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Cuando por cobrar más por la gasolina se ingresa menos
El céntimo sanitario es el último invento para tratar de recaudar un poco más a costa de la gasolina. Si se tratase sólo de que nos hacen pagar, el cabreo estaría justificado y sería uno más, uno de tantos, porque parece que por ahí van las cosas últimamente.
Pero no es sólo eso. El asunto tiene varias vertientes, pero por centrar lo un poco, vamos al caso de Castilla y León, donde se impuso el céntimo sanitario de una sola vez y en su tramo máximo.
Además de poner al borde de la quiebra a buena parte de las estaciones de servicio limítrofes con otras comunidades autónomas que no cobran esta alcabala (por llamarle de algún modo), lo cierto es que la Comunidad de Castilla y León no sólo no está viendo incrementarse su recaudación, sino todo lo contrario: disminuye. O sea, que los ciudadanos de esta comunidad pana más pero tendrán menos servicios, porque este impuesto hacer perder dinero a las arcas de la comunidad autónoma.
Estas cosas pasan cuando los gobernantes ni siquiera han echado las cuentas de lo que puede pasar al subir un impuesto, porque son de los que creen que al subir los impuestos se recauda más, y ya está.
Lo explico, porque tiene miga. Una miga muy dolorosa que debería a hacer reflexionar a todos los partidarios de cobrar más como medio para ingresar más.
Vamos a ver en primer lugar cuales son los componentes del precio del combustible:
-Precio en origen + Impuesto de Hidrocarburos.+ IVA + Céntimo sanitario + Margen del distribuidor
Los gestores de los tributos pensaron que, al incrementar el céntimo sanitario, ingresarían la diferencia y punto. Pero veamos lo que pasa, partida por partida:
-Precio en origen: se lo lleva Arabia Saudita, por decir algo. Y se lo llevan las petroleras, las refinerías, etc.
-Impuesto de Hidrocarburos: son unos 40 céntimos por litro, pero ojo al dato, porque este impuesto está transferido en parte, por lo que corresponden 24 céntimos al Estado y 16 a la Comunidad Autónoma.
IVA: Vienen a ser unos 14 céntimos el litro, pero también está acordado que se reparta, por lo que son 7 céntimos para el Estado y 7 para la Comunidad Autónoma.
Margen comercial: para el distribuidor, pero resulta que el distribuidor paga sus impuestos sobre ese margen, que también se reparten entre el Estado y la autonomía correspondiente.
Céntimo sanitario: Hay un tramo, que ya se estaba pagando, que es para el Estado, y un tramo, que es el que ahora impone la Junta de Castilla y León, que es íntegramente para la Comunidad Autónoma. O sea, que la Junta se lleva directamente 4,8 céntimos por litro.
Pues bien: como resulta que el céntimo sanitario ha desplazado a los grandes consumidores hacia las comunidades limítrofes, el consumo de gasóleo ha descendido hasta en un 30% en la comunidad autónoma. Esto se explica fácilmente, pues los camioneros, que hacen grandes rutas, repostan donde no les cobren este impuesto, lo que puede suponerles un ahorro de unos 50 € cada vez que llenan el depósito, o algo así como 5.000 € al año.
Puede haber ministros o consejeros tontos, pero camioneros tontos ya no quedan, porque dejaron el negocio hace años. Así que si tenemos un descenso del 30 % en el consumo, ¿qué nos sale?
Que los que siguen consumiendo, hacen ingresar 5 céntimos más a la Junta, pero los que dejan de consumir, dejan de ingresar, por litro, los 16 céntimos del impuesto de hidrocarburos, los 7 de IVA, y la parte que a la autonomía le correspondiese del beneficio de las gasolineras.
Si echamos la suma, tenemos que por cada litro que sigues vendiendo, ingresas 5 céntimos más, pero por cada litro que dejas de vender, porque se va la gente a echar gasoil o gasolina a otro lado, pierdes 26 céntimos aproximadamente.
Mientras cada autonomía vaya a su aire, compitiendo entre sí por los impuestos, toda medida que incremente los impuestos en una de ellas, desplazará el consumo hacia otra, y más en actividades como el transporte, que por su naturaleza tienen toda la movilidad del mundo.
