Este mes de abril comienza a negociarse un nuevo mercado de futuros sobre películas de Hollywood. La idea, como la del resto de derivados que existen, es ofrecer un valor añadido al cliente. En este caso se pretende que un productor pueda asegurar toda o parte de su inversión con una cobertura de futuros sobre la película que va a financiar. Esto podría revertir en beneficio de la industria del cine ya que es presumible que a menor riesgo, las posibilidades de un gasto superior sean mayores lo que puede originar mejores sueldos y más contrataciones de personal. Me recuerda a cuando el banco en el que yo trabajaba hace 15 años participó en el nacimiento del mercado de futuros de la naranja, que buscaba que los productores pudieran asegurar la colocación de su stock a un precio fijo antes de saber si por los efectos del clima éste iba a ser superior o inferior y de este modo podían disponer de una cierta cantidad de dinero antes de la cosecha. Se enviaron comerciales para vender el producto, se garantizaron varios puntos de recogida, se homogeneizaron los criterios de los diferentes cítricos…pero fracasó. No interesó a los especuladores y por lo tanto su volumen fue tan bajo que pronto los únicos precios que había eran los de los bancos que por se condición de “market makers” debían cotizarlos. No parece que ese vaya a ser el problema de los nuevos derivados sobre las películas de Hollywood, en internet ya hay varios portales de apuestas de temática muy similar y que triunfan.
Vamos a suponer un gran futuro para este nuevo mercado de futuros y hagamos ficción…Tiene tanto éxito que surgen mercados paralelos en cada país que servirán a cada industria cinematográfica (aunque en Europa seguro hay polémica por las subvenciones públicas), personas que no saben nada de cine comprarán y venderán películas, actores, directores… Se crearán, aparte de los futuros, opciones sobre si una película saldrá o no saldrá a la luz y hasta puede que surjan una especie de CDS como cobertura de quiebra de determinadas producciones. Estos productos atraerán a muchos inversores de los cuales la mayoría ni siquiera sabrán calcular los precios de lo que compran y venden. Puede ocurrir que se mueva tanto volumen en ese mercado de derivados que sume varias veces lo que se mueve en el proceso real de elaboración y comercialización de las películas y, es más, podría suceder que alguien ganara más dinero con el fracaso de un estreno que con el éxito e incluso que pudiera obtener un gran beneficio con la quiebra de alguna productora. Además, al ser público y comentarse en los medios de comunicación, los posibles espectadores acabarán por hacer más caso a los precios del mercado que a los críticos a la hora de ir o no ir a ver una determinada película.
Creo que este ejercicio de ficción nos sirve como ejemplo de lo que está pasando en los mercados financieros. Llega un momento que los derivados pasan de ser un instrumento para algunos clientes a ser el gran problema. Ahora el nuevo mantra es acusar a la especulación pero sin ella no habría mercado, habría tan poco volumen y se movería tan poco que desaparecería el mercado bursátil, de divisas, de deuda pública… Esto abriría nuevos problemas: ¿Podrían financiarse todas las empresas del mundo que consiguen colocar acciones entre inversores? ¿Cómo asegurarían el riesgo divisa tantas empresas de importación y exportación en un mundo tan globalizado y el comercio entre los estados, deberían exponer toda su economía sin ninguna cobertura? Y lo que es más grave ¿podrían colocar todos los estados, municipios, empresas etc. toda su deuda sin un mercado de capitales que ofreciera la posibilidad de algún tipo de producto que minimizara el riesgo de los movimientos de los tipos de interés e incluso de la posible quiebra de algún emisor?
Los derivados en sí no son culpables de nada, los responsables son la avaricia y la irresponsabilidad, algo demasiado común en el género humano, por eso es necesaria la regulación y de hecho, ya existe mucha en los mercados más organizados como por ejemplo la bolsa. Y hay que mejorarla, adaptarla y sobre todo que quienes vigilen sepan -al menos- tanto del asunto como sus participantes, no que sean unos burócratas que desconocen la mecánica de los mercados. Ya vimos con el caso Madoff que no es control lo que falta sino habilidad y honradez en quien lo ejerce. Pero la prohibición de los derivados sería contraproducente con el actual sistema económico mundial, agudizaría la crisis actual: no es el instrumento el culpable, yo iría más al factor humano. Cito sólo 3 ejemplos:
- ¿Cómo es posible que cuando llegó al culmen la burbuja de las .com en el año 2000 sólo el 3% de las recomendaciones bursátiles fueran de venta y 7 años después, en los máximos históricos previos a esta crisis, sólo fueran el 4%? Incluso suponiendo que los analistas, bancos y brokers no servían a los intereses de las empresas cotizadas y fueron honrados y simplemente se equivocaron, ¿Por qué los mercados siguen moviéndose en muchas ocasiones en función de los cambios de recomendación sobre algunas compañías? Hoy por hoy, tras muchas polémicas por este tema y propósitos de enmienda si miramos el recuadro que hay en la página web de Morgan Stanley podemos comprobar que recomiendan vender un 16% de los valores que analizan, que aunque tiene cierta lógica en una tendencia alcista a corto como en la que estamos, sigue dejando claro un sesgo subjetivo.
- Seguir la doctrina Buffett: Castigos duros a ejecutivos que calculen mal los riesgos, es muy irresponsable pagar con un gran bonus un beneficio anual, eso provoca en el trader y hasta en el directivo bancario que merezca la pena asumir un gran riesgo y vuelve la mentalidad de gestión cortoplacista.
- Castigar penalmente el falseamiento de datos oficiales, ¿Acaso les ha ocurrido algo a los responsables del gobierno griego que mintieron sobre las cuentas del país a la UE y están obligando a toda la población a un fuerte ajuste?
Dice Thomas Sowell que “Es estúpido dejar las decisiones sobre economía a aquellos que no pagarán precio alguno por equivocarse”. Qué razón tiene, pero por desgracia lo más fácil para muchos es echar la culpa de la herida al puñal (en este caso los derivados) que al que lo ha empuñado agresivamente y lo ha clavado en el corazón de nuestra sociedad.