Informe mensual del Servicio de Estudios de la Caixa

droblo

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Adjunto PDF y os pego la introducción:


Tras una rápida expansión a nivel global durante los últimos años, el sector asegurador se ha erigido en un elemento destacado del panorama social, económico y financiero. Sin ir más lejos, se estima que en la actualidad las compañías aseguradoras gestionan activos por importe de unos 23 billones de dólares, una cifra que duplica con creces el volumen total de reservas internacionales. Este fuerte desarrollo se asienta, primordialmente, en el elevado dinamismo del segmento vida-ahorro y en la contribución creciente de los países emergentes. Las perspectivas demográficas y económicas indican que ambos factores seguirán impulsando la actividad aseguradora en los próximos años. Así, por ejemplo, la penetración de los seguros, medida a través del porcentaje que suponen las primas anuales sobre el PIB, se sitúa en los mercados emergentes en el 3%, aún lejos del 8,7% de los países avanzados.



Sin embargo, para explotar debidamente sus posibilidades, será necesario que las entidades aseguradoras ofrezcan productos con grados elevados de innovación y adaptabilidad, diversifiquen sus canales de distribución y, por supuesto, vigilen la solidez de sus balances.



La capacidad de innovación, tanto en la cobertura de riesgos individuales como colectivos, es uno de los rasgos más sobresalientes que explican el auge del sector. Un exponente ilustrativo lo encontramos en la novedosa gama de productos que permiten a las autoridades de los países en desarrollo gestionar el riesgo de catástrofes naturales. La buena acogida que están recibiendo por parte de la demanda es un premio a los importantes beneficios económicos y sociales de estos productos. En primer lugar, si el desastre natural tiene lugar, amortiguan su impacto en las arcas públicas, ya que el riesgo es transferido al mercado internacional de reaseguros o de capitales. Gracias a ello, los Gobiernos pueden ofrecer ayuda a la población y reconstruir las infraestructuras dañadas. En segundo lugar, y más sutilmente, la menor incertidumbre fiscal es un incentivo para que las autoridades inviertan en mejores servicios sociales y desarrollen infraestructuras productivas que fomenten el crecimiento a largo plazo.



Otro elemento que será crucial para que la industria aseguradora mantenga su ritmo de avance y su aportación a la sociedad es el relativo a los distintos ámbitos de la regulación. Actualmente está en marcha en la Unión Europea una revisión a fondo de la normativa prudencial del sector asegurador (Solvencia II), en paralelo a la de la banca (Basilea III). La traumática crisis financiera ha enfatizado la necesidad de preservar la estabilidad individual y del sistema en su conjunto, exigiendo mayores niveles de capital y mejor gobernanza, de modo que esta es una iniciativa bienvenida; pero es importante que los incentivos que finalmente resulten de esta norma no menoscaben la eficiencia y la visión de largo plazo propias del sector.



La regulación sobre productos y contratos es otro frente importante, si bien más disperso y difícil de evaluar. En conjunto, la regulación se focaliza en proteger a la sociedad de la abundante presencia de información asimétrica alrededor de las transacciones de seguros. En cambio, la protección al consumidor de un conjunto de sesgos cognitivos propios (dificultad de establecer el valor justo del seguro y otros sesgos relacionados con la toma de decisiones bajo incertidumbre) está lejos de ser una práctica habitual. Para avanzar en este campo, la regulación debería incorporar consideraciones y enseñanzas de la «economía conductista», a fin de mitigar la imperfecta racionalidad de los miembros de nuestra sociedad.
 

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