Pero estas cosas, tan obvias, parecen no entenderlas los que se supone que son los encargados de gestionar y planificar, lo que nos lleva, una vez más, a la gran pregunta: ¿en manos de quién estamos?
fuente:
El céntimo sanitario es el último invento para tratar de recaudar un poco más a costa de la gasolina. Si se tratase sólo de que nos hacen pagar, el cabreo estaría justificado y sería uno más, uno de tantos, porque parece que por ahí van las cosas últimamente.
Pero no es sólo eso. El asunto tiene varias vertientes, pero por centrar lo un poco, vamos al caso de Castilla y León, donde se impuso el céntimo sanitario de una sola vez y en su tramo máximo.
Además de poner al borde de la quiebra a buena parte de las estaciones de servicio limítrofes con otras comunidades autónomas que no cobran esta alcabala (por llamarle de algún modo), lo cierto es que la Comunidad de Castilla y León no sólo no está viendo incrementarse su recaudación, sino todo lo contrario: disminuye. O sea, que los ciudadanos de esta comunidad pana más pero tendrán menos servicios, porque este impuesto hacer perder dinero a las arcas de la comunidad autónoma.
Estas cosas pasan cuando los gobernantes ni siquiera han echado las cuentas de lo que puede pasar al subir un impuesto, porque son de los que creen que al subir los impuestos se recauda más, y ya está.
Lo explico, porque tiene miga. Una miga muy dolorosa que debería a hacer reflexionar a todos los partidarios de cobrar más como medio para ingresar más.
Vamos a ver en primer lugar cuales son los componentes del precio del combustible:
-Precio en origen + Impuesto de Hidrocarburos.+ IVA + Céntimo sanitario + Margen del distribuidor
Los gestores de los tributos pensaron que, al incrementar el céntimo sanitario, ingresarían la diferencia y punto. Pero veamos lo que pasa, partida por partida:
-Precio en origen: se lo lleva Arabia Saudita, por decir algo. Y se lo llevan las petroleras, las refinerías, etc.
-Impuesto de Hidrocarburos: son unos 40 céntimos por litro, pero ojo al dato, porque este impuesto está transferido en parte, por lo que corresponden 24 céntimos al Estado y 16 a la Comunidad Autónoma.
IVA: Vienen a ser unos 14 céntimos el litro, pero también está acordado que se reparta, por lo que son 7 céntimos para el Estado y 7 para la Comunidad Autónoma.
Margen comercial: para el distribuidor, pero resulta que el distribuidor paga sus impuestos sobre ese margen, que también se reparten entre el Estado y la autonomía correspondiente.
Céntimo sanitario: Hay un tramo, que ya se estaba pagando, que es para el Estado, y un tramo, que es el que ahora impone la Junta de Castilla y León, que es íntegramente para la Comunidad Autónoma. O sea, que la Junta se lleva directamente 4,8 céntimos por litro.
Pues bien: como resulta que el céntimo sanitario ha desplazado a los grandes consumidores hacia las comunidades limítrofes, el consumo de gasóleo ha descendido hasta en un 30% en la comunidad autónoma. Esto se explica fácilmente, pues los camioneros, que hacen grandes rutas, repostan donde no les cobren este impuesto, lo que puede suponerles un ahorro de unos 50 € cada vez que llenan el depósito, o algo así como 5.000 € al año.
Puede haber ministros o consejeros tontos, pero camioneros tontos ya no quedan, porque dejaron el negocio hace años. Así que si tenemos un descenso del 30 % en el consumo, ¿qué nos sale?
Que los que siguen consumiendo, hacen ingresar 5 céntimos más a la Junta, pero los que dejan de consumir, dejan de ingresar, por litro, los 16 céntimos del impuesto de hidrocarburos, los 7 de IVA, y la parte que a la autonomía le correspondiese del beneficio de las gasolineras.
Si echamos la suma, tenemos que por cada litro que sigues vendiendo, ingresas 5 céntimos más, pero por cada litro que dejas de vender, porque se va la gente a echar gasoil o gasolina a otro lado, pierdes 26 céntimos aproximadamente.
Mientras cada autonomía vaya a su aire, compitiendo entre sí por los impuestos, toda medida que incremente los impuestos en una de ellas, desplazará el consumo hacia otra, y más en actividades como el transporte, que por su naturaleza tienen toda la movilidad del mundo.
Pero estas cosas, tan obvias, parecen no entenderlas los que se supone que son los encargados de gestionar y planificar, lo que nos lleva, una vez más, a la gran pregunta: ¿en manos de quién estamos?
fuente: