La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), el think thank vinculado al Banco de España, cree que la Ley de Economía Sostenible, uno de los proyectos estrella de Zapatero para salir de la crisis, “es un paso muy modesto en la dirección necesaria” y que hay que “comenzar a acometer las reformas estructurales que tan urgentemente necesitamos”. En un trabajo de 155 apretadas páginas, 25 economistas coordinados por Manuel Bagüés (Universidad Carlos III), Jesús Fernández-Villaverde (Universidad de Pensilvania) y Luis Garicano (London School of Economics) formulan al Gobierno otras tantas propuestas de reformas estructurales aprovechando el clima generado por la Ley de Economía Sostenible.
Se les agradece la buena voluntad, pero no puedo evitar contemplar su causa con la única herramienta que me merece credibilidad para estas cosas: los datos científicos. Y el resultado es que el apagón global carece del menor de los sentidos.
Les invito a que echen un vistazo, por ejemplo, a los datos de consumo eléctrico servidos por Red Eléctrica Española diariamente. Pueden consultarlos en su página web. Aprenderán cosas como éstas:
El ahorro total de energía entre las 20 y las 21 horas del 28 de marzo de 2009 (el último apagón planetario) con respecto al consumo previsto por Red Eléctrica fue sólo del 2,1 por 100.
Es cierto que se consumió menos electricidad que el día anterior. Pero no hay que olvidar que el día anterior fue laborable (viernes).
Comparando los datos con los dos sábados anteriores, el resultado es demoledor. El día de la convocatoria para salvar al mundo se consumió más electricidad que los dos sábados anónimos precedentes.
Sugiero que para ahorrar energía y en cierta manera cuidar del mesdio ambiente, entre otras medidas los encuentros deportivos como por ejemplo los de fútbol podrían jugarse a plena luz de día y no como lo que se viene haciendo ahora, también el baloncesto y otros más deportes que precisan consumos electricos.. . ¿Algún motivo para no poder hacerlo?
#6 Tat, El motivo evidente es que los horarios son los considerados más comerciales, por cuestiones de asistencia del público y por rentabilidad de publicidad de los medios audiovisuales. Si no importan los ingentes consumos de gasolina para la Formula 1 (de la que soy seguidor y aficionado, que quede claro) menos lo harán los consumos de un partido de baloncesto, que siempre se juega en pista cubierta. No olvides que se ha corrido una carrera en horario nocturno simplemente por una cuestión publicitaria. Saludos,
El armado de la sigla no es casual. Podría haber sido “SPIG” o “GIPS”. Pero fue PIGS. Llamarlos PIGS no es una humorada. Es el comienzo de una campaña denigratoria, no precisamente con fines éticos. La ideología de las finanzas internacionales parte de la base de que el sistema económico mundial es justo y moral. Sus voceros presentan a los prestamistas como una especie de Cruz Roja que acude en solidaria ayuda de aquellos que la requieren. Una organización moderna que se desvive por asistir a los débiles, a los necesitados (de crédito). Lamentablemente, estos solícitos y prudentes hombres de negocios se tropiezan reiteradamente con…PIGS. Frente a la seriedad, surge la irresponsabilidad. Frente a la eficiencia, la impericia. Frente a la honorabilidad, el pecado bajo la forma de corrupción, desorden, despilfarro. Si alguien ha llegado a ser un PIG, es porque debido a sus desmanejos ha terminado archi-endeudado. Por lo tanto, merece sufrir. Si esos países extraviados están siendo arrojados en el camino del ajuste, de los salarios miserables, del desempleo, de la migración forzosa, del estancamiento, es porque son PIGS. Denigración colectiva Para encontrar pistas de este dramático cambio de “imagen” de estos países ex-exitosos, vale recurrir a nuestra propia historia económica. A partir del golpe cívico-militar de 1976, el mercado financiero internacional declaró a Argentina “país seguro” y comenzó una carrera desenfrenada para darle crédito, junto al resto de las dictaduras latinoamericanas, y demás países del mundo que estuvieran en condiciones mínimas de absorber créditos. Martínez de Hoz y su equipo abrieron de par en par las puertas al endeudamiento externo, que creció a una velocidad extraordinaria luego de que Ronald Reagan cambiara la política monetaria estadounidense, elevando brutalmente las tasas de interés. Argentina entró en la peor etapa económica de su historia: con el Estado ultraendeudado, se sometió al monitoreo subdesarrollante del FMI y contrajo