un 8,3%. El PBI real en Corea del Sur –considerada durante mucho tiempo la niña mimada de las nuevas economías industrializadas asiáticas– se contrajo un 5,7% ese año. Pero entonces los duros condicionamientos de los rescates del FMI y los programas de ajuste –la propia dosis asiática de austeridad– comenzaron a funcionar.

En respuesta, los resultados de la cuenta corriente –el talón de Aquiles del milagro del crecimiento asiático– pasaron de déficit a superávit. Para los ASEAN-5, los déficits de cuenta corriente, en promedio del 4% del PBI en 1996-97, se revirtieron dramáticamente, convirtiéndose en superávits del 6,8% del PBI en 1998-99. Una transformación semejante tuvo lugar en Corea del Sur, donde un déficit en la cuenta corriente del 2,8% en 1996-1997 se convirtió en un superávit del 8,6% en 1998-1999.

Desde entonces la región no ha mirado hacia atrás. En dos años, la mayor parte de las economías asiáticas atormentadas por la crisis habían recuperado sus valores máximos previos a ella. Esto tampoco fue un rebote temporal. A partir de 1999, los ASEAN-5 comenzaron una aceleración del crecimiento anual de su PBI del 5% durante 10 años (5,5% en Corea del Sur durante ese período). En resumen, no hubo efectos negativos duraderos por la dosis de austeridad de corto plazo, y, en la medida en que la austeridad resultó esencial para la recuperación poscrisis, sus beneficios de largo plazo se han demostrado duraderos y sorprendentes.

Surgen tres lecciones para el resto de nosotros. En primer lugar, al que quiere celeste, que le cueste. Son pocos quienes en el mundo desarrollado pueden comprender reducciones en el producto agregado de la escala que sufrió Asia en 1998, ni hablar de lograr la voluntad política para imponerlas en nuestras economías. Los trastornos económicos y la humillación de naciones orgullosas fueron, de hecho, devastadores (como pueden confirmarlo hoy los griegos). Pero, una vez eliminados los excesos, los rebotes asiáticos poscrisis resultaron fuertes y sostenibles.

En segundo lugar, las divisas jugaron un papel importante como válvula de escape en las primeras etapas del proceso de ajuste poscrisis asiático. A medida que la región pasó de tipos de cambio fijos a tipos flotantes, las monedas asiáticas se desplomaron –con caídas respecto del dólar que variaron entre el 28% en Corea del Sur y aproximadamente el 37% en Tailandia, Malasia y las Filipinas, hasta el 80% en Indonesia.

Finalmente, no hay sustituto para la reestructuración. En Asia a fines de la década de 1990, las medidas orientadas al sector financiero dominaron los programas de ajuste estructural impuestos por el FMI, pero también hubo programas centrados en las reformas impositivas y del gasto, la gestión corporativa, la privatización, y la reestructuración de la deuda privada. Si bien no todos esos programas implementaron estrictamente los requisitos del FMI, tuvieron un rol fundamental en la promoción de mejoras significativas para la competitividad asiática.

Ninguna de esas lecciones debe desaprovecharse, ni en Europa ni en EE. UU. Si bien los países individuales en una unión monetaria obviamente carecen de flexibilidad en sus tipos de cambio –una de las diferencias más obvias e importantes entre Europa y Asia a fines de la década de 1990–, nada impide que una depreciación del euro impulse la competitividad panregional. Lo mismo, por supuesto, es válido para el dólar estadounidense.

Pero ningún país –o grupo de países, en el caso de Europa– ha logrado regresar a la prosperidad a fuerza de devaluaciones. Por lo tanto, las lecciones estructurales asiáticas son igualmente importantes para el mundo desarrollado. De hecho, la economía alemana está sobrepasando al resto de Europa en términos de competitividad y crecimiento, en gran medida debido a sus reformas y desregulación en el mercado de trabajo. La misma medicina puede resultar igualmente beneficiosa para el resto de Europa –ni que hablar de EE. UU., que enfrenta su propio y enorme desafío de competitividad.

