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Las equivalencias de la España de hoy con la de hace cinco siglos son asombrosas. Entonces, el emperador hispano-alemán para hacerse cargo del negocio tuvo que sobornar a los notables pagando 850.000 florines de oro, una cifra astronómica para la época, que consiguió mediante un préstamo del banquero alemán Fugger que nunca le fue devuelto, aunque sí se le pagó parte de los intereses con el oro y la plata que llegaban de las Américas, hasta que ni con éso fue suficiente para hacer frente a los intereses y el principal que iban acumulándose. Felipe II trató de cumplir con sus compromisos, pero no logrando hacer frente a la escandalosa deuda, decidió suspender pagos por primera vez en 1557, a la que siguieron dos suspensiones de pagos más en 1577 y en 1597, lo que llevó a la ruina no solo a la banca Fugger y a buena parte de la nobleza holandesa que allí tenía sus ahorros, sino que dejó en situación desairada a genoveses y venecianos, quienes se habían atrevido a financiar al rey de El Escorial.
Lo que siguió a Felipe II fue más de lo mismo y así Felipe III suspendió pagos en 1607, y Felipe IV lo hizo en cuatro ocasiones: en 1627, 1647, 1652 y 1662. Fue el sino de los Austrias, cuyos sucesivos monarcas no fueron capaces de hacer frente a la deuda pese a confiscar tierras y mercancías, aumentar los impuestos a las colonias y recurrir a la inflación que llegó a alcanzar un 250 por ciento.
Tuvo que llegar un Borbón para que la situación económica se saneara un poco, según explican los historiadores, aunque con Carlos III se estuvo a punto de una nueva quiebra de la que solamente se logró salir gracias a una quita del 70 % del total de la deuda.
El primer Borbón, Felipe V, hizo frente al drama de las finanzas públicas con una serie de profundas reformas económicas, imponiendo impuestos a los nobles y a la Iglesia (que hasta entonces habían estado dispensados de pagarlos), creando aduanas, acabando con el contrabando y apostando por el lucrativo negocio de la trata de esclavos.
Pero los Borbones también tuvieron que hacer frente a situaciones financieras delicadas y a Carlos IV le tocó suspender pagos una vez más como consecuencia de declararle la guerra a Francia.
La situación de quiebra se prolongó hasta la Guerra de la Independencia y cuando el felón Fernando VII ascendió al trono, se encontró con un estado quebrado, situación que se agravó por la emancipación de las colonias americanas.
Con Isabel II y los primeros intentos de industrializar el país, el Estado español apostó por la construcción de numerosas líneas ferroviarias en una inversión sin precedentes, aunque la mayoría de las líneas resultaron ruinosas, lo que llevó al desastre a estas compañías, mayoritariamente de capital extranjero y a la Corona española que, nuevamente, suspendió pagos en 1866.
A España le faltaba enfrentarse a una última suspensión de pagos y ese "honor" le cupo al general Franco que se negó a hacerse cargo de la deuda republicana, una vez terminada la guerra civil.
Carlos Díaz-Güell
Lo que siguió a Felipe II fue más de lo mismo y así Felipe III suspendió pagos en 1607, y Felipe IV lo hizo en cuatro ocasiones: en 1627, 1647, 1652 y 1662. Fue el sino de los Austrias, cuyos sucesivos monarcas no fueron capaces de hacer frente a la deuda pese a confiscar tierras y mercancías, aumentar los impuestos a las colonias y recurrir a la inflación que llegó a alcanzar un 250 por ciento.
Tuvo que llegar un Borbón para que la situación económica se saneara un poco, según explican los historiadores, aunque con Carlos III se estuvo a punto de una nueva quiebra de la que solamente se logró salir gracias a una quita del 70 % del total de la deuda.
El primer Borbón, Felipe V, hizo frente al drama de las finanzas públicas con una serie de profundas reformas económicas, imponiendo impuestos a los nobles y a la Iglesia (que hasta entonces habían estado dispensados de pagarlos), creando aduanas, acabando con el contrabando y apostando por el lucrativo negocio de la trata de esclavos.
Pero los Borbones también tuvieron que hacer frente a situaciones financieras delicadas y a Carlos IV le tocó suspender pagos una vez más como consecuencia de declararle la guerra a Francia.
La situación de quiebra se prolongó hasta la Guerra de la Independencia y cuando el felón Fernando VII ascendió al trono, se encontró con un estado quebrado, situación que se agravó por la emancipación de las colonias americanas.
Con Isabel II y los primeros intentos de industrializar el país, el Estado español apostó por la construcción de numerosas líneas ferroviarias en una inversión sin precedentes, aunque la mayoría de las líneas resultaron ruinosas, lo que llevó al desastre a estas compañías, mayoritariamente de capital extranjero y a la Corona española que, nuevamente, suspendió pagos en 1866.
A España le faltaba enfrentarse a una última suspensión de pagos y ese "honor" le cupo al general Franco que se negó a hacerse cargo de la deuda republicana, una vez terminada la guerra civil.
Carlos Díaz-Güell