Cuando se demuestra que es necesario (o se lo percibe empíricamente, como ocurría anteriormente en ciertas comunidades campesinas) el trabajo productor de valores de uso puede, al menos potencialmente, establecer una relación de "gestión prudente" con la "naturaleza", basada en el reconocimiento de la limitada cantidad de determinados recursos y en el respeto de las exigencias para la reproducción de las especies vivas acuáticas y terrestres. Pero la producción de valor de cambio buscando la ganancia no puede hacerlo, sobre todo cuando las empresas experimentan una feroz competencia internacional y están sometidas a los dictados de los accionistas. La disminución de costos y la maximización del rendimiento dirigidos a la producción para la ganancia conducen obligatoriamente a la extensión de enfoques semejantes a los utilizados en la explotación "minera". Esta consiste en sacar de la "mina" - que puede ser también una zona de pesca, un bosque, tierras vírgenes - toda la materia prima que sea posible y durante todo el tiempo en que sea rentable, sin preocuparse por los "daños colaterales" sociales o ecológicos, y después ir a otra parte para recomenzar la misma operación. Cuando se agota un recurso, se busca un sustituto en la naturaleza o se lo reemplaza completamente por medio de la ciencia subordinada al capital.
Desde fines del siglo XIX, la centralización y concentración del capital y la formación de poderosos oligopolios, transformaron la rigidez -por no decir "unilateralidad"- de este tipo de relacionamiento con la naturaleza, en un rasgo sistémico que no crea pueda ser superado si no es con la desaparición del capitalismo en cuanto tal. Estamos enfrentados a acciones ofensivas y defensivas de muy poderosos "bloques de intereses" de grupos industriales con gran capacidad destructiva del medioambiente: evidentemente, los relacionados con el complejo petrolero-automotriz, también el petroquímico y el complejo militar-industrial que tienen interese compartidos, pero también ocurre con otras ramas, como la agroalimentaria y el papel. Las ganancias de estos oligopolios dependen de la perennidad de los modos de vida (el uso del automóvil y las correspondientes opciones urbanas, etcétera) con mayores efectos en términos de emisión de gas con efecto invernadero, especialmente CO2. El objetivo que se han dado estos grupos industriales, con la ayuda activa del Partido Comunista y los nuevos capitalistas locales, es lograr que una fracción aunque sea pequeña (10%) de los mil cien millones de habitantes de China reemplace con automóviles los medios de transporte públicos y bicicletas. Poco importan los efectos ecológicos, si el mercado chino se asegura una década de "crecimiento" y el consiguiente flujo de dividendos para sus accionistas, ayudando al mismo tiempo a que los mercados bursátiles en Wall Street, en Tokio y Europa disfruten algunos años más de estabilidad relativa.
A nivel planetario, la "cuestión ecológica" ha pasado a ser indisociable de la "cuestión social". Por detrás de las palabras "ecología" y "medioambiente" está muy simplemente el cuestionamiento de la perennidad de las condiciones de reproducción física de ciertos grupos sociales y determinados pueblos. La cuestión ecológica afecta pues a la civilización en cuanto tal. Es otra expresión más de la alternativa definida por Rosa Luxemburgo hace casi un siglo: "socialismo o barbarie". Pero la apreciación de qué manera los factores ecológicos o la "rarefacción" de recursos claves pueden afectar la acumulación, exigirá investigaciones y debates que están apenas en sus comienzos. Algunos tendrán efecto directo sobre la acumulación. Así, el encarecimiento del precio del petróleo posiblemente afectará la rentabilidad de las inversiones en algunas ramas industriales, por el lado de los imputs en la producción y debido a la fuerte caída en el poder de compra de poblaciones cuya existencia está hoy completamente organizada en torno al uso cotidiano de los vehículos. Otros sectores en cambio puede beneficiarse con rebotes positivos como resultado de inversiones en energías alternativas. Los efectos sobre la acumulación podrán ser también indirectos, a través de guerras por el control de los campos petrolíferos que resten. En el caso de los cambios climáticos que amenazan la vida de la gente de regiones y países ya desheredados, la amplitud de los efectos sobre la acumulación dependerá del que la adquieran los levantamientos sociales o los conflictos intercomunitarios e interéticos y sus impactos internacionales. Las instituciones que, como el Pentágono, se encargan de vigilar la seguridad del capital y la perennidad de la dominación de los ricos, se preparan.
Un régimen institucional hecho a medida pero profundamente inestable.-
Es necesario realizar un trabajo teórico que defina al "mercado mundial" quitándole toda connotación neoclásica. Las IDE, así como el rol jugado por los grupos industriales y financieros transnacionales, dan a este "mercado" dos características: las de un espacio de valorización del capital planetario que es también un espacio de rivalidad entre oligopolios mundiales, y un terreno para que el capital ponga en competencia directa a los trabajadores de distintos países. En uno de esos pasajes en los que dejaba fluir libremente su intuición, Marx evocó fugazmente la hipótesis de una China capitalista. Lo hizo de un modo que tiene gran importancia para la comprensión de los problemas a los que se enfrentan los asalariados y sus sindicatos (siempre que éstos lo sean realmente). Se refiere al desarrollo a escala internacional de la competencia entre trabajadores en torno al precio de venta de su fuerza de trabajo. Marx constata que el desarrollo de la producción capitalista esboza arrojar a todos los trabajadores del mundo a una competencia cosmopolita y, citando a un diputado inglés, concluye que "ya no se trata simplemente de lograr que los salarios ingleses desciendan hasta el nivel de la Europa continental, sino de hacer que, en un futuro más o menos cercano, el nivel europeo de los salaros baje hasta el de China". Este es precisamente uno de los objetivos de las deslocalizaciones realizadas por los grupos manufactureros estadounidenses y europeos y de los contratos de tercerización de los grupos relacionados con la gran distribución. Pero hacerlo tiene un precio: ayuda al fortalecimiento de poderosos competidores. Sobre esto volveré más adelante.
El régimen institucional internacional, económico y político surgido de la liberalización y la desreglamentación nunca hubiera existido sin la acción política tenaz y continua de los Estados Unidos a lo largo de más de treinta años. Lo hicieron sobre todo en beneficio propio, pero con el paso del tiempo es claro que el verdadero beneficiario es el capital concentrado en cuanto tal, ya sea financiero o industrial, así como las oligarquías y las mayores fortunas, en el lugar en que se encuentren. Los procesos de centralización y concentración del capital y de acentuada polarización de la riqueza son comunes al "Norte" y al "Sur". La polarización de la riqueza siempre fue muy fuerte, pero se acentuó aún más. La transición al capitalismo de China consolidó el proceso a nivel mundial. En determinados sectores del "Sur" - la banca y los servicios públicos, la agro-industria, las minas y metales básicos- se constata una acentuación análoga en la centralización y concentración del capital.