Finalmente, las economías asiáticas en desarrollo no tuvieron más opción que aceptar las medidas draconianas como precio por los rescates a fines de la década de 1990. Queda por verse si los países ricos y desarrollados están dispuestos a seguir ese camino. Hace dos décadas, en su libro Changing Fortunes [Cambio de fortuna], Paul Volcker y Toyo Gyohten subrayaron la evidente regla doble para la resolución de crisis: «Cuando el Fondo [Monetario Internacional] consulta con un país pobre y débil, el país se ajusta. Cuando consulta con uno fuerte, el Fondo se ajusta.»

Tal vez sea esa la lección de la crisis asiática de finales de la década de 1990: la austeridad puede funcionar. Pero su éxito o fracaso en definitiva se reduce a políticas de poder: una resolución de la tensión entre los paliativos de corto plazo y el compromiso con una estrategia de largo plazo. Allí es donde aún continúa la batalla en el Oeste.

Stephen S. Roach, expresidente de Morgan Stanley Asia, es docente en la Universidad de Yale y autor de The Next Asia [La próxima Asia].

Copyright: Project Syndicate, 2012.
Traducido al español por Leopoldo Gurman
 

madroño

Well-Known Member
Que cansinos los milongueros de la austeridad y que falacia este articulo.

Lo que no cuentan es que los paises asiaticos ya vivian principalmente de la exportación gracias a las deslocalizaciones industriales de occidente a oriente, que cuando se produzco la recesión de 1990, el mercado del credito no estaba cerrado casi a nivel mundial como actualmente, con una deuda publica y privada inmensa, por lo que se beneficiaron de la expansión creditica de occidente durante los 90 del anterior siglo y principios del siglo XXI, osea !QUE EN REALIDAD NO FUNCIONO LA AUSTERIDAD¡, sino la expansión del credito y la deslocalización industrial, osea gracias a que en occidente nos endeudabamos hasta las trancas y gastabamos como cosacos para comprar sus productos, y se llevaban nuestras industrias, pudieron exportarnos, sino, se hubieran comido los mocos directamente.

En la actualidad, el credito esta parado, occidente ha perdido producción industrial que se ha deslocalizado a oriente y todo el mundo pretende competir a base de bajar salarios lo que conduce a suma 0, además españa en concreto ha vivido de una economia de consumo interno gracias al credito exorbitante, puesto que nuestra industria , ganaderia, agricultura, casi se ha desmantelado a cambio de los fondos estructurales.

El escenario asiatico de los 90, no tiene nada que ver con el actual.
 
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C

chicho125

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si realmente las condiciones son totalmente diferentes, pero cuando aseguras que !QUE EN REALIDAD NO FUNCIONO LA AUSTERIDAD¡, sino la expansión del credito y la deslocalización industrial, siempre la austeridad fue parte de la ecuacion como lo debera ser ahora, con unos deficits muy superiores a los de entonces y una contraccion economica barbara , creo que sin dudas la austeridad debera ser el elemento primario de cualquier formula tanto a nivel nacional regional, como mundial, pues cada dia las politicas expansivas si bien nos dan tranquilidad al corto plazo nos ponen mas al borde de un precipicio , por todo lo cual si bien es cierto que en estos momentos deberan tomarse medidas de expancion , estas deberan ser dirigidas de la mejor manera , reduciendo el gasto publico corriente en la medida en que se aumenta el gasto publico de capital que seria autofinanciable
 

madroño

Well-Known Member
Sigo diciendo que lo que pregona este articulo son loas a la austeridad como unico elemento determinante que hizo salir de la crisis de los 90 del anterior siglo a los paises asiaticos y eso realmente es mentira, sin la expansión de credito de occidente , nuestro consumo interno y la deslocalización industrial hacia esos paises, atraidos por los bajos salarios de estos su recuperación jamas se habria producido.

