John Kenneth Galbraith comentaba hace años que la memoria de la gente sobre los peligros de las burbujas financieras no alcanza más allá de un par de décadas , claro eso era antes, ahora como todo ocurre mucho más rápido podríamos decir que la memoria se ha reducido a menos de una década, que es menos de lo que ha pasado entre la burbuja .com y la burbuja inmobiliaria.
Y es que hasta en eso la evolución ha seguido su ritmo, ya que el cometer una y otra vez los mismos errores es algo que tenemos metido en nuestros genes y se ha desarrollado de una manera alarmante en las últimas generaciones, pero tampoco hay que castigarse demasiado ya que no podemos luchar contra algo hereditario así que para reconfortarnos un poco veamos los errores que cometieron nuestros tatarabuelos que también fueron de los gordos.
Me voy a centrar en el top 3 de los más impactantes, aquí podéis ver 5.
Nº3. La burbuja del Mar del Sur
Al tiempo que Francia estaba pasándolo francamente mal, Gran Bretaña también estaba sintiendo el escozor del gasto excesivo del gobierno, estos veían lo que pasaba en el continente con interés y decidieron que iban a intentar un esquema parecido, pero aseguraron con arrogancia que eran demasiado listos para caer en las mismas trampas que su viejo enemigo había encontrado. Y tenían razón. Lamentablemente, encontraron distintas trampas con las que atravesar a su economía.
Era bien conocido en Europa, que había gran cantidad de oro en el sur de América. Había tanto oro allí que los aztecas valoraban mucho más las plumas. Simplemente, alguien tenía que ir allí y deshacerse de la basura de Tenochtitlan.
En ese preciso momento se constituye la South Sea Company, a la que el gobierno británico concedió los derechos comerciales exclusivos sobre la totalidad del súper rico continente sudamericano. No sorprendió que cuando las acciones de la empresa llegaron al mercado, los codiciosos especuladores las adquirieran rápidamente.
Tanto los ricos, como los pobres y lo que queda en medio, todos, abrieron sus carteras hasta que prácticamente todo el PIB británico quedó a buen recaudo en las cajas acorazadas del banco de la South Sea Company. Todo lo que tenían que hacer era esperar a que el oro llegase en barco.
¿Qué salió mal?
Existía un pequeño detalle, que Sudamérica era en gran parte propiedad y estaba controlada por España (que tiempos aquellos). Y cuando Gran Bretaña educadamente solicitó el envió de sus barcos para recuperar todo el oro sobrante, España dijo que no (de nuevo, que tiempos aquellos).
Los británicos pensaron que por alguna razón el rey de España había decidido recientemente conceder a sus mejores amigos británicos el uso permanente e ilimitado de sus puertos comerciales, lo que resultó ser una exageración. Lo que el rey dijo en realidad fue que la South Sea Company podría enviar un único barco y después largarse pitando. No era información secreta, pero las masas quisieron creer el ridículo rumor por encima de la verdad documentada, porque tenía más sentido que España les dejase llevarse todo el oro que quisieran gratuitamente.
Cuando finalmente resultó más que evidente que todos se habían equivocado abrumadoramente, los gritos de « ¡Compra! ¡Compra!» se convirtieron en « ¡Vende Vende, esta patata caliente!» y la acción cayó en picado. La mayoría de la gente no pudo deshacerse de sus acciones, apenas una semana después habían hipotecado sus casas y vendido todas sus propiedades solo para estar metidos en la empresa estrella. Esta empresa individual paralizó por completo a la economía británica, y una generación entera estuvo a punto de ir a la quiebra.