Hace no mucho, el peculiar economista Tim Hardford escribió un interesante artículo que os resumo, traduzco muy libremente y amplío, (podéis ver el original aquí) y parte de la interesante pregunta ¿Por qué los mercados crean burbujas?.
Hay muchas teorías que intentan explicar por qué se forman las burbujas pero seguramente no hay ninguna que lo logre satisfactoriamente, quizás la que más se acerca sea la que lo aborda desde el punto de vista psicológico. La gente se deja llevar con demasiada facilidad, generalmente por historias que escuchan de vecinos o amigos de amigos que se han hecho ricos con ciertas inversiones que sólo pueden subir y subir, bien sean acciones, sellos o viviendas. Si ellos pueden ¿por qué no nosotros, que somos más listos?. Pero aquí tenemos un problema para los economistas, ya que los principales modelos económicos en realidad no comprenden “el instinto del rebaño” como una variable, así que para estudiarlo verificar este comportamiento, algunos economistas se han unido con psicólogos y neurofisiólogos en la búsqueda de una respuesta.
A John Coates le pilló de lleno la burbuja de las .com y pudo ver como ciertos brokers se comportaban literalmente como animales en plena lucha. Cada vez que ganaban “un combate” su testosterona subía (lo comprobó con muestras de saliva) lo cual les metía de lleno en un proceso de euforia que les hacía asumir cada vez más riesgos. A corto plazo significa ganar muchos combates (obtener muchos beneficios) pero a largo plazo implica asumir demasiados riesgos.
Pero esta explicación parece demasiado sencilla, no podemos culpar exclusivamente a nuestras hormonas y a nuestro comportamiento “de manada” de crear burbujas periódicamente. Por ejemplo, una de las más famosas burbujas fue la de la compañia de los mares del sur, allá por 1720 veamos que nos cuenta la wikipedia:
La Compañía de los mares del sur (South Sea Company), fundada en 1711 por Robert Harley (entonces jefe del partido Tory), logró el monopolio sobre el comercio con las colonias españolas en América. La compañía, a cambio, aceptó cambiar diez millones de libras en bonos del tesoro contra las acciones a una tasa de interés del 6%, lo que equivalía a una renta perpetua para los inversores.
El primer viaje comercial hacia América tuvo lugar en 1717, pero la ganancia fue poca. En 1718, las relaciones entre España y Gran Bretaña se deterioraron, lo que ensombreció las perspectivas de la compañía. Aún así, seguía manteniendo que era inmensamente provechosa a largo plazo. En 1717, se hizo cargo de diez millones de libras suplementarias de deuda pública contra una nueva emisión de títulos.
La compañía divulgó rumores cada vez más extravagantes sobre el valor potencial de su comercio con el Nuevo Mundo, lo que tuvo el efecto de desatar la especulación. Las acciones subieron rápidamente, pasando de 128 libras en enero de 1720 a 550 a finales de mayo.
La compañía obtuvo la licencia real para comerciar en exclusiva de manera que su atractivo aumentó y sus acciones llegaron a las 890 libras a principios de junio. Este pico incitó a algunos inversores a vender; para limitar la presión bajistas, los directores de la compañía ordenaron a sus agentes comprar títulos, manteniendo así su valor en torno a las 750 libras.
El rápido aumento del valor de la acción provocó un frenesí especulativo por todo el país. Los inversores se interesaron por los mares del sur, pero también por otras acciones. A principios de agosto la cotización alcanzó las 1.000 libras, y la tendencia cambió bruscamente.
Otras burbujas estallaron al mismo momento en Ámsterdam y París (Compañía del Mississippi de John Law) y aceleró la caída de la cotización. La crisis se propagó a los bancos. entre los accionistas que se arruinaron estuvieron miembros del gobierno, incluso Isaac Newton: después de haber obtenido una plusvalía de 7.000 libras en abril, acabó perdiendo 20.000 libras.Más tarde, declaró: «Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes.»
La cotización quedó en 100 libras antes del fin de año. Ante la cólera de los inversores, el Parlamento se disolvió en diciembre, y una comisión ocupó su lugar. En su informe publicado en 1721, se reveló un fraude de gran amplitud organizado por los directores de la compañía