Millones de personas en todo el mundo, la inmensa mayoría, quieren aumentar sus bienes sin trabajar, por eso tienen tanto éxito la lotería y los juegos de azar en general, y por eso preferimos que el banco nos ofrezca un depósito al 4% que al 2%. Sin embargo, aunque nos parece normal ceder el dinero a nuestra caja de ahorros para que ella compre casas, futuros de tipos de interés o deuda griega, al que invierte personalmente su dinero -en lugar de en un depósito o en una quiniela- en un producto financiero como la bolsa y sus derivados suele sufrir cierto rechazo social. Y es un hecho curioso, porque especular no es ganar dinero sin trabajar como la loto, requiere una preparación y unas cualidades que proceden del estudio, la práctica y la disciplina, de hecho es algo tan difícil que muy pocas personas pueden vivir de ello y muchas instituciones –bancos, fondos de inversión, sicavs etc.-, incluso con información de primera mano, conocimiento de flujos monetarios y gestión de profesionales, pierden dinero en los mercados.
La especulación genera mercados líquidos que permiten beneficios globales, la mejor prueba la tenemos en los mercados de deuda pública: si sólo compraran bonos del estado a 10 años aquellos que pretenden tener 3650 días el papel guardado esperando cobrar un 4% anual, los estados no se podrían financiar. Ocurre lo mismo con las empresas, no podrían colocar participaciones en la bolsa si sólo compraran los que pretenden sólo cobrar el dividendo. Y los especuladores que todos los días están intentando ganar dinero en los mercados revierten parte de sus beneficios –cuando los obtienen- a la sociedad: aparte de que todos pagan impuestos, ya que la trasparencia y regulación fiscal es muy clara, los bancos pueden ofrecer mejores tipos de interés a sus clientes, las empresas pueden dar mayor beneficio a sus accionistas, los particulares pueden mejorar su calidad de vida y la de las personas que les rodean… Es decir, se genera un beneficio económico para el conjunto de la sociedad.
Por eso cuando a nivel mundial se habla de regular los mercados financieros se habla de más información, mejor regulación, incluso de más impuestos, pero nunca de acabar con el ansia tan humana de comprar barato y vender caro. Krugman por ejemplo, que siempre pone a Canadá como ejemplo por lo bien que ha sorteado la crisis, tanto el país como su sistema bancario, aboga por un organismo independiente que proteja a los consumidores financieros como tienen allí. Pero que nadie piense que los ciudadanos canadienses son menos especuladores que los griegos, por ejemplo. Lo que pasa es que Canadá y sus bancos limitaron su endeudamiento en épocas de bonanza. Esta sociedad nuestra se caracteriza, entre otras cosas, por la hipocresía: creamos y exportamos armas pero somos pacifistas, decimos valorar el esfuerzo y el estudio pero nuestros ídolos sociales son futbolistas que trabajan unas pocas horas a la semana y personajes del mundo rosa que ni eso y queremos que un golpe de suerte aumente nuestra fortuna (sólo hay que ver la expectación cada 22 de diciembre) pero no perdonamos a los que la consiguen con el dificilísimo trabajo de comprar barato y vender caro.
¿Reparos morales con la especulación? ¿Hay que tenerlos por tener dinero en el banco, por tener un fondo de pensiones, por pagar impuestos (las entidades públicas también especulan)? Es más, ¿hay que tenerlos por dar dinero en el cepillo de la iglesia? Y es que en el “caso Gescartera” del que no se han cumplido aún 10 años, se conoció que el Arzobispado de Valladolid, el Instituto Español de Misiones Extranjeras y las Hermanas Dominicas tenían dinero invertido en una sociedad de carácter altamente especulativo. Ningún cargo de la iglesia católica criticó este hecho, también fue famoso el desplome en las finanzas de la iglesia anglicana por el movimiento bursátil de 2008 e incluso las polémicas porque su fondo de pensiones tiene inversiones en empresas armamentísticas. Y en los mercados financieros entidades de inspiración e incluso capital eclesiástico –y yo lo he visto en primera persona- no se diferencian en su comportamiento de los bancos de inversión americanos, todos quieren lo mismo: ganar dinero comprando y vendiendo y vendiendo y comprando, tener más para que cada uno se lo gaste –o lo ahorre- en lo que quiera cuando quiera. ¡Ni los supuestos guardianes de la moral de la sociedad están en contra de algo tan inherente al carácter humano!
Según el Libro Guinnes de los Recórds de 2007 la mayor fortuna de todos los tiempos, por delante de Alejandro Magno y Rockefeller, la encabeza un personaje de hace más de 2000 años: Marco Licinio Craso, que consiguió por su habilidad con los negocios y su falta de escrúpulos acumular el equivalente actual a 900.000 millones de euros. Si viviera en este siglo no podría traficar con esclavos como hacía, de todos sus emolumentos nos habríamos beneficiado todos vía impuestos y la actual regulación seguro hubiera limitado sus ganancias. Si lo comparamos con algún especulador conocido de la actualidad, como Soros, famoso por su fortuna pero también por sus donaciones benéficas, no creo la codicia que les impulse a ambos sea tan diferente. Gracias a la regulación, eso sí, el beneficio de Soros procede de operaciones legales, con su fiscalidad correspondiente. Eso es en lo que hay que incidir, en intentar conseguir beneficio social de un talento único para la especulación. Tampoco la culpa es de los derivados, el que dice por ejemplo que los futuros no representan nada lo dice desde el desconocimiento, en muchos mercados más de la mitad del importe del contado procede de operaciones que no se harían si no existieran opciones y futuros. Lo que no se puede permitir es que con unos pocos miles de millones de $ de uno de esos bancos “demasiado grandes para caer” se consiga controlar por ejemplo el mercado de futuros del crudo y que sea éste, y no la demanda y oferta real del petróleo, la que marque los precios que van a condicionar además la producción industrial, el consumo, el déficit exterior, los ingresos fiscales etc. de medio mundo. Por eso hay que insistir en limitar el tamaño de las inversiones en un producto determinado, creando un especie de “ley antimonopolios” para el trading. Y es que cuanto mayor sea el número de especuladores en los mercados, menos posibilidades hay de manipulación en los precios.
Es impensable en la actual sociedad pretender prohibir la especulación aunque su mal uso y abuso pueda ser dañino a veces. Toda actividad humana conlleva posibles prejuicios, hasta la más común. Por ejemplo, todos los días miles de familias en el mundo sufren una tragedia porque un despiste humano, un fallo mecánico o un imprevisto meteorológico provocan un accidente de tráfico. La solución por supuesto no es prohibir a la gente conducir, lo que se debe hacer –y se intenta- es formar a las personas que van a coger un coche, darles una máquina lo más fiable posible, una carretera por la que circular con la máxima garantía y, para evitar excesos, limitar velocidades, ingestión de alcohol y establecer mil y una normas y mil y un castigos para los infractores. Y además de todo eso, es el propio individuo el que debe darse cuenta que no debe coger una motocicleta cuando hay hielo en el asfalto –por ejemplo- ya que nadie puede conducir por él. Los mercados son lo mismo, un camino voluntario en el que quien quiera conducir debe estar formado pero a la vez debe ser limitado por unas normas independientes que además conlleven castigos si no se cumplen
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La industria turística francesa pierde fuelle frente a Italia y España, pero los responsables de la Administración y de la iniciativa privada lo han detectado inmediatamente y han diseñado un plan de relanzamiento de diez años. Eso es lo que pretende Atout France, organismo de desarrollo turístico de ese país. Actualmente Francia es la primera potencia mundial en turismo receptor, con 74 millones de visitantes, pero sólo la tercera en ingresos, detrás de Estados Unidos y España. Para el año 2020 se pretende conservar el primer puesto como destino turístico y sobrepasar a España en ingresos. Sólo hace falta un crecimiento anual del 3,5%, tasa que se considera muy posible, teniendo en cuenta que el ritmo de crecimiento del turismo en España en la última década ha sido del 4-6% anual.
Dos datos preocupan a los responsables franceses del turismo. Uno tiene su origen en la recesión económica y afecta en mayor o menor medida a todas las potencias rfeceptoras. Francia tuvo el año pasado un bajón en el número de llegadas respecto a 2008: de 80 a 74 millones de turistas. Pero la segunda estadística es la que preocupa más: el 14% de ese total se contabilizan como turistas porque pasan al menos una noche en el país, pero se sabe que lo hacen meramente por necesidades de tránsito durante su trayecto. Su destino final es España o es Italia. Christian Mantei, director general de Atout France, ha confesado públicamente que 'el turismo está perdiendo velocidad'.
De acuerdo con los objetivos del plan de relanzamiento de una industria turística que representa el 6,5% del PIB francés, para 2020 se puede llegar a una cifra de ingresos de 49.000 millones de euros, siempre que la modernización consiga ese ritmo anual de crecimiento del 3,5%. Los ingresos el año pasado fueron de 36.000 millones, por debajo de los 39.000 millones de España, país que 'nos pasó hace un decenio', según las quejas de Mantei. Es más, la cuota francesa del mercado turístico europeo ha caído desde el 19,6% hace diez años al 16% de 2009. Para acelerar hace falta reconocer que 'la oferta no está a la altura' y que hay que mejorar tanto en información y marketing como en alojamiento y gastronomía. Es decir, que los vecinos se han dado cuenta de que hay que espabilar.