Lo que predica el articulo es que, gracias a la austeridad se saldra de la crisis a largo plazo y eso en un entorno en que todo el mundo pretende hacer lo mismo es sencillamente absurdo, esta conduciendo a avivar la recesión en los paises donde se aplica, ya se esta viendo en Grecia, España, Portugal e Irlanda, se vio en los paises de america latina, que solo lo salvaron quitas de la deuda, como Argentina, etc.

La austeridad, se debe de hacer en el momento de expansión de las burbujas, vigilando por parte de los bancos centrales la politica crediticia de su banca privada, pero para eso debe de haber independencia de estos, caso inexistente en la UE que depende de la politica que Berlin dicta a Bruselas , desde luego no hacerla salvajemente, cuando la economia no se mueve y el mecanismo del credito esta roto ó ahogado en la actual trampa de liquidez , porque lo unico que se hace es ahogar aún más las economias.

PD:Si me vas a comparar que actualmente también hay una gran expansión monetaria por parte de los bancos centrales que emiten moneda, si ,es cierto, pero recuerda que dicha expansión monetaria no circula a la economia real, porque esta ha acabado en la banca privada, por "la famosa trampa de liquidez", osea que nada tiene que ver la actual expansión monetaria con al de los 90 y principios del siglo XXI, que enseguida llego a la economia real.
 
C

chicho125

Guest
madroño como dices en aquel momento se dieron ciertas condiciones que dieron al traste con los logros de estos paises orientales, pero hoy las condiciones son totalmente diferentes, se hace imposible seguir inyectando capital sino se crea un mecanismo de control de gasto adecuado porque los deficits seguiran su curso de no aplicar medidas de austeridad en todos los renglones , pues no cuentas con ningun superhabit de ningun tipo para compensar dichos gastos y en cuanto a la monetarizacion tengo entendido esta siempre tiene sus efectos de ampliacion de la masa monetaria y por ende sus efectos en la economia real y esto lo vemos en la especulacion a travez de diferentes instrumentos que a la larga terminan moviendo de manera artificial el precio de los comoditis y por ende dejando una estera inflaccionaria a su paso y esto es lo que viene ocurriendo , por eso si creo que debe aumentarse el gasto pero el gasto de capital que genere billete y pueda auto compensarse y contribuir a la reduccion de los defitis, asi como hay que aplicar politicas que promuevan los prestamos de inversion por parte de los bancos, pero cuando tu pagas mas de lo que ganas y no tiene manera de ganar mas siempre lo primero que tienes que hacer es disminuir tu gasto y buscar una manera de ganar mas , por eso hay que tener cuidado con el despelote monetarista por que llega un momento en que no tendras para pagar tus deudas, digo los intereses de esta ,claro lo mas facil es monetarizar y es lo que viene haciendo el mundo lo cual se justifica en medio de esta crisis global pero de la manera adecuada, no para generar mas deuda al sector publico a fin de beneficiar al sector privado porque seremos nosotros lo que seguiremos pagando en el futuro estos deficits, con nuestros derechos . y claro que sin la expansión del credito y la deslocalización industrial jamas estos paises hubieran pasado de rojo a verde como lo hicieron , pero hoy la austeridad es lo unico certero que tenemos para darle el uso adecuado a las medidas monetarias que se apliquen
 

madroño

Well-Known Member
Vamos a ver droblo,nadie dice que no se deba de aplicar cierta austeridad en el gasto publico corriente, ni siquiera Krugman ó Stigliz lo niegan, pero lo que es más que obvio que la austeridad por si sola en un escenario de semejante contracción economica como el actual, ahoga las economias más endeudadas y las mete en un circulo vicioso.

Se salio de la recesión de la burbuja de los 90 ó de las punto.com con austeridad?, se salio con austeridad de la crisis del 1929 ó los alemanes salieron de la crisis de Weimar ó la de la reunificación de los 90 con austeridad?, JAMAS SE HA SALIDO DE NINGUNA RECESIÓN ó DEPRESIÓN ECONOMICA CON SOLO AUSTERIDAD, JAMAS¡, porque en epoca de contracción crediticia y economica se necesita precisamente lo contrario que el dinero circule y que haya inflación y la austeridad contra más salvaje, menos hace circular el dinero, provoca deflación y simplemente lo amontona, lo hace pasivo y lo vuelve miedoso.

