Trump nomina a Jerome Powell como sustituto de Yellen al frente de la Fed

Johngo

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La actual presidente de la Fed abandonará el cargo el próximo 3 de febrero

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha nominado este jueves a Jerome Powell como sustituto de Janet Yellen al frente de la Reserva Federal. El mandatario ha cumplido así con lo previsto y ha apostado por el actual gobernador de la Fed que es considerado por el mercado como el más continuista con la política monetaria de la actual presidenta del banco central.

Sin embargo, la elección definitiva todavía requiere la aprobación por parte del Senado, antes de que el mandato de Yellen expire el próximo 3 de febrero.

La decisión no pilla por sorpresa a los mercados, ya que el nombre de Jerome (Jay) Powell lleva ya una semana circulando como el candidato preferido del presidente, mientras que varios medios internacionales aseguraban que Trump ya le había informado en la noche del miércoles de que era el elegido.

Este miércoles, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) decidió de manera unánime mantener los tipos de interés en el 1% y el 1,25% y mantener la normalización de la hoja de balance iniciada el pasado mes, tal y como el mercado descontaba, mientras que dejaba la puerta abierta a una nueva subida en la última reunión del año, que tendrá lugar el 12 y 13 de diciembre.

CVU
Powell, de 64 años, forma parte de la Junta de Gobernadores del Sistema de la Fed desde 2012 y ha apoyado el mandato de Yellen en lo que al establecimiento de la política monetaria se refiere y ha compartido su preocupación por la inflación y el enfoque prudente respecto a las subidas de tipos de interés, por lo que su elección supone apoyar el continuismo.

El nuevo sucesor es un abogado licenciado por la Universidad de Georgetown y fue socio de la firma de capital privado The Carlyle Group. También trabajó en el Tesoro estadounidense bajo la presidencia de George Herbert Walker Bush en la década de 1990, donde asumía responsabilidades relacionadas con instituciones financieras o el mercado de deuda del Tesoro.

Trump ha hecho el anuncio esta tarde durante una ceremonia en el Rose Garden. El nombramiento de Powell se produce después de semanas de especulaciones sobre quién sería finalmente el elegido para liderar el organismo. Hasta última hora se han barajado nombres como el del economista John Taylor, el ex gobernador de la Fed, Kevin Warsh; e incluso su asesor económico, el ex de Goldman Sachs, Gary Cohn.
 
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droblo

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Como postulante a encabezar la Reserva Federal, Jerome Powell no se corresponde con molde alguno: no tiene formación como economista, no ha publicado investigaciones e hizo fortuna como administrador de inversiones, pero según los analistas de la Fed _los que lo conocen personalmente y los que no_ está bien dotado para dirigir el banco central más influyente del mundo y presidir una economía estadounidense asentada sobre terreno firme, pero no carente de riesgos.

El mayor aporte de Powell al cargo, dicen, es su gran inteligencia, su reconocimiento de la diversidad intelectual y el don de forjar consensos. En cinco años en la junta de gobernadores de la Fed, se ha vuelto un autodidacta en política monetaria y especialista en una gama de áreas que van desde la regulación bancaria hasta el sistema de pagos estadounidense.

Como moderado que previsiblemente seguirá la actitud cautelosa hacia las tasas de interés de la actual presidenta, Janet Yellen, Powell sería un elemento de estabilidad en la economía estadounidense a la vez que una figura capaz de unificar a los que elaboran las medidas del banco central. Como gobernador, nunca disintió de una decisión del banco.

Shai Akabas, que trabajó con Powell en el instituto de investigaciones políticas Bipartisan Policy Center, dice que el recién nominado es un “forjador de consensos”. Durante sus dos años en el centro, se concentró en ayudar a evitar una crisis por la elevación del límite de endeudamiento del gobierno y convencer a los legisladores republicanos de que una mora en el pago de la deuda sería una catástrofe.

Akabas dijo que Powell “siempre buscaba recoger las percepciones de quienes lo rodeaban y con eso formar sus opiniones”.

Formado en la Universidad de Princeton y con un título de abogado de la de Georgetown, Powell, de 64 años, a quien llaman Jay, fue durante muchos años un administrador de inversiones, primero en Dillon Read y luego en el Carlyle Group. Es una de las personas más ricas que haya pasado por la junta de la Fed: de acuerdo con sus declaraciones más recientes, su patrimonio oscila entre 19,7 y 55 millones de dólares.

Sin embargo, sus conocidos lo describen como un hombre modesto, discreto y escasamente pretensioso.

El fundador del Bipartisan Policy Center Jason Grumet recuerda que el organismo no sabía qué esperar de Powell, quien provenía de varios años rentables en el Carlyle Group y un alto cargo en el Departamento del Tesoro.

“Jay se puso a trabajar con la intensidad de un analista joven”, dijo Grumet. “Era como un empleado de baja jerarquía”.

Cuando su jefe en Dillon Read, Nicholas Brady, fue nombrado secretario del Tesoro por el presidente George H.W. Bush, Powell fue su subsecretario a cargo de finanzas.

