Según el texto de una ley que el gobierno de Merkel debate hoy, los dirigentes que pongan en peligro la estabilidad de sus bancos podrían pasar hasta cinco años en prisión.
Jugar a los banqueros tuvo hasta ahora poco riesgo. Por mucho que sean multimillonarias las apuestas, cuando las cosas van mal siempre aparece un Estado que prefiere rescatar a la banca antes que provocar el hundimiento del sistema financiero.
Para evitar la toma de riesgos descontrolada, el gobierno alemán quiere ir más allá de la tímida propuesta de la Eurozona, que se conformaría con la creación de un supervisor bancario único en el Banco Central Europeo. Según un proyecto de ley que el consejo de ministros alemán debatirá mañana -y previsiblemente aprobará-, Berlín quiere que los dirigentes de instituciones financieras tengan responsabilidad penal cuando toman riesgos extremos que conducen a pérdidas importantes.
Según el diario "Frankfurter Allgemeine Zeitung", el texto del proyecto de ley advierte que "la violación de obligaciones de los responsables de gestión de riesgo será perseguido penalmente si pone en peligro la pervivencia de la entidad o el cumplimiento de sus compromisos".
En pleno escándalo por las actividades del gigante Deutsche Bank, el gobierno de Angela Merkel quiere hacer a los banqueros responsables de sus decisiones. Si el dirigente de un establecimiento financiero pone en peligro la estabilidad de su entidad, podría ser condenado a una pena de prisión de hasta cinco años, algo inédito hasta ahora en Europa.
El proyecto de ley incluye también la obligación de que los bancos separen las actividades tradicionales de préstamo a familias y empresas de sus actividades más especulativas, como las transacciones con derivados financieros que originaron la caída del gigante estadounidense Lehman Brothers en septiembre de 2008.
Así, los bancos tendrán que crear una filial dedicada exclusivamente a esas actividades más especulativas, un paso adelante pero mucho menor que lo propuesto en el "Informe Liikanen" -por el nombre del presidente del Banco Central finlandés-, que pedía que los bancos sólo pudieran dedicarse a una de las dos actividades: o al negocio tradicional o a la especulación.
Además, a los bancos sólo se les obligaría a separar esos dos tipos de actividades si la rama más especulativa supera el 20% o 100.000 millones de euros de su balance total.
Desde el estallido de la crisis hasta diciembre de 2012, los 27 países de la Unión Europea ya desembolsaron 1,6 billones de euros de dinero público para reflotar la banca. Además, pusieron a disposición del sistema bancario otros casi 4 billones de euros que por ahora no han tenido que hacerse efectivos.
Jugar a los banqueros tuvo hasta ahora poco riesgo. Por mucho que sean multimillonarias las apuestas, cuando las cosas van mal siempre aparece un Estado que prefiere rescatar a la banca antes que provocar el hundimiento del sistema financiero.
Para evitar la toma de riesgos descontrolada, el gobierno alemán quiere ir más allá de la tímida propuesta de la Eurozona, que se conformaría con la creación de un supervisor bancario único en el Banco Central Europeo. Según un proyecto de ley que el consejo de ministros alemán debatirá mañana -y previsiblemente aprobará-, Berlín quiere que los dirigentes de instituciones financieras tengan responsabilidad penal cuando toman riesgos extremos que conducen a pérdidas importantes.
Según el diario "Frankfurter Allgemeine Zeitung", el texto del proyecto de ley advierte que "la violación de obligaciones de los responsables de gestión de riesgo será perseguido penalmente si pone en peligro la pervivencia de la entidad o el cumplimiento de sus compromisos".
En pleno escándalo por las actividades del gigante Deutsche Bank, el gobierno de Angela Merkel quiere hacer a los banqueros responsables de sus decisiones. Si el dirigente de un establecimiento financiero pone en peligro la estabilidad de su entidad, podría ser condenado a una pena de prisión de hasta cinco años, algo inédito hasta ahora en Europa.
El proyecto de ley incluye también la obligación de que los bancos separen las actividades tradicionales de préstamo a familias y empresas de sus actividades más especulativas, como las transacciones con derivados financieros que originaron la caída del gigante estadounidense Lehman Brothers en septiembre de 2008.
Así, los bancos tendrán que crear una filial dedicada exclusivamente a esas actividades más especulativas, un paso adelante pero mucho menor que lo propuesto en el "Informe Liikanen" -por el nombre del presidente del Banco Central finlandés-, que pedía que los bancos sólo pudieran dedicarse a una de las dos actividades: o al negocio tradicional o a la especulación.
Además, a los bancos sólo se les obligaría a separar esos dos tipos de actividades si la rama más especulativa supera el 20% o 100.000 millones de euros de su balance total.
Desde el estallido de la crisis hasta diciembre de 2012, los 27 países de la Unión Europea ya desembolsaron 1,6 billones de euros de dinero público para reflotar la banca. Además, pusieron a disposición del sistema bancario otros casi 4 billones de euros que por ahora no han tenido que hacerse efectivos.