Te pongo mi mismo caso, tu crees que yo despues de esta reforma laboral y las que vendran, las subidas de impuestos, el repago de servicios básicos, aún teniendo ahorros y un buen superavit para gastar, voy a gastar, cuando dentro de unos años, que se acabe el convenio y el ERE, se negocie otro y me dejen con casi 50 en la calle, por dos perras gordas?, NO, mi dinero, se quedara parado provocando deflación, ya que no sere el único, sino que sera la atonia general.

Como salio Alemania de su recesión?, pues parecido a como lo hicieron los tigres asiaticos en los 90, inflaron la burbuja crediticia en terceros paises mientras su banco central limitaba dicha expansión crediticia en su pais, los PIGS,manteniendo unos tipos artificialmente bajos para ellos,pero no para Alemania que se financio de estos via exportaciones que el exceso de credito favorecio, ahora para financiar su deuda se aprovecha de la crisis de deuda de estos, cuando ellos con su dictadura al BCE contribuyeron a inflar, porque el BCE, es en realidad ,el Banco Central de Alemania , pero en Bruselas.

A un obeso morbido, no le puedes matar de hambre para hacerle bajar peso, hay que aplicar austeridad en las dietas, si, pero acompañados de dietas adecuadas, bajas en calorias, etc, a veces tienes que recurrir a la cirugia y reducir estomago.

A uno que casi se ha ahogado, no lo puedes matar de sed, para recuperarle.

Pero es más, cada vez que en USA la FED, hace un QE ó en Europa el BCE, inyecta liquidez a la banca ó compra deuda de los paises, !EL MERCADO LO CELEBRA¡, con subidas de bolsa y con bajadas en las primas de deuda, los CDS de estos, el mercado celebra el intervencionismo público, veremos lo que pasa con la deuda publica, cuando el BCE deje de financiar a nuestra banca para comprar deuda ó este no compre nada de deuda, veras por donde se va la cacareada austeridad.

Que haremos cuando en los BRICS, hayan inflado sus respectivas burbujas y exploten?, que tarde ó temprano lo haran, y encima se junten con recuperaciones nimias ó estancamientos economicos prolongados de la UE y USA?, quien tirara de exportaciones entonces?, quien tirara de la economía a nivel mundial?, nadie y diran de nuevo, AUSTERIDAD, pero estando todos jodidos, aunque la mano de obra baje a 100€ al mes, todos haran lo mismo y no seras competitivo.

Decis que la inflación es el impuesto de los pobres, y que es la deflación ó estanflación?, es beneficiosa?, cuando destruye tejido productivo, hace circular menos el dinero, provoca más paro, disminuye la recaudación y por tanto limita el pago de la deuda publica y privada?, en un contexto como el actual la inflación es mucho más beneficiosa que la deflación ó estanflación, que es lo que hay en la actualidad a pesar de sus efectos perversos que también los tiene.

El nivel de deuda mundial es tal, que solo la inflación nos puede sacar de esta por mucho que os pese, ya no hay tiempo de austeridad, eso en su momento para limitar la expansión, pero no ahora, aunque me joda , reconozco que se necesita una devaluación mundial del dinero, para devaluar la deuda y revaluar activos que pesan sobre ella, para que este circule.
 
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ricardo4

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Yo estoy alucinado como la austeridad sigue siendo debate, hace un año lo tenia claro, y ahora mas.. me sorprende que aun haya gente a favor de la austeridad..

pego un gráfico para los despistados


España Portugal e Irlanda desde su entrada al euro cumplieron mejor que Alemania y Francia en su control del deficit




Son los objetivos de control del deficit garante de estabilidad financiera estatal?
 

ricardo4

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Entiendo (mas bien intento entender) que haya alguna gente que les joda que los estados hagan trampas en las reglas del libre mercado y por cuestiones de equidad elijan la austeridad, pero es que la austeridad NO FUNCIONA.

