Funcas:
Después de seis años de crisis económica y dos recesiones, Aragón experimentó en 2014 un cambio de ciclo que, en realidad, se observa ya desde la segunda mitad de 2013, con una tasa de crecimiento positiva del PIB y creación neta de empleo. La recuperación económica se ha consolidado a lo largo de 2015, con una fortaleza de la demanda interna, especialmente en consumo e inversión en maquinaria y bienes de equipo y una evolución favorable del mercado laboral.
En cuanto a la demanda externa, que había contribuido positivamente al crecimiento hasta 2012, pasa a tener una contribución negativa en 2013 para Aragón y en 2014 para España. La mencionada contribución negativa no se ha debido al mal comportamiento de las exportaciones, que alcanzaron en 2014 un máximo histórico en la Comunidad Autónoma como consecuencia de la clara vocación exportadora de su tejido industrial, sino al fuerte ritmo de crecimiento de las importaciones.
Desde la perspectiva de la oferta se observa, en primer lugar, que es el sector agrario el que ha experimentado tasas de crecimiento del VAB más elevadas, con un mejor comportamiento que el presentado por el conjunto de la economía española. Dada la especialización agraria de la región, cobra especial interés el desarrollo de la agroindustria como sector estratégico de futuro.
La mayor especialización industrial de Aragón, reforzada por el sector logístico, ha permitido, junto a la vocación exportadora de la industria aragonesa, una mejor salida de la crisis. Así, el sector industrial ha liderado la generación de empleo, mientras que para el conjunto nacional lo ha hecho el sector servicios, que ha experimentado tasas de crecimiento superiores.
Por lo que respecta al sector servicios, Aragón presenta un menor índice de especialización, que se ha mantenido estable a lo largo del período analizado. Por ello, es necesario seguir avanzando en este proceso de terciarización con una estrategia de intensificación y diversificación del sector servicios, dado que se trata de un sector con alta capacidad para generar empleo y que, en el caso de los servicios a las empresas, contribuye a mejorar la productividad y la competitividad del sector industrial, clave para la economía aragonesa.
También 2014 supone un año de inflexión para el mercado de trabajo, con una creación neta de empleo y un descenso en el número de parados por primera vez desde el inicio de la crisis. Esta caída se debe en parte a la reducción de la población activa por el fenómeno migratorio, pero también al incremento del número de ocupados.
Aragón presenta unos indicadores del mercado laboral mejores que la media nacional. No obstante, ello no puede esconder una serie de deficiencias, que se traducen en una todavía muy elevada tasa de desempleo, especialmente de paro juvenil, de mayores de 55 años y de paro de larga duración. Este último indicador es especialmente preocupante, dada la elevada probabilidad de que se acabe convirtiendo en paro estructural.
Desde una perspectiva de largo plazo, se debe resaltar que el aumento de la productividad del trabajo durante la crisis se ha producido fundamentalmente por la caída del empleo y no por una mejora en tecnología o habilidades de la población ocupada. El reto para el futuro, a medida que crezca el empleo, debería ser aumentar la competitividad a través de mejoras en capital físico y en productividad total de los factores. En este sentido, las tareas pendientes para la economía aragonesa serían: un uso más eficiente del capital físico y humano, la profundización en la innovación tecnológica y un marco institucional que promueva avances en los aspectos anteriores.
Por lo que respecta al capital físico, el esfuerzo inversor en Aragón desde principios de siglo ha mantenido una posición por encima de la media nacional, lo que ha llevado a que la dotación de capital no residencial per cápita en la Comunidad Autónoma sea una de las más altas de España. Sin embargo, su productividad se sitúa claramente por debajo de la media. Esta ineficiencia, que se traduce en un bajo grado de utilización de la capacidad productiva instalada, debería subsanarse con un mejor aprovechamiento de capital productivo acumulado.
Además, todavía existen algunas carencias en términos de infraestructuras. Nos referimos al eje ferroviario Cantábrico-Mediterráneo, que conectaría Aragón con los corredores Atlántico y Mediterráneo, a la travesía central del Pirineo y también a la red regional de carreteras. La mejora de la comunicación con Francia supondría un gran beneficio para Aragón como centro logístico nacional e internacional y potenciaría empresas con perfil exportador
La dotación de capital humano en Aragón es ligeramente mejor que la media nacional, tanto en términos cuantitativos como cualitativos. No obstante, conviene seguir potenciando la inversión en este factor productivo, dado que la última crisis económica ha reforzado el papel de la educación como factor protector frente al paro. Otra tarea pendiente es producir una asignación más eficiente del capital humano, potenciando actividades intensivas en conocimiento que requieran elevada formación y mejorando el ajuste entre cualificación requerida y puestos de trabajo ocupados, para evitar el problema de infrautilización de los recursos humanos que se está produciendo en la región.
Por lo que respecta a la innovación tecnológica, el esfuerzo que la región realiza en términos de I+D, tanto en gasto como en personal, lleva a que la Comunidad Autónoma no aparezca en los primeros lugares en el ranking nacional. El gasto en I+D respecto al total nacional queda por debajo de su participación en el PIB español; sin embargo, en términos de resultados, el porcentaje de patentes concedidas con respecto al total nacional es muy superior a su contribución al PIB español. Esto llevaría a concluir que el sistema de I+D aragonés presenta un alto grado de eficiencia, reforzando la idea de que resulta rentable que los poderes públicos regionales incentiven la apuesta por intensificar el esfuerzo en I+D como motor del crecimiento.
Con respecto a la distribución del esfuerzo en I+D, en Aragón el 45,6 por 100 lo lleva a cabo el sector público, mientras que el 54,4 por 100 lo lleva a cabo el sector privado. Estos porcentajes son similares a los del conjunto de la economía española, pero se encuentran alejados del objetivo marcado por la UE (1/3–2/3). Dado que son un reducido número de empresas las que acumulan un porcentaje muy elevado, tanto del esfuerzo innovador como de las exportaciones, resultaría una buena estrategia de fututo promover alianzas empresariales y orientaciones desde los poderes públicos regionales para incentivar la inversión en I+D y la internacionalización de empresas, aspectos ambos que resultan complementarios y constituyen un círculo virtuoso del crecimiento.
Desde el punto de vista institucional, según el Informe Doing Bussines del Banco Mundial Aragón se encuentra entre las comunidades autónomas donde resulta más difícil iniciar un negocio. Queda, por tanto, la tarea pendiente de agilizar los trámites burocráticos y mejorar la eficiencia regulatoria con el fin de crear un marco más favorable para los negocios, en la medida en que ello dependa del gobierno autonómico. Por otra parte, habría que mantener un marco institucional favorable a la actividad económica mediante una fluida interacción entre agentes sociales, para que sean capaces de llegar a acuerdos que proporcionen estabilidad y un horizonte predecible sin incertidumbres. Con ello se daría continuidad al buen clima de entendimiento entre los interlocutores sociales, impulsando la cohesión social y la participación institucional.