# 176 , Minotauro
10 de Febrero de 2009, a las 17:46.#167 amebapako
Es verdad, lo de las entradas de los conciertos es otra “burbuja”. Yo creo que se debe a la venta por internet. Hace años, parezco un abuelo cebolleta, tenías que desplazarte a los puntos de venta y aunque al final se agotasen, había tiempo para pensárselo y hablarlo con los amigos.
Ahora es imposible, con la facilidad que te da internet para comprar, por miedo a no poder ir, todo el mundo se lanza a comprarlas lo antes posible, incluidos los reventas. Conozco alguno que últimamente quería hacer un dinerito con las entradas y se las ha comido con patatas.
La estrategia del promotor para esto es clara, si puede pacta más de un posible concierto en la ciudad, pero anuncia sólo uno. Los reventas se lanzan a la caza, y luego se anuncia otro, te aseguro que más de uno se las tiene que quitar de encima. Sólo hay que ir el día del concierto justo a la hora de empezar. Alguno tiene tantas que las puedes comprar bien de precio, te lo digo por experiencia propia.
Si es que especulamos con todo, aunque con esto me da igual. Cualquier día les dará por especular con el aire, jaja.
Seguramente se trate de uno de los ejemplos más sencillo para explicar la especulación, burbujas, poder de la información y riesgo de Inversión (comerse con patatas las entradas). Este fenómeno no es nuevo y es un tema recurrente en este blog (hace un mes hablamos de por qué se crean las burbujas), pero siempre hablamos de las mismas burbujas, comenzamos con las de los tulipanes, seguimos con la .com y terminamos con la inmobiliar. A continuación os traduzco este interesante artículo que muestra otros casos extraños de especulación salvaje.
A finales de los 90, durante la gran burbuja de los meteoritos, un gramo del meteorito marciano Zagami podía alcanzar los 2.000$. Hoy apenas alcanza los 200$. La casa de subastas Christy vendió una décima parte de un gramo de roca lunar por varios cientos de miles de dólares. Hoy el gramo de material lunar se vende por 400$.
¿Qué ha ocurrido? Lo que siempre parece ocurrir en una burbuja: la demanda condujo a una acumulación con fines especulativos, lo que dio lugar a un exceso de oferta, y que finalmente acabo con el desplome.
La locura de los meteoritos comenzó en 1997, cuando buscadores europeos encontraron meteoritos en el Sahara, que debido al clima seco, eran prácticamente vírgenes. Al principio, sólo unas pocas manos comerciaban con las piedras, pero la moda se extendió pronto. Al poco tiempo, empezó a mostrar los signos habituales de una burbuja, incluyendo gente que acumulaba colecciones en lugar de venderlas. Todo ello tuvo como consecuencia lo que parecía inconcebible: un exceso de meteoritos.
“En el año 2001 todo el mundo estaba en el Sahara”, dice Michael Casper, comerciante de meteoritos y tasador. Miembros de tribus nómadas empezaron a comerciar con las rocas, y alrededor de un millón de gramos de un material en su día escaso inundó el mercado. Ese mismo año la locura implosionó y la situación no tuvo vuelta atrás.
Una burbuja parecida tuvo lugar aproximadamente al mismo tiempo en el mercado de los fósiles. A lo largo de finales de los 90 los fósiles de animales tenían un precio relevante, avivado por la novedad y la gran cantidad de dinero proveniente de la burbuja tecnológica. El hecho que marcó esta moda fue la venta en Sotheby’s del célebre esqueleto de Tiranosaurio Rex “Sue” en 1997 por 8,4 millones de dólares.
“Fue un pico sorprendente”, explica Peter Larson, paleontólogo y presidente del Black Hills Institute. “Supuso ocho veces más de lo que esperaba.”
La fósilmanía se volvió loca. Actores de Hollywood como Nicholas Cage, Ron Howard o Leonardo DiCaprio empezaron sus colecciones. Otro Tiranosaurio Rex, llamado Barnum, fue comprado por un grupo de inversores por más de 1 millón de dólares, esperando cambiar el fósil, que logró venderse en 2006 por apenas 190.000$.
La burbuja empezó a desinflarse cuando los posibles conversores se dieron cuenta de que la caza del fósil no era tarea fácil. “Tanto trabajo y pericia tienen que acabar así,” dice Larson. “No es lo mismo que recoger un meteorito, o una moneda. La mayor parte del precio (de un fósil) se debe al trabajo que conlleva.”
A diferencia del colapso de los meteoritos, el valor más alto del mundo del fósil se mantiene, incluso si no alcanza los precios del pico de la burbuja. “La gente sigue queriendo invertir su dinero en algo real que mantendrá su valor”, dice Larson. “El arroz, el maíz y los trilobites siempre tendrán algún valor.”
Uno de los signos distintivos de una burbuja es que los comerciantes encuentran muchas formas diferentes de comercializar y revender un único producto. Consideremos el boom de los cómics que empezó a mediados de los 80. Los editores de cómics podían producir variantes de las portadas de un mismo artículo, incitando a los coleccionistas a comprar el mismo producto muchas veces. Los coleccionistas acumulaban los libros, asegurando un exceso. Al igual que con las hipotecas renegociadas, los compradores veían que la diferente portada del mismo producto no implicaba seguridad, calidad o atractivo a largo plazo.
A lo largo de finales de los 80, y a principios de los 90, la burbuja creció, según Joseph Koch, socio de la librería de cómics Forbidden Planet sita en Nueva York. Había demasiados libros para muy pocos clientes, comenta. Los comerciantes podían comprar portadas de cómics por 2.000$ y vender solamente unos pocos cómics, quedándose con el resto con la esperanza de que aumentaran de valor. Como los bancos sobrefinanciados, los comerciantes incluso llegaron a empeñarse con sus distribuidores para comprar más portadas.
Finalmente, todo se fue al traste. La crisis estalló durante el conocido en el negocio de los cómics como el “Abril Negro”, en 1993. Algunas compañías de cómics publicaron libros al mismo tiempo con gran coste en publicidad, incluyendo Tribe, El regreso de Superman y Turok. Los clientes al principio hacían cola para comprar, y los precios subieron, pero algo salió mal. El problema, según Koch, estriba en que los coleccionistas se dieron cuenta de que no estaban comprando nada valioso porque no había escasez. “Resultó que la gente había estado comprando cómics por las portadas, que salían a la venta poco a poco, pero había más copias de las que la gente era consciente”.
Se extendió una reacción violenta. Los establecimientos cerraron debido a que los coleccionistas no podían comprar a los comerciantes sin endeudarse. La nueva ola de libros acabó por no valer tanto. Al mismo tiempo, El Motorista Fantasma, era muy demandado, y los números 4 y 5 se editaron y vendieron por 10$ cada uno. Hoy cuestan 2,50$.
El mal se extendió a las editoriales de cómics. Marvel Comics tuvo dos oleadas de despidos, y pequeñas empresas como Valiant Comics cerraron directamente.
El extremo superior del mercado del cómic, no sólo ha sobrevivido, sino que ha prosperado. Una prístina copia de agosto de 1962 del número 15 de Amazing Fantasy, más conocida como la presentación de Spiderman, se vende hoy por 360.000$.
Tras este historia vemos, que a la larga, el que puede especular en algo lo hace. ¿Debemos por tanto acusarlos por hacer algo que haríamos nosotros?-
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