el gasto público, dejando atrás todo intento de continuar desarrollándose. El peso del endeudamiento provocó recesiones, hiperinflaciones e inestabilidad macroeconómica permanente. La crisis económica recurrente llevó al hundimiento de la autoconfianza nacional. En ese contexto se fueron preparando las reformas estructurales en los ’90, mientras los voceros del capital financiero empezaban a comparar a la Argentina con un “borracho”, que no puede dejar su adicción al alcohol (que en la vulgata neoliberal era el gasto público y la inflación). Al borracho había que “curarlo” con un tratamiento duro: ajuste, privatización, apertura, desempleo. En eso consistía “operarlo sin anestesia”. Ahí está el punto en común con los PIGS: todos los procesos políticos y sociales para subordinar económicamente a un país, para sacrificar a su población, para transformar al Estado en una mera máquina de pagar deuda, van necesariamente acompañados por un período de denigración colectiva, en el cual se convence a la población de que es la culpable de los males “que le caen” sobre su cabeza, que “el mundo” –en cambio– es serio y los está poniendo en vereda: casi se diría que los está ayudando con una medicina amarga. Se trata de un verdadero operativo estigmatizador en el cual los que van a ser saqueados se transforman en los culpables del saqueo. Por eso cobra importancia decisiva la destrucción de la autoestima nacional y la internalización de la acusación de “pecadores” de las sociedades que tendrán que pagar las consecuencias de las aventuras de los financistas. Debemos recordar que aún a comienzos de la presente década, nuestro país era denigrado y menospreciado por diversos representantes internacionales sin que mediara ninguna respuesta local: la menguada autoimagen colectiva facilita la aceptación de soluciones sanguinarias. La versión de los acreedores sobre la historia argentina reciente –los prestamistas serios (banqueros, FMI, lobbystas locales) bancando a los argentinos irresponsables– había sido asumida por la dirigencia local y también, lamentablemente, por una parte de la población. Resulta inevitable, al observar el término PIGS, pensar en un nueva campaña para degradar y humillar a países que estarán condenados, en los próximos años, a sufrir, a vivir episodios de violencia, a subdesarrollarse y a carecer de futuro. Los dealers Si se abandona esa versión polarizada, con PIGS que llegan a sus crisis por viciosos y corruptos, y banqueros serios, prudentes y racionales, podemos construir una versión más cercana a la realidad. En todo caso, estamos en presencia de una relación dialéctica similar a la de los dealers con los drogadictos. Aunque parezca al revés, los primeros necesitan de los segundos. Les venden justamente gracias a que los otros son adictos. Y necesitan que sean adictos, y desesperados, porque entonces aceptan cualquier condición y no pueden dejar de hacerlo. Aún más: es imprescindible crear adictos, es decir, abrir mercados donde colocar la mercancía. Si hay una amplia gama de países “irresponsables”, “borrachos”, “pigs”… ¿por qué el sistema financiero internacional no se limita a prestar sólo a los países “serios”? ¿Por qué les sigue prestando a toda la horda de países “fallidos”, “poco serios”, “populistas”, “latins”? Vale aquí recordar una cita del periódico The Economist, de Londres, sobre un gobierno de nuestro país: “…la reciente demostración de su falta de fiabilidad, de lo que son un ejemplo tanto sus tratos con los tenedores de bonos como su negativa a respetar sus propias leyes, deberían hacer que los inversores se mostraran poco dispuestos a responder a nuevas apelaciones”. Esto fue escrito en…1889, antes de que la chusma radical y peronista llegara al Estado nacional. ¿Por qué nos siguieron prestando, si ya habían advertido de nuestra esencia inmutable? ¿Por qué se siguieron arriesgando, prestando y volviendo a prestar, sometiéndose y volviéndose a someter a la imprevisibilidad de los irresponsables argies? ¿Fue amor? ¿Fue vocación de servicio? La respuesta es evidente: prestarle a estos países “poco serios” tiene una rentabilidad infinitamente más elevada que darle crédito a los países “serios”. ¿Quién haría plata en serio prestándole a Suiza? En realidad, para ganar plata aceleradamente son imprescindibles los países borrachos, ya que ellos permiten subir la tasa de interés global (riesgo país mediante). A ellos se les presta mucho, y luego se los exprime. Si no pueden pagar, que el FMI cubra sus pagos (con el aporte de