¿Cuán importante es la deuda?
Robert Skidelsky
Alguien escribió:
LONDRES – En la actualidad Europa se encuentra perseguida por el fantasma de la deuda. Todos los líderes europeos se sienten abatidos ante esta situación. Para exorcizar a este demonio, están sometiendo a sus economías a padecimientos.

Parece que dichos padecimientos no son de ayuda. Sus economías siguen desplomándose dando tumbos, y la deuda sigue creciendo. La agencia de calificación crediticia Standard & Poors ha rebajado las calificaciones de la deuda soberana de nueve países de la eurozona, entre ellos la de Francia. Probablemente el Reino Unido sea el siguiente.

Para cualquiera que no esté cegado por la locura, la explicación de esta rebaja es evidente. Si el objetivo, establecido deliberadamente, es la reducción del tamaño del PIB, la relación de deuda con respecto al PIB está destinada a crecer. La única manera de reducir la deuda de un país (que no sea mediante una moratoria) es conseguir que su economía crezca.

El miedo a estar endeudado está arraigado en la naturaleza humana, por lo que, para el ciudadano promedio aparenta estar correcto el que la extinción de la deuda sea uno de los objetivos de las políticas de un país. Todos saben lo que significa contraer una deuda financiera: dinero adeudado, a menudo como resultado de préstamos. Estar endeudado puede producir ansiedad si uno no está seguro sobre si, llegado el momento, será capaz de pagar lo que debe.

Esta ansiedad se transmite fácilmente a la deuda nacional – la deuda contraída por un gobierno con sus acreedores. Las personas se preguntan: ¿cómo reembolsarán los gobiernos la totalidad de los cientos de miles de millones de dólares que deben? Como señaló el primer ministro británico David Cameron: “La deuda pública es similar a la deuda de tarjetas de crédito, tiene que ser pagada”.

Se llega al siguiente paso con facilidad: a fin de pagar, o al menos reducir, la deuda nacional, el gobierno debe eliminar su déficit presupuestario, ya que el exceso de gasto con relación a los ingresos se agrega a la deuda nacional. En efecto, si el gobierno no actúa, la deuda nacional se convertirá en lo que en el léxico actual se define como “insostenible”.

Una vez más, de manera fácil surge una analogía con el endeudamiento de los hogares. El ciudadano sensato razona y piensa que “mi muerte no extingue mi deuda”. Mis acreedores tendrán prelación de cobro sobre mi herencia – es decir, preferencia sobre todo lo que yo quería dejar como herencia a mis hijos. Del mismo modo, cuando un gobierno deja sin pagar una deuda por demasiado tiempo se convierte en una carga para las generaciones futuras: yo podré disfrutar de los beneficios de las extravagancias del gobierno, pero mis hijos tendrán que pagar la factura.

Es por eso que en la actualidad la reducción del déficit está en el centro de la política fiscal de la mayoría de los gobiernos. Supuestamente hay menos probabilidades de que la deuda de un gobierno con un plan “creíble” de “consolidación fiscal” ingrese en moratoria o se la deje para que sea pagada por las generaciones futuras. Se cree que tal reducción del déficit permitirá que el gobierno pida prestado dinero con costos menores de los que pudiera de otra forma conseguir, esto, consecuentemente, reduce las tasas de interés para los prestatarios privados, lo que a su vez debe impulsar la actividad económica. De esta forma se llega a la conclusión que la consolidación fiscal es el gran y soberbio camino a la recuperación económica.

Esta doctrina, que es la doctrina oficial de los países más desarrollados en la actualidad, contiene al menos cinco falacias importantes, que pasan desapercibidas debido a que la narrativa es muy plausible.

En primer lugar, los gobiernos, a diferencia de los particulares, no tienen que “pagar” sus deudas. El gobierno de un país con su propio banco central y su propia moneda, simplemente puede seguir endeudándose mediante la impresión de dinero que luego se le es prestado. Este no es el caso de los países de la eurozona. Sin embargo, los gobiernos de la eurozona tampoco tienen que pagar sus deudas. Si sus acreedores (extranjeros) ejercen demasiada presión sobre ellos, ellos simplemente ingresan en moratoria. La moratoria es mala. Pero la vida tras la moratoria continúa transcurriendo de manera muy similar a la de antes de dicha moratoria.

