¿Es el especulador el problema?

La semana pasada tocó meter un poco de caña a los especuladores y a las asombrosas coincidencias que se producen a veces para que unos pocos ganen muchos millones, loa cual nos hace volvernos un poco conspiranoicos. Hace un par de años nos hacíamos por aquí la siguiente pregunta, ¿es especulador una palabra malsonante? del cual destacábamos lo siguiente.

La especulación crea riqueza
¿Por qué? Porque toda inversión, del tipo que sea, es una forma legítima de crear riqueza. Invertir significa participar con tu dinero en un negocio con la esperanza de ganar un beneficio. Al hacerlo, el inversor genera nueva riqueza que le beneficia tanto a él como a los que participan con él en el negocio, haciendo avanzar la vida humana y la felicidad humana. A mi juicio, eso constituye una actividad altamente ética .

Independientemente de que creen o no riqueza lo cierto es que aquél que se dedica sólo a especular paga impuestos como los demás, siendo por otro lado bastante difícil el ingresar en “B” debido a lo regulados que están la mayoría de los mercados financieros.

La especulación no es algo nuevo, tirando de Wikipedia me encuentro con que en la misma biblia ya se hablaba de algo similar a contratos de futuros.

Ya en el Antiguo Egipto, según la historia bíblica de Génesis capítulo 41, José salvó de la hambruna a Egipto después de interpretar los sueños de vacas gordas y vacas flacas del Faraón. Como primer ministro gravó con un impuesto de grano a la agricultura en los años de cosecha abundante (vacas gordas) y luego lo vendió en los años de escasez (vacas flacas). De esa forma mitigó la hambruna en los años de malas cosechas y además enriqueció al gobierno.

Por ejemplo, la semana pasada, en el artículo que publicamos, Oriol no tardó en encontrar especulaciones posibles gracias a la nueva normativa del carnet de conducir motos. En el fondo, la mayoría tenemos un pequeño especulador dentro esperando hacer negocio.

Así que como hoy nos ponemos del lado de los especuladores, rescato otro artículo de Tim Harford titulado “Por qué el mundo necesita más especuladores”

Cuando la economía está en un caos, a nadie se le demoniza más que al especulador. Primero nos dicen que los especuladores han elevado el precio del petróleo, condenándonos a una calefacción y un transporte más caros. Entonces, ellos han bajado el precio de las acciones bancarias, negociando golpes con los bancos más nobles de la City. Todo esto, se supone que debemos creerlo, es inmensamente rentable y altamente desestabilizadora.

Con una excepción –a la que llegaré- no estoy convencido de ello. Lucho por comprender cómo la especulación se supone que puede ser a la vez rentable y desestabilizadora. La especulación rentable requiere comprar a bajo precio y vender a alto. La especulación desestabilizadora requiere lo contrario: vender poco cuando se esté en un valle y apostar que las acciones volátiles lo serán más. En otras palabras, la especulación desestabilizadora significa vender cuando la bolsa esté baja y comprar cuando esté alta. Si eso es una receta para el éxito, me estoy perdiendo algo.

Los especuladores rentables, en contraste, son muy creíbles como filántropos. Cuando ellos piensan que el petróleo se va a encarecer, ellos compran reservas de petróleo o compran futuros, animando a otros a comprar y a acumular. Esto eleva los precios cuando son relativamente baratos y los baja más tarde cuando son relativamente caros. (El corolario, por cierto, es que si los bancos centrales pierden dinero cuando “estabilizan” el dinero en metálico, la estabilización es precisamente en lo que fracasan.)

Es cierto que, cuando los especuladores cometen errores, eso es desestabilizador. Pero en el caso de los precios del petróleo, es duro ver que los especuladores están desempeñando mucho más que un simple rol. Por un lado, los inventarios no parece que aumenten; si los datos de inventario son correctos, los consumidores están quemando todo ese aceite por 145 dólares.

Por otro lado, la especulación y los precios no parece que vayan correlacionados directamente. La Revisión Estadística de la Energía Mundial de BP señala que mientras pocos especuladores han estado apostando en un pico en el precio del petróleo para calefacción, su precio se ha disparado incluso más rápidamente que el precio del crudo. Lo más llamativo es que los especuladores han estado augurando que los precios del gas natural se desplomarían. Cosa que no han hecho.

Si los argumentos intelectuales contra los especuladores son débiles, uno siempre puede ir por el lado emocional. Los especuladores son un blanco fácil: su esperanza de que los precios caigan a plomo apenas parece constructiva. No hace falta mucho para pasar de la aversión a la idea de la especulación a la implausible conclusión de que son los especuladores  quienes se dedican a arrastrar los precios a la baja. Como el gran escritor sobre inversiones Fred Schwed Jr comentó: “Sólo los previsores preguntan, ‘¿Qué está pasándonos?’ Mientras que el clamor popular es, ‘¿Quién nos está haciendo esto?’ y su satisfactoria continuación, ‘¡Déjame que le ponga las manos encima!’”

Sólo en algunos casos excepcionales, el especulador es realmente el que causa el problema. Por ejemplo, podría ser posible hacer una venta corta con las acciones de un banco minorista, comenzar rumores infundados acerca de la liquidez del banco y causar un movimiento especulativo en el banco, haciendo que los rumores se auto justifiquen, destruyendo bienes valiosos y dinero en la negociación. Nunca nos deberíamos sentir cómodos con los especuladores que además (independientemente de su especulación) posean el poder de destruir- sean traficantes de rumores, miembros del Consejo o simplemente un deportista que pierde aposta.

Esta es la excepción mencionada anteriormente. Pero no puedo evitar sentir que la estrategia de “especulación, comienzo de un rumor  y destrucción” es más fácil sobre el papel que a la hora de ser ejecutada.

No, el mundo necesita más especuladores, especialmente de la variedad anteriormente descrita. No hay nada inherentemente maravilloso en los precios inflados, pero no es fácil apostar por los precios que vayan a caer. Muchos especuladores en la burbuja de las puntocom de finales de los 90, y en la burbuja inmobiliaria en los años pasados, habrían añadido una dosis de estabilidad y sanidad. Además, no hay suficientes especuladores –y dada la cantidad de dinero que estuvieron perdiendo la única gente que se quejaba de ellos eran sus familias empobrecidas.