los contribuyentes de los países centrales), para que los banqueros y otros prestamistas puedan cobrar en tiempo y forma. Luego, una combinación de intervención tecnocrática internacional y amenazas y presiones múltiples se ocupará de que los países paguen lo que quedaron debiendo, con efectivo, bienes o recursos naturales. Siempre, disminuyendo el nivel de vida de su población. Lo que está detrás de esta dinámica de dealers y adictos, como lo muestra la historia económica mundial de las décadas recientes es que los países centrales vienen teniendo masivos excedentes de fondos, y necesitan imperiosamente colocarlos en donde sea, como sea. La oferta está obligada a crear su propia demanda. Ellos necesitan prestar. Preguntas Así se entiende mejor la colocación masiva de fondos en los ’70 a lo largo y ancho del planeta, sin preguntar nada sobre la solvencia presente o futura de los países a los cuales se prestaba, lo que generó una década de estancamiento latinoamericano. Así también se pueden comprender las nuevas colocaciones gigantes mediante la “innovación financiera” de las hipotecas subprime de la actual década, en las que se dio crédito masivo a gente que no tenía cómo pagarlo. Se debe subrayar que en ambos casos a los financistas les ha salido bien: han colocado fondos de cualquier forma, y cuando el problema de la insolvencia estalló, los países quedaron endeudados durante décadas, y los deudores hipotecarios terminaron perdiendo sus casas. Ahora les toca a los PIGS perder su bienestar. En todos los casos la prioridad absoluta ha sido garantizar la continuidad de los bancos. Luego se verá qué hacen los estados endeudados para resolver su propio endeudamiento. La aparición recurrente de países “pigs” no se termina de entender sin explicar cómo contraen las adicciones. Para generar estas situaciones de híper-endeudamiento, no sólo hacen falta financistas aventureros con altísima influencia política, sino dirigencias locales interesadas en el endeudamiento. Como Martínez de Hoz, Cavallo o Roque Fernández en Argentina, en los países borrachos siempre aparecen conducciones económicas afines a los dealers y dirigencias políticas suficientemente cómplices o irresponsables como para apostar a esas soluciones mágicas, cortoplacistas, que ofrecen los banqueros. Sin embargo, y eso es probablemente lo que va a pasar en los PIGS, no van a ser los cómplices locales los que paguen la factura, sino las amplias mayorías. Por eso se vuelven tan funcionales los procesos de desinformación y culpabilización colectiva: para que la población acepte como un acto de justicia lo que no deja de ser un desfalco. Si un uso bueno puede tener la dolorosa historia argentina reciente es que portugueses, irlandeses, griegos y españoles, miren el retroceso a que fue sometido nuestro país en los años ’80 y ’90 –porque ese es su futuro, y en el caso griego, ya es su presente– y se resistan a la denigración simbólica y material que les están preparando. De esa misma historia surge una pregunta sobre nosotros. Argentina, habiendo pasado por una crisis brutal en 2001-2002 ha ido dejando atrás algunas de sus secuelas. Sin embargo, no queda claro que nuestra sociedad haya aprendido la lección. ¿Volveremos a ser nuevamente candidatos a los “pigs” ávidos de préstamos que necesitan las finanzas internacionales para seguir acumulando infinitamente a costa de los débiles? ¿El trabajoso desendeudamiento logrado recientemente, es el preludio a un nuevo endeudamiento revestido de “vuelta a los mercados”? ¿Cómo se posicionan los actores locales frente a este asunto? Dicho en otros términos, lo que hoy pasa en Grecia ¿quedó en nuestro pasado o está en nuestro futuro? * Economista UNGS-UBA
15 comentarios
ufff
menos mal
Corea del Sur descarta que el Norte esté tras el hundimiento de un buque de combate
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), el think thank vinculado al Banco de España, cree que la Ley de Economía Sostenible, uno de los proyectos estrella de Zapatero para salir de la crisis, “es un paso muy modesto en la dirección necesaria” y que hay que “comenzar a acometer las reformas estructurales que tan urgentemente necesitamos”. En un trabajo de 155 apretadas páginas, 25 economistas coordinados por Manuel Bagüés (Universidad Carlos III), Jesús Fernández-Villaverde (Universidad de Pensilvania) y Luis Garicano (London School of Economics) formulan al Gobierno otras tantas propuestas de reformas estructurales aprovechando el clima generado por la Ley de Economía Sostenible.