En segundo lugar, reducir deliberadamente el déficit no es el mejor camino para que un gobierno equilibre sus libros de contabilidad. La reducción del déficit en una economía deprimida no es el camino a la recuperación, es el camino a la contracción, ya que significa reducir la renta nacional de la cual dependen los ingresos del gobierno. Esto hará que para un gobierno sea más difícil, no más fácil, reducir el déficit. El gobierno británico ya debe pedir prestado £112 mil millones ($172 mil millones de dólares) más de lo que había planeado cuando anunció su plan de reducción del déficit en junio del año 2010.

En tercer lugar, la deuda nacional no es una carga neta de las generaciones futuras. Incluso si dicha deuda da lugar a futuros pasivos fiscales (y alguna de la deuda si dará lugar a ello), estos pasivos serán transferencias de los contribuyentes a los tenedores de bonos. Esto puede tener desagradables consecuencias distributivas. Sin embargo, tratar de reducir la deuda ahora será una carga neta sobre las generaciones futuras: la renta del país se reducirá de inmediato, las ganancias caerán, los fondos de pensiones se reducirán, los proyectos de inversión serán cancelados o pospuestos, y no se construirán casas, hospitales y escuelas. Las generaciones futuras estarán peor que antes, después de haberse visto privadas de los bienes que de lo contrario podrían haber tenido.

En cuarto lugar, no hay ninguna conexión entre el tamaño de la deuda nacional y el precio que el gobierno debe pagar para financiarla. Las tasas de interés que el Japón, los Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania pagan por sus deudas nacionales son similarmente bajas, a pesar de que existen grandes diferencias en las políticas fiscales y niveles de endeudamiento de dichos países.

Por último, los bajos costos de los préstamos para los gobiernos no reducen automáticamente el costo del capital para el sector privado. Después de todo, los prestatarios empresariales, por ejemplo, no se prestan a la tasa de rendimiento “sin riesgo” que se paga por los bonos del Tesoro de EE.UU., y la evidencia muestra que la expansión monetaria puede empujar hacia abajo la tasa de interés de la deuda pública, pero que casi no tienen efecto sobre nuevos préstamos bancarios para empresas o hogares. De hecho, la causalidad se da a la inversa: las tasas de interés del gobierno en el Reino Unido y en otros lugares son tan bajas debido a que las tasas de interés para los préstamos al sector privado son tan altas.

Al igual que lo que pasó con “el fantasma del comunismo” que persiguió a Europa en el famoso manifiesto de Carlos Marx, hoy en día “todos los poderes de la vieja Europa se han unido en una santa alianza para exorcizar” al fantasma de la deuda nacional. Pero los estadistas que tienen como objetivo liquidar la deuda deben recordar a otro fantasma famoso – ese fantasma es el fantasma de la revolución.

Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica, es profesor emérito de Economía Política en la Universidad Warwick.

Copyright: Project Syndicate, 2012.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.
 

droblo

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Madroño, yo he colgado esta opinión cualificada como a veces posteo artículos que defienden lo contrario como por ejemplo este: http://www.euribor.com.es/foro/economia-bolsa-y-actualidad/20713-austeridad-misma-no-resolver-crisis-economica-y-financiera.html
Precisamente estas opiniones generan debate que es lo que creo debe haber en un foro, aparte de buena información que, esa sí, debe intentar ser lo más objetiva posible.
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Yo por mi parte estoy de acuerdo con la austeridad y la defendí por ejemplo en este artículo de hace dos años España necesita austeridad pero hay que especificar en qué ser austeros y cuando.
Si se hubieran cortado gastos absurdos hace más de dos años estoy seguro que no estaríamos aquí pero cortar inversiones públicas con el paro que tenemos y con una recesión echándonos encima como es el caso actual me parece absurdo.
Y Ricardo, el que los gastos y los ingresos estén lo más equilibrados posibles no es austeridad, es que eso debería ser lo normal. Es más, debería haber superávit los años buenos para reducir deuda y así poder aumentarla cuando llegue la crisis sin poner en peligro la solvencia del país.
 

