Por Carlos Montero
Bart Van Craeynest, economista jefe de Petercam IAM, declaraba recientemente: “Cuando a finales de este año la Fed acometa su primera subida de tipos mientras que el BCE continúe ejecutando su programa de compra, se espera que el euro/dólar se mueva debajo de la paridad, como ocurrió de 2001 a 2003”.
El consenso de mercado espera que el dólar se fortalezca con respecto a todas las divisas. En el caso del euro/dólar se esperan cambios por debajo de la paridad en unos meses. El objetivo de Goldman Sachs es de 0,80 a finales de 2017.
¿Qué repercusión tendría esto en la economía estadounidense?
Los economistas Mary Amiti y Tyler Bodine-Smith que colaboran asiduamente con la Reserva Federal de Nueva York afirman que el efecto es elevado.
En un análisis reciente demostraron que una apreciación del 10% del dólar recorta en un 0,5% el PIB en el primer año, y en un 0,7% en el segundo año. Esto es relevante si tenemos en cuenta que el crecimiento de EE.UU. en 2015 podría situarse en torno al 2,5%, al 2,8% en 2016, y al 2,5% en 2017. Es decir, si el euro/dólar alcanza los 0,8 en 2017, un 26% por debajo de los niveles actuales, el PIB de EE.UU. en ese año podría crecer por debajo del 1%. Niveles de crecimiento que no justificarían de ningún modo una bolsa estadounidense en máximos históricos.
Los movimientos del tipo de cambio afectan la balanza comercial cambiando los precios de los bienes producidos en el país en relación a los bienes producidos en el extranjero, un resultado que a su vez afecta a la demanda relativa, afirma el estudio de estos analistas, que añade: Un dólar más fuerte hace que Estados Unidos abarate las importaciones de bienes extranjeros. Aunque los consumidores y las empresas importadoras se benefician de estos mejores precios a la importación, los datos muestran que la extensión del beneficio es limitado debido a que los movimientos del tipo de cambio no se trasladan completamente al consumidor final.
Amiti y Bodine estiman que un aumento del 10% en el dólar disminuye un 3,8% los precios de importación no petrolera. En lugar de ajustar los precios finales al tipo de cambio, las empresas que exportan a los EE.UU. ajustan sus márgenes de beneficio. Debido a que los precios a la importación no se ajustan a la magnitud de la apreciación de la divisa, el aumento de la demanda de los bienes importados es moderado.
El modelo de la Fed de Nueva York sugiere que una apreciación del 10% del dólar estadounidense resulta en un 0,9% de aumento en el valor de las importaciones reales.
Por el lado de las exportaciones, un dólar más fuerte hace que el precio de las exportaciones estadounidenses se encarezca para el resto del mundo cuando se convierten a moneda extranjera, lo que reduce el crecimiento de las exportaciones.
Con el fin de mantener la competitividad, las empresas de EE.UU. ajustan sus márgenes de beneficio en lugar de pasar la apreciación del tipo de cambio a los precios externos. Es decir, los exportadores estadounidenses reducen sus márgenes de beneficio con el fin de mantener las cuotas de mercado. El modelo de la Fed de Nueva York sugiere que una apreciación del 10% del dólar se asocia a una caída del 2,6% del valor de las exportaciones reales durante un año.
En consecuencia, la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB en el primer año es del -0,5% en apreciaciones del 10% del dólar, y del -0,7% en el segundo año.
Es un impacto económico elevado, mayor que el de otras economías exportadoras. Esto es en parte porque sus precios de exportación e importación están denominados en dólares, mientras que otros países tienden a fijarlos en moneda local.
Lo que demuestra el estudio de Amiti y Bodine es que la economía de los EE.UU. y por consiguiente de otras desarrolladas, podría verse afectada de forma importante por la revalorización del dólar. Las autoridades estadounidenses intentarán evitar este escenario, por lo que es probable que presionen a las europeas para que reduzcan su expansión monetaria, algo que no estarán dispuestas hacer de forma voluntaria. ¿Se avecina una nueva guerra de divisas? Veremos.