“El apagón contra el cambio climático”.
Se les agradece la buena voluntad, pero no puedo evitar contemplar su causa con la única herramienta que me merece credibilidad para estas cosas: los datos científicos. Y el resultado es que el apagón global carece del menor de los sentidos.
Les invito a que echen un vistazo, por ejemplo, a los datos de consumo eléctrico servidos por Red Eléctrica Española diariamente. Pueden consultarlos en su página web. Aprenderán cosas como éstas:
El ahorro total de energía entre las 20 y las 21 horas del 28 de marzo de 2009 (el último apagón planetario) con respecto al consumo previsto por Red Eléctrica fue sólo del 2,1 por 100.
Es cierto que se consumió menos electricidad que el día anterior. Pero no hay que olvidar que el día anterior fue laborable (viernes).
Comparando los datos con los dos sábados anteriores, el resultado es demoledor. El día de la convocatoria para salvar al mundo se consumió más electricidad que los dos sábados anónimos precedentes.
Es muy claro:
Suelo hunde porque auyuntamiento hace con Plan E
Pues yo pienso encender todas las luces que pueda jajaja. Saludos cordiales.
Sugiero que para ahorrar energía y en cierta manera cuidar del mesdio ambiente, entre otras medidas los encuentros deportivos como por ejemplo los de fútbol podrían jugarse a plena luz de día y no como lo que se viene haciendo ahora, también el baloncesto y otros más deportes que precisan consumos electricos.. . ¿Algún motivo para no poder hacerlo?
Menudo exitazo el apagón de ayer creo que incluso con iniciativas como esta se acaba emitiendo más CO2 que si no hiciesemos nada.
Una noticia curiosa:
Científicos estudian cómo los magos y carteristas engañan a los sentidos.
Estadística de viviendas iniciadas en Enero en los últimos años conocida como “la burbuja es un invento”:
2010= 6.331
2009= 9.861
2008= 29.555
2007= 59.268
2006= 59.756
2005= 47.790
un abrazo
y toma:
La banca acapara la mitad de las 95.000 viviendas sin vender en la Comunidad – Economía – INFORMACION.es
#6 Tat,
El motivo evidente es que los horarios son los considerados más comerciales, por cuestiones de asistencia del público y por rentabilidad de publicidad de los medios audiovisuales.
Si no importan los ingentes consumos de gasolina para la Formula 1 (de la que soy seguidor y aficionado, que quede claro) menos lo harán los consumos de un partido de baloncesto, que siempre se juega en pista cubierta.
No olvides que se ha corrido una carrera en horario nocturno simplemente por una cuestión publicitaria.
Saludos,
la cancion de la semana,haz un click aqui.
http://www.youtube.com/watch?v=6sfS1P-fkbM
me encanta mi gente miren esto que lindo.
http://www.youtube.com/watch?v=tLLAh2yTquO
A MI ME ENCANTA ESTE RAP.
http://www.youtube.com/watch?v=ra4ERIGmsQ8
PIGS
El armado de la sigla no es casual. Podría haber sido “SPIG” o “GIPS”. Pero fue PIGS.
Llamarlos PIGS no es una humorada. Es el comienzo de una campaña denigratoria, no precisamente con fines éticos.
La ideología de las finanzas internacionales parte de la base de que el sistema económico mundial es justo y moral. Sus voceros presentan a los prestamistas como una especie de Cruz Roja que acude en solidaria ayuda de aquellos que la requieren. Una organización moderna que se desvive por asistir a los débiles, a los necesitados (de crédito). Lamentablemente, estos solícitos y prudentes hombres de negocios se tropiezan reiteradamente con…PIGS. Frente a la seriedad, surge la irresponsabilidad. Frente a la eficiencia, la impericia. Frente a la honorabilidad, el pecado bajo la forma de corrupción, desorden, despilfarro.
Si alguien ha llegado a ser un PIG, es porque debido a sus desmanejos ha terminado archi-endeudado. Por lo tanto, merece sufrir. Si esos países extraviados están siendo arrojados en el camino del ajuste, de los salarios miserables, del desempleo, de la migración forzosa, del estancamiento, es porque son PIGS.