ricardo4

Member
Y Ricardo, el que los gastos y los ingresos estén lo más equilibrados posibles no es austeridad, es que eso debería ser lo normal.
durante 30 años se ha crecido gracias a la deuda, así que el déficit debiera ser lo normal, como a venido siendo hasta ahora. Otra cosa es que te moleste que los estados hagan trampas dentro del libre mercado
 

droblo

Administrator
Lo normal debería ser lo que hizo España durante esos 8 años que citas en el gráfico...y reduciendo deuda además.
 

CHICHO125

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Ricardo , muy buen trabajo de Robert Skidelsky ....te paso este de Skidelsky es bien fresco en cuanto al tema .....




2012-02-20

LONDRES – “Los déficits siempre son malos”, truenan los halcones fiscales. No es así, replica el analista de inversiones estratégicas H. Wood Brock en un nuevo libro interesante: The American Gridlock(“El estancamiento americano”). Una evaluación adecuada –sostiene Brock– depende de la “composición y la calidad del gasto estatal total”.
Los déficits estatales debidos al gasto corriente para servicios o transferencias son malos, porque no producen ingresos y contribuyen a la deuda nacional. En cambio, los déficits resultantes del gasto de capital son –o pueden ser– buenos. Si se administra con prudencia, ese gasto produce una corriente de ingresos que sirve para sufragar el servicio de la deuda y con el tiempo saldarla; más importante es que aumenta la productividad, con lo que mejora las posibilidades de crecimiento a largo plazo de un país.
De esa distinción se sigue una importante regla fiscal: normalmente, se debe equilibrar el gasto corriente de los Estados con la fiscalidad. A ese respecto, las medidas adoptadas actualmente para reducir los déficit debidos al gasto corriente están justificados, pero sólo si se los substituye enteramente por programas de gasto de capital. De hecho, la reducción del gasto corriente y el aumento del gasto de capital deben darse conjuntamente.
El argumento de Brock es el de que, en vista del estado de su economía, los Estados Unidos no pueden recuperar el pleno empleo mediante la política actual. La recuperación es demasiado débil y el país necesitar invertir un billón más de dólares al año durante diez años en servicios de transporte y educación. El Gobierno debe crear un Banco Nacional de Infraestructuras para facilitar la financiación mediante su endeudamiento directo y atrayendo los fondos del sector privado o con una mezcla de los dos. (Yo he propuesto una institución similar en el Reino Unido.)
La distinción entre el gasto de capital y el gasto corriente (y, por tanto, entre déficits “buenos” y “malos”) no es nada nuevo para cualquier estudioso de la Hacienda pública, pero se olvidan los conocimientos a un ritmo tan alarmante, que vale la pena volver a exponerla, en particular en vista de que los halcones del déficit ocupan el poder en el Reino Unido y en Europa, aunque, por fortuna, (aún) no en los EE.UU.
Según las propuestas acordadas en una reunión oficiosa del Consejo Europeo celebrada el 30 de enero, todos los miembros de la UE deberán modificar sus constituciones para introducir la norma de un presupuesto equilibrado que limite los déficits estructurales anuales al 0,5 por ciento del PIB. Sólo se podrá aumentar ese límite máximo en caso de depresión profunda u otras circunstancias excepcionales, para permitir una política anticíclica, siempre y cuando se convenga en que se trata de un déficit suplementario cíclico y no estructural. De lo contrario, las violaciones desencadenarían automáticamente sanciones de hasta el 0,1 por ciento del PIB.
El Reino Unido es uno de los dos países de la UE (junto con la República Checa) que se negó a firmar ese “pacto fiscal”, cuya aceptación es obligatoria para tener acceso a los fondos de rescate europeos, pero el Gobierno de Gran bretaña tiene el objetivo idéntico de reducir sus déficit actual del 10 por ciento del PIB hasta casi cero en cinco años.