Bart Van Craeynest, economista jefe de Petercam IAM, declaraba recientemente: “Cuando a finales de este año la Fed acometa su primera subida de tipos mientras que el BCE continúe ejecutando su programa de compra, se espera que el euro/dólar se mueva debajo de la paridad, como ocurrió de 2001 a 2003”.
El consenso de mercado espera que el dólar se fortalezca con respecto a todas las divisas. En el caso del euro/dólar se esperan cambios por debajo de la paridad en unos meses. El objetivo de Goldman Sachs es de 0,80 a finales de 2017.
¿Qué repercusión tendría esto en la economía estadounidense?
Los economistas Mary Amiti y Tyler Bodine-Smith que colaboran asiduamente con la Reserva Federal de Nueva York afirman que el efecto es elevado.
En un análisis reciente demostraron que una apreciación del 10% del dólar recorta en un 0,5% el PIB en el primer año, y en un 0,7% en el segundo año. Esto es relevante si tenemos en cuenta que el crecimiento de EE.UU. en 2015 podría situarse en torno al 2,5%, al 2,8% en 2016, y al 2,5% en 2017. Es decir, si el euro/dólar alcanza los 0,8 en 2017, un 26% por debajo de los niveles actuales, el PIB de EE.UU. en ese año podría crecer por debajo del 1%. Niveles de crecimiento que no justificarían de ningún modo una bolsa estadounidense en máximos históricos.
Los movimientos del tipo de cambio afectan la balanza comercial cambiando los precios de los bienes producidos en el país en relación a los bienes producidos en el extranjero, un resultado que a su vez afecta a la demanda relativa, afirma el estudio de estos analistas, que añade: Un dólar más fuerte hace que Estados Unidos abarate las importaciones de bienes extranjeros. Aunque los consumidores y las empresas importadoras se benefician de estos mejores precios a la importación, los datos muestran que la extensión del beneficio es limitado debido a que los movimientos del tipo de cambio no se trasladan completamente al consumidor final.
Amiti y Bodine estiman que un aumento del 10% en el dólar disminuye un 3,8% los precios de importación no petrolera. En lugar de ajustar los precios finales al tipo de cambio, las empresas que exportan a los EE.UU. ajustan sus márgenes de beneficio. Debido a que los precios a la importación no se ajustan a la magnitud de la apreciación de la divisa, el aumento de la demanda de los bienes importados es moderado.
El modelo de la Fed de Nueva York sugiere que una apreciación del 10% del dólar estadounidense resulta en un 0,9% de aumento en el valor de las importaciones reales.
Por el lado de las exportaciones, un dólar más fuerte hace que el precio de las exportaciones estadounidenses se encarezca para el resto del mundo cuando se convierten a moneda extranjera, lo que reduce el crecimiento de las exportaciones.
Con el fin de mantener la competitividad, las empresas de EE.UU. ajustan sus márgenes de beneficio en lugar de pasar la apreciación del tipo de cambio a los precios externos. Es decir, los exportadores estadounidenses reducen sus márgenes de beneficio con el fin de mantener las cuotas de mercado. El modelo de la Fed de Nueva York sugiere que una apreciación del 10% del dólar se asocia a una caída del 2,6% del valor de las exportaciones reales durante un año.
En consecuencia, la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB en el primer año es del -0,5% en apreciaciones del 10% del dólar, y del -0,7% en el segundo año.
Es un impacto económico elevado, mayor que el de otras economías exportadoras. Esto es en parte porque sus precios de exportación e importación están denominados en dólares, mientras que otros países tienden a fijarlos en moneda local.
Lo que demuestra el estudio de Amiti y Bodine es que la economía de los EE.UU. y por consiguiente de otras desarrolladas, podría verse afectada de forma importante por la revalorización del dólar. Las autoridades estadounidenses intentarán evitar este escenario, por lo que es probable que presionen a las europeas para que reduzcan su expansión monetaria, algo que no estarán dispuestas hacer de forma voluntaria. ¿Se avecina una nueva guerra de divisas? Veremos.