Denigración colectiva
Para encontrar pistas de este dramático cambio de “imagen” de estos países ex-exitosos, vale recurrir a nuestra propia historia económica. A partir del golpe cívico-militar de 1976, el mercado financiero internacional declaró a Argentina “país seguro” y comenzó una carrera desenfrenada para darle crédito, junto al resto de las dictaduras latinoamericanas, y demás países del mundo que estuvieran en condiciones mínimas de absorber créditos. Martínez de Hoz y su equipo abrieron de par en par las puertas al endeudamiento externo, que creció a una velocidad extraordinaria luego de que Ronald Reagan cambiara la política monetaria estadounidense, elevando brutalmente las tasas de interés. Argentina entró en la peor etapa económica de su historia: con el Estado ultraendeudado, se sometió al monitoreo subdesarrollante del FMI y contrajo el gasto público, dejando atrás todo intento de continuar desarrollándose. El peso del endeudamiento provocó recesiones, hiperinflaciones e inestabilidad macroeconómica permanente. La crisis económica recurrente llevó al hundimiento de la autoconfianza nacional. En ese contexto se fueron preparando las reformas estructurales en los ’90, mientras los voceros del capital financiero empezaban a comparar a la Argentina con un “borracho”, que no puede dejar su adicción al alcohol (que en la vulgata neoliberal era el gasto público y la inflación). Al borracho había que “curarlo” con un tratamiento duro: ajuste, privatización, apertura, desempleo. En eso consistía “operarlo sin anestesia”.
Ahí está el punto en común con los PIGS: todos los procesos políticos y sociales para subordinar económicamente a un país, para sacrificar a su población, para transformar al Estado en una mera máquina de pagar deuda, van necesariamente acompañados por un período de denigración colectiva, en el cual se convence a la población de que es la culpable de los males “que le caen” sobre su cabeza, que “el mundo” –en cambio– es serio y los está poniendo en vereda: casi se diría que los está ayudando con una medicina amarga. Se trata de un verdadero operativo estigmatizador en el cual los que van a ser saqueados se transforman en los culpables del saqueo. Por eso cobra importancia decisiva la destrucción de la autoestima nacional y la internalización de la acusación de “pecadores” de las sociedades que tendrán que pagar las consecuencias de las aventuras de los financistas.
Debemos recordar que aún a comienzos de la presente década, nuestro país era denigrado y menospreciado por diversos representantes internacionales sin que mediara ninguna respuesta local: la menguada autoimagen colectiva facilita la aceptación de soluciones sanguinarias. La versión de los acreedores sobre la historia argentina reciente –los prestamistas serios (banqueros, FMI, lobbystas locales) bancando a los argentinos irresponsables– había sido asumida por la dirigencia local y también, lamentablemente, por una parte de la población.
Resulta inevitable, al observar el término PIGS, pensar en un nueva campaña para degradar y humillar a países que estarán condenados, en los próximos años, a sufrir, a vivir episodios de violencia, a subdesarrollarse y a carecer de futuro.
Los dealers
Si se abandona esa versión polarizada, con PIGS que llegan a sus crisis por viciosos y corruptos, y banqueros serios, prudentes y racionales, podemos construir una versión más cercana a la realidad.
En todo caso, estamos en presencia de una relación dialéctica similar a la de los dealers con los drogadictos. Aunque parezca al revés, los primeros necesitan de los segundos. Les venden justamente gracias a que los otros son adictos. Y necesitan que sean adictos, y desesperados, porque entonces aceptan cualquier condición y no pueden dejar de hacerlo. Aún más: es imprescindible crear adictos, es decir, abrir mercados donde colocar la mercancía. Si hay una amplia gama de países “irresponsables”, “borrachos”, “pigs”… ¿por qué el sistema financiero internacional no se limita a prestar sólo a los países “serios”? ¿Por qué les sigue prestando a toda la horda de países “fallidos”, “poco serios”, “populistas”, “latins”?
Vale aquí recordar una cita del periódico The Economist, de Londres, sobre un gobierno de nuestro país: “…la reciente demostración de su falta de fiabilidad, de lo que son un ejemplo tanto sus tratos con los tenedores de bonos como su negativa a respetar sus propias leyes, deberían hacer que los inversores se mostraran poco dispuestos a responder a nuevas apelaciones”. Esto fue escrito en…1889, antes de que la chusma radical y peronista llegara al Estado nacional. ¿Por qué nos siguieron prestando, si ya habían advertido de nuestra esencia inmutable? ¿Por qué se siguieron arriesgando, prestando y volviendo a prestar, sometiéndose y volviéndose a someter a la imprevisibilidad de los irresponsables argies? ¿Fue amor? ¿Fue vocación de servicio?
