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Cuando el próximo 7 y 8 de julio, la canciller alemana, Angela Merkel, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, vuelvan a verse en Hamburgo, donde se celebrará la duodécima reunión de jefes de estado y de gobierno del Grupo de los 20, las tensiones y falta de sintonía entre la lideresa de la mayor economía de la eurozona y el capitán de la primera potencia mundial será evidente. Desde su último cara a cara a finales de mayo, primero en Bruselas y posteriormente en Taormina, Sicilia, la escalada dialéctica entre ambos demuestra la clara inapetencia entre Washington y Berlin.
Si el mandatario republicano atacó directamente a Merkel asegurando vía tuit, como es costumbre, que EEUU cuenta con un "déficit comercial masivo" con Alemania y que el país "paga mucho menos de lo que debería a la OTAN", la canciller alemana no se muerde la lengua a la hora de señalar que la inversión directa alemana en tierras estadounidenses es 10 veces mayor que a la inversa. "Esto tiene, evidentemente, un gran efecto en el número de empleos que creamos", señaló durante el Consejo Económico de la Unión Demócrata Cristiana, su propio partido.
Precisamente, este evento fue un claro ejemplo de la fría relación entre ambos países. El secretario de Comercio, Wilbur Ross, estaba invitado a asistir en persona y canceló su viaje en el último momento. Aún así, durante su participación vía videoconferencia, que coincidencia, o no, se cortó a mitad de su discurso, volvió a criticar el superávit comercial germano e instó a revisar las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que según su parece en estos momentos ayudan a los exportadores pero no a los importadores. "Como vuestro mayor cliente, esperamos tener una mayor cuota de vuestro mercado", señaló Ross.
Sin embargo, este tipo de presiones y punzadas lingüísticas no amedrentarán a la germana a la hora de convertir el cambio climático, el libre comercio y la inmigración como temas centrales de la agenda a debatir entre los países más importantes del mundo que representan un 85% del PIB mundial. De hecho, Merkel llega a este foro, del que su país asume la presidencia de turno, con el objetivo de aprovechar el aislamiento que Trump se esfuerza por imponer en la diplomacia y relaciones económicas estadounidenses para aunar fuerzas con otros países.
Mientras Hamburgo será el escenario en el que Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, se den la mano físicamente por primera vez, la canciller alemana ha fortalecido su alianza con Narendra Modi, su homólogo indio, y Li Keqiang, el premier chino. Este acercamiento es significativo ya que China y la India son el primer y el tercer emisor de carbono, por lo que su permanencia en el Tratado Climático de París es crucial no sólo para la supervivencia de este compromiso sino también para mostrar a la Casa Blanca que existe un claro frente común en estos menesteres.
El propio secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, advirtió a la administración Trump que si EEUU sigue desentendiéndose y distanciándose de distintos frentes, no sólo desde el punto de vista climático sino también desde el diplomático, económico y comercial, su liderazgo a nivel internacional podría ser reemplazado. En estos momentos, con unas elecciones presidenciales en ciernes, Merkel es reacia a asumir el papel de líder de los valores liberales occidentales sin embargo un reciente sondeo elaborado por el Instituto de Investigación Pew señaló que los índices de la favorabilidad de la canciller siguen en aumento, especialmente entre la izquierda, con una aprobación del 52%.
Jose Luis De Haro Sánchez - Editor DesdeWallStreet.com
Cuando el próximo 7 y 8 de julio, la canciller alemana, Angela Merkel, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, vuelvan a verse en Hamburgo, donde se celebrará la duodécima reunión de jefes de estado y de gobierno del Grupo de los 20, las tensiones y falta de sintonía entre la lideresa de la mayor economía de la eurozona y el capitán de la primera potencia mundial será evidente. Desde su último cara a cara a finales de mayo, primero en Bruselas y posteriormente en Taormina, Sicilia, la escalada dialéctica entre ambos demuestra la clara inapetencia entre Washington y Berlin.
Si el mandatario republicano atacó directamente a Merkel asegurando vía tuit, como es costumbre, que EEUU cuenta con un "déficit comercial masivo" con Alemania y que el país "paga mucho menos de lo que debería a la OTAN", la canciller alemana no se muerde la lengua a la hora de señalar que la inversión directa alemana en tierras estadounidenses es 10 veces mayor que a la inversa. "Esto tiene, evidentemente, un gran efecto en el número de empleos que creamos", señaló durante el Consejo Económico de la Unión Demócrata Cristiana, su propio partido.
Precisamente, este evento fue un claro ejemplo de la fría relación entre ambos países. El secretario de Comercio, Wilbur Ross, estaba invitado a asistir en persona y canceló su viaje en el último momento. Aún así, durante su participación vía videoconferencia, que coincidencia, o no, se cortó a mitad de su discurso, volvió a criticar el superávit comercial germano e instó a revisar las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que según su parece en estos momentos ayudan a los exportadores pero no a los importadores. "Como vuestro mayor cliente, esperamos tener una mayor cuota de vuestro mercado", señaló Ross.
Sin embargo, este tipo de presiones y punzadas lingüísticas no amedrentarán a la germana a la hora de convertir el cambio climático, el libre comercio y la inmigración como temas centrales de la agenda a debatir entre los países más importantes del mundo que representan un 85% del PIB mundial. De hecho, Merkel llega a este foro, del que su país asume la presidencia de turno, con el objetivo de aprovechar el aislamiento que Trump se esfuerza por imponer en la diplomacia y relaciones económicas estadounidenses para aunar fuerzas con otros países.
Mientras Hamburgo será el escenario en el que Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, se den la mano físicamente por primera vez, la canciller alemana ha fortalecido su alianza con Narendra Modi, su homólogo indio, y Li Keqiang, el premier chino. Este acercamiento es significativo ya que China y la India son el primer y el tercer emisor de carbono, por lo que su permanencia en el Tratado Climático de París es crucial no sólo para la supervivencia de este compromiso sino también para mostrar a la Casa Blanca que existe un claro frente común en estos menesteres.
El propio secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, advirtió a la administración Trump que si EEUU sigue desentendiéndose y distanciándose de distintos frentes, no sólo desde el punto de vista climático sino también desde el diplomático, económico y comercial, su liderazgo a nivel internacional podría ser reemplazado. En estos momentos, con unas elecciones presidenciales en ciernes, Merkel es reacia a asumir el papel de líder de los valores liberales occidentales sin embargo un reciente sondeo elaborado por el Instituto de Investigación Pew señaló que los índices de la favorabilidad de la canciller siguen en aumento, especialmente entre la izquierda, con una aprobación del 52%.
Jose Luis De Haro Sánchez - Editor DesdeWallStreet.com