Su trabajo en el Bipartisan Policy Center vino más tarde y en 2012 el presidente Barack Obama lo postuló para la junta de la Fed.

A diferencia de Powell, sus predecesores Ben Bernanke y Yellen eran economistas de prestigio, con décadas de investigaciones, trabajos y libros publicados. En teoría, estaban bien preparados para dirigir la respuesta del banco central a crisis económicas imprevistas. Nadie sabía que Bernanke tendría que afrontar las gravísimas amenazas al sistema financiero que le obligaron a tomar medidas de emergencia para salvar los grandes bancos y, de paso, la economía nacional.

Sus conocidos saben que Powell no vacilará en recurrir a colegas o asesores de mayor experiencia. Se le conoce como alguien convencido de que las diferencias de opinión y experiencia pueden ayudar a lograr terreno común en la elaboración de políticas.

En un discurso el año pasado, se refirió a la importancia de tener 12 sucursales de la Fed distribuidas por todo el país.

“Mi posición es que esta diversidad de pensamiento institucionalizada da fuerza a nuestro sistema”, dijo. “En mi experiencia, se llega a los mejores resultados cuando se presentan puntos de vista opuestos de manera clara y enérgica antes de tomar las decisiones”.

Como postulante a encabezar la Reserva Federal, Jerome Powell no se corresponde con molde alguno.

No tiene formación como economista. No ha publicado investigaciones. Hizo fortuna como administrador de inversiones.

Pero según los analistas de la Fed _los que lo conocen personalmente y los que no_ Powell está bien dotado para dirigir el banco central más influyente del mundo y presidir una economía estadounidense asentada sobre terreno firme, pero no carente de riesgos.

El mayor aporte de Powell al cargo, dicen, es su gran inteligencia, su reconocimiento de la diversidad intelectual y el don de forjar consenso. En cinco años en la junta de gobernadores de la Fed, se ha vuelto un autodidacta en política monetaria y especialista en una gama de áreas que van desde la regulación bancaria hasta el sistema de pagos estadounidense.

Como moderado que previsiblemente seguirá la actitud cautelosa hacia las tasas de interés de la actual presidenta, Janet Yellen, Powell sería un elemento de estabilidad en la economía estadounidense a la vez que una figura capaz de unificar a los que elaboran las medidas del banco central. Como gobernador, nunca disintió de una decisión del banco.

Shai Akabas, que trabajó con Powell en el instituto de investigaciones políticas Bipartisan Policy Center, dice que es un “forjador de consensos”. Durante sus dos años en el centro, se concentró en ayudar a evitar una crisis por la elevación del límite de endeudamiento del gobierno y convencer a los legisladores republicanos de que una mora en el pago de la deuda sería una catástrofe.

Akabas dijo que Powell “siempre buscaba recoger las percepciones de quienes lo rodeaban y con eso formar sus opiniones”.

Formado en la Universidad de Princeton y con un título de abogado de la de Georgetown, Powell, de 64 años, a quien llaman Jay, fue durante muchos años un administrador de inversiones, primero en Dillon Read y luego en el Carlyle Group. Es una de las personas más ricas que haya pasado por la junta de la Fed: de acuerdo con sus declaraciones más recientes, su patrimonio oscila entre 19,7 y 55 millones de dólares.

Pero sus conocidos lo describen como un hombre modesto, discreto y escasamente pretensioso.

El fundador del Bipartisan Policy Center, Jason Grumet, recuerda que el organismo no sabía qué esperar de Powell, quien provenía de varios años rentables en el Carlyle Group y un alto cargo en el Departamento del Tesoro.

“Jay se puso a trabajar con la intensidad de un analista joven”, dijo Grumet. “Era como un empleado de baja jerarquía”.

Cuando su jefe en Dillon Read, Nicholas Brady, fue nombrado secretario del Tesoro por el presidente George H.W. Bush, Powell fue su subsecretario a cargo de finanzas.

Su trabajo en el Bipartisan Policy Center vino más tarde y en 2012 el presidente Barack Obama lo postuló para la junta de la Fed.

A diferencia de Powell, sus predecesores Ben Bernanke y Yellen eran economistas de prestigio, con décadas de investigaciones, trabajos y libros publicados. En teoría, estaban bien preparados para dirigir la respuesta del banco central a crisis económicas imprevistas. Nadie sabía que Bernanke tendría que afrontar las gravísimas amenazas al sistema financiero que le obligaron a tomar medidas de emergencia para salvar los grandes bancos y, de paso, la economía nacional.

Sus conocidos saben que Powell no vacilará en recurrir a colegas o asesores de mayor experiencia. Se le conoce como alguien convencido de que las diferencias de opinión y experiencia pueden ayudar a lograr terreno común en la elaboración de políticas.

En un discurso el año pasado, se refirió a la importancia de tener 12 sucursales de la Fed distribuidas por todo el país.

“Mi posición es que esta diversidad de pensamiento institucionalizada da fuerza a nuestro sistema”, dijo. “En mi experiencia, se llega a los mejores resultados cuando se presentan puntos de vista opuestos de manera clara y enérgica antes de tomar las decisiones”.
 
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