La respuesta es evidente: prestarle a estos países “poco serios” tiene una rentabilidad infinitamente más elevada que darle crédito a los países “serios”. ¿Quién haría plata en serio prestándole a Suiza? En realidad, para ganar plata aceleradamente son imprescindibles los países borrachos, ya que ellos permiten subir la tasa de interés global (riesgo país mediante). A ellos se les presta mucho, y luego se los exprime. Si no pueden pagar, que el FMI cubra sus pagos (con el aporte de los contribuyentes de los países centrales), para que los banqueros y otros prestamistas puedan cobrar en tiempo y forma. Luego, una combinación de intervención tecnocrática internacional y amenazas y presiones múltiples se ocupará de que los países paguen lo que quedaron debiendo, con efectivo, bienes o recursos naturales. Siempre, disminuyendo el nivel de vida de su población.
Lo que está detrás de esta dinámica de dealers y adictos, como lo muestra la historia económica mundial de las décadas recientes es que los países centrales vienen teniendo masivos excedentes de fondos, y necesitan imperiosamente colocarlos en donde sea, como sea. La oferta está obligada a crear su propia demanda. Ellos necesitan prestar.
Preguntas
Así se entiende mejor la colocación masiva de fondos en los ’70 a lo largo y ancho del planeta, sin preguntar nada sobre la solvencia presente o futura de los países a los cuales se prestaba, lo que generó una década de estancamiento latinoamericano. Así también se pueden comprender las nuevas colocaciones gigantes mediante la “innovación financiera” de las hipotecas subprime de la actual década, en las que se dio crédito masivo a gente que no tenía cómo pagarlo. Se debe subrayar que en ambos casos a los financistas les ha salido bien: han colocado fondos de cualquier forma, y cuando el problema de la insolvencia estalló, los países quedaron endeudados durante décadas, y los deudores hipotecarios terminaron perdiendo sus casas. Ahora les toca a los PIGS perder su bienestar. En todos los casos la prioridad absoluta ha sido garantizar la continuidad de los bancos. Luego se verá qué hacen los estados endeudados para resolver su propio endeudamiento.
La aparición recurrente de países “pigs” no se termina de entender sin explicar cómo contraen las adicciones. Para generar estas situaciones de híper-endeudamiento, no sólo hacen falta financistas aventureros con altísima influencia política, sino dirigencias locales interesadas en el endeudamiento. Como Martínez de Hoz, Cavallo o Roque Fernández en Argentina, en los países borrachos siempre aparecen conducciones económicas afines a los dealers y dirigencias políticas suficientemente cómplices o irresponsables como para apostar a esas soluciones mágicas, cortoplacistas, que ofrecen los banqueros. Sin embargo, y eso es probablemente lo que va a pasar en los PIGS, no van a ser los cómplices locales los que paguen la factura, sino las amplias mayorías. Por eso se vuelven tan funcionales los procesos de desinformación y culpabilización colectiva: para que la población acepte como un acto de justicia lo que no deja de ser un desfalco.
Si un uso bueno puede tener la dolorosa historia argentina reciente es que portugueses, irlandeses, griegos y españoles, miren el retroceso a que fue sometido nuestro país en los años ’80 y ’90 –porque ese es su futuro, y en el caso griego, ya es su presente– y se resistan a la denigración simbólica y material que les están preparando.
De esa misma historia surge una pregunta sobre nosotros. Argentina, habiendo pasado por una crisis brutal en 2001-2002 ha ido dejando atrás algunas de sus secuelas. Sin embargo, no queda claro que nuestra sociedad haya aprendido la lección. ¿Volveremos a ser nuevamente candidatos a los “pigs” ávidos de préstamos que necesitan las finanzas internacionales para seguir acumulando infinitamente a costa de los débiles? ¿El trabajoso desendeudamiento logrado recientemente, es el preludio a un nuevo endeudamiento revestido de “vuelta a los mercados”? ¿Cómo se posicionan los actores locales frente a este asunto? Dicho en otros términos, lo que hoy pasa en Grecia ¿quedó en nuestro pasado o está en nuestro futuro?
* Economista UNGS-UBA
¿Tan malos son los números de la economía que la hace bajar al infierno? ¿O es que ha trastocado también el efecto de la gravedad?
Ley de Economía Sostenible: la Propiedad Intelectual