Un argumento que se oye comúnmente en apoyo de semejantes políticas es el de que “los vigilantes de los bonos” no exigirán menos que eso y las haciendas de algunos Estados europeos (y latinoamericanos, en el pasado reciente) han estado en situación tan precaria, que esa reacción es comprensible.
Pero no es así en el caso de los EE.UU. y del Reino Unido, que tienen –los dos– grandes déficits fiscales, y la mayoría de los países estaban ateniéndose a una disciplina fiscal bastante estricta antes de que la crisis de 2008 socavara sus bancos, redujera sus ingresos fiscales y provocase un aumento de la deuda soberana.
Al mismo tiempo, no debemos atribuir el entusiasmo actual por la disciplina fiscal a semejantes contingencias. Fundamentalmente, se debe a la creencia de que todo gasto estatal por encima de un mínimo necesario es despilfarrador. Europa tiene sus propios chalados del Tea Party, que aborrecen el Estado del bienestar y quieren abolirlo o recortarlo radicalmente y que están convencidos de que todo el gasto de capital patrocinado por el Estado es una “pérdida de tiempo”: tantas carreteras, puentes y líneas férreas que no van a parte alguna y absorben su dinero en corrupción e ineficiencia.
Quienes creen eso no se inmutan ante la corrupción y el despilfarro que caracteriza gran parte del gasto del sector privado y prefieren el despilfarrototal de mantener a millones de personas sin hacer nada (Brock calcula que el 16 por ciento de la fuerza de trabajo americana está desempleada, subempleada o demasiado desalentada para buscar trabajo) al posible despilfarro parcial de programas que los pongan a trabajar, perfeccionen sus aptitudes y equipen el país con activos.
Podemos criticar algunos detalles del argumento de Brock: una comprensión más profunda de Keynes le habría brindado una respuesta más convincente a la objeción de que, si los proyectos financiados por el Estado valieran la pena, el sector privado estaría ejecutándolos. Pronto vamos a tener que dar respuestas a esas cuestiones, porque las normas fiscales anteriores a la crisis que los europeos están intentando en vano fortalecer no sirvieron.
Distamos mucho de haber formulado una teoría de la política macroeconómica posterior a la recesión, pero ciertos elementos están claros. En el futuro, la política fiscal y la monetaria tendrán que ir a la par: ninguna de las dos por sí sola puede estabilizar unas economías de mercado inherentemente inestables. La política monetaria tendrá que hacer mucho más de lo que hacía antes de 2008 para limitar la “exuberancia irracional” de los mercados financieros y necesitamos un nuevo sistema de contabilidad fiscal carente de ambigüedades y que distinga entre el gasto estatal financiado con cargo a los impuestos y el gasto público que se autofinancie.
Por encima de todo, hemos de reconocer que el papel del Estado es algo más que el mantenimiento de la seguridad exterior y la ley y el orden interiores. Como escribió Adam Smith en La riqueza de las naciones:
“El tercero y último deber del soberano (…) es el de erigir y mantener las instituciones públicas y las obras públicas que, aun siendo beneficiosas en sumo grado para una gran sociedad, sean de tal naturaleza, que el beneficio nunca podría amortizar los gastos para una persona o un grupo pequeño de personas y, por tanto, no se puede esperar que ninguna persona o grupo pequeño de personas las erija ni las mantenga”.
Las principales de entre esas obras públicas, para Smith, son las que “facilitan el comercio de cualquier país, como, por ejemplo, unas buenas carreteras, puentes, canales navegables, puertos, etcétera”. Otra muestra de conocimiento olvidado que Smith cita también es la importancia de la educación. Está en lo cierto al hacerlo, por mucho que los halcones actuales del déficit parezcan demostrar, con su comportamiento, lo contrario.
Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica, es profesor emérito de Economía Política en la Universidad Warwick.
 
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