Vuelve el catastrofismo
G-20: Merkel 1 – Obama 0
Yo era de los que pensaba que “la unión hace la fuerza”, para lo de capear la crisis. Pero parece que los del punto G-20 se inclinan más por aquella máxima latina del “divide y vencerás”.
Ellos sabrán.
La campaña de renta toca a su fin. Una vez más me llama la atención la famosa casilla de la Iglesia Católica o la de otros fines de interés social. Está bien que cada uno tenga la opción de elegir donde quiere que se destine una parte de lo que paga en impuestos. Aun así veo dos grandes fallos:
1.- Muchos contribuyentes siguen sin entender que marcar una de esas casillas no significa pagar más.
2.- Vuelvo a echar en falta toda otra serie de casillas en las que digan cosas como por ejemplo:
- Deseo que una parte de mis impuestos vaya a CCOO
- Deseo que una parte de mis impuestos vaya a UGT
- Deseo que una parte de mis impuestos vaya a otros sindicatos.
- Deseo que una parte de mis impuestos vaya al PP
- Deseo que una parte de mis impuestos vaya al PSOE
- Deseo que una parte de mis impuestos vaya a la Federación de Empresas Químicas.
- Deseo que una parte….vaya a los gays y lesbianas de Zimbawe
- Deseo que una parte….vaya a esos inmensos artistas que tenemos.
- Deseo que una parte….la pille Ramoncín.
- Deseo que una parte…vaya, vaya… aquí no hay playa.
En fin, que ese fuese el único dinero público que pillen sindicatos, partidos políticos, patronales y demás especímenes que viven, engordan y se reproducen a costa de todos.
Y lo hago extensivo a cualquier religión, partido político, sindicato, etc….
Porque ya está bien. Como dice Droblo en el artículo “Millones de personas en todo el mundo, la inmensa mayoría, quieren aumentar sus bienes sin trabajar….”
Bueno, yo acabo de citar unos cuantos sin dar nombres propios. (Ramoncín es un apodo, para los puntillosos)
¿Dónde está el dinero que ciudadanos y estados han perdido con la crisis?
Me encantan las tesis de Adam Smith sobre el interés personal y como el mercado las encauza hacia cubrir las necesidades de las personas.
Me parece 100% lícito el afán de obtener beneficio.
Pero en el ejemplo del pintor, como en casi todos los ejemplos de especulación, el beneficio para la sociedad es bastante indirecto. La posibilidad de beneficio rápido y sin implicarse en la generación de riqueza, puede acelerar el proceso de dicha generación, pero al fin y al cabo no produce riqueza.
Si el dinero está en el sistema financiero, al final tendrá que dirigirse a actividades productivas, sería discutible si esa opción a la especulación hace que se introduzca dinero en el sistema que en otro caso estaría en un colchón.
Bah, en cuanto a bancos estos me interesan más:
Greenberg dice que los dos grandes bancos de atún rojo en el mundo están en máximo peligro. En uno de ellos, el del Golfo de México, sólo quedan unos 9.000 ejemplares, aunque la marea negra desde hace dos meses hace mucho más angustioso e incierto su futuro. Como mucho, según el autor, esos 9.000 ejemplares sólo darían para que toda la población de Nueva York pudiera darse el gustazo de uno o dos bocados de 'otoro' o ventresca, la parte más delicada del atún rojo.
En el otro banco, en el Mediterráneo, apenas quedan ya atunes rojos salvajes, pero se mantiene una población en los llamados 'ranchos' donde se cultivan para su captura y venta posterior a países como Japón, sobre todo, país que consume el 80 por ciento del total de capturas en todo el mundo. El artículo dedica atención especial a los cultivos de pescado en piscifactorías en medio del mar y a la excesiva explotación de la pesca en todos los océanos. 'El consumo global de pescado ha aumentado constantemente, hasta el punto de que ahora extraemos del mar más pescado y marisco salvaje al año que elpeseo de toda la población humana de China', afirma Greenberg.
Hola.
Sobre el artículo de hoy, seré breve y por lo tanto inexacto: ¡Vaya rollo! para tratar de justificar lo injustificable como es la especulación. Sobre todo la que no produce nada de nada salvo dinero para el especulador.
Lo siento, Sr. Droblo: no cuela.
