La imprudencia de Montoro y el suicidio colectivo español
Hablar por no callar parece haberse convertido en la norma de actuación de, al menos, los dos principales ministros del ramo económico del gabinete de Rajoy. Una cosa es que lo hagan en sede parlamentaria, como corresponde a su condición, y otra bien distinta que se prodiguen en emisoras y conferencias a satisfacción del entrevistador de turno o de la audiencia ávida de rigor. Aún no son conscientes, o no parecen serlo, del peso que sus palabras tienen allende nuestras fronteras, del valor moral que aquellos que aún no conocen nuestras trapacerías políticas atribuyen a las mismas y del efecto de sus contradicciones en la destrucción de la confianza inversora en España.
El mismo error del ejecutivo de Zapatero en un momento aún más crítico para la nación. No aprenderán…
Cristóbal Montoro volvió a pecar ayer de imprudente.
En su afán didáctico por explicarle a Carlos Herrera las implicaciones de la prima de riesgo por encima de 500 puntos básicos deslizó una serie de reflexiones obvias:
“refleja un problema para acceder al mercado, para refinanciar nuestra deuda como país (...) lo que hay que hacer para evitar que se nos venga encima, que nos obligue a unas cancelaciones extremas, exageradas (…) Lo que nos quiere decir la prima de riesgo es que España no tiene abierta la puerta de los mercados que son nuestros acreedores (…) y nos presiona para hacer las reformas necesarias en casa para recuperar su confianza”. Algo que podía haber quedado en nada pero…
Por si quedaba alguna duda sobre el primero de los subrayados, su respuesta a la posición española ante la Unión Bancaria Europea, la despejó por completo al recordar el Ministro que “
la cifra que necesita el sector bancario español para recapitalizarse no es muy alta, no es excesiva. La pregunta es: ¿de dónde vendrá el dinero, quién lo facilitará? No es una cantidad astronómica, ni irrealizable; no estamos ante un drama preescrito sino todo lo contrario. Lo que hace falta es que las instituciones europeas se pongan en marcha y lleve a cabo una recapitalización bancaria a través de eso procedimientos que permiten hacer más Europa”.
O sea que no es mucho pero no hay. Y Rajoy en evidencia, y los viajes de
De Guindos al guano, y la subasta de hoy veremos. Y todo por unos minutos de gloria radiofónica.
No se le puede negar a Montoro el don de la inoportunidad que, si no tuvo un reflejo negativo en las plazas financieras locales –la bolsa terminó al alza y la prima de riesgo a la baja- fue por esa suerte de compromiso común de evitar lo inevitable que parece que va calando en el seno de las instituciones europeas con la única reticencia formal de Alemania. Pero eso no quita para que
nos encontremos, de nuevo, ante un ejercicio de irresponsabilidad que refleja varios de los principios rectores que han caracterizado hasta ahora la acción de gobierno:
tacticismo frente a dirección estratégica,
improvisación contra reflexión y
reactividad versus prevención. Tres de los
ingredientes de la receta de desconfianza con la que se cocina diariamente la pérdida de valor de nuestros activos financieros, bolsa y bonos.
Una reflexión final. El pánico mediático internacional se encendió tan pronto como rebotaron las agencias internacionales tales declaraciones con alguna de las frases subrayadas como titular. Poco tardaron en aprovechar los de siempre para encender las alarmas mediáticas sobre nuestro país, oportunamente coreadas por algunos medios de comunicación españoles, ganas de suicidarnos colectivamente.
Lo que les pasaba desapercibido por la mañana, se convertía en titular de apertura a media tarde al calor de su aparición en portada tanto de Financial Times como del Wall Street Journal. Está bien eso de que tengan que venir de fuera para enseñarnos qué es lo periodísticamente relevante y qué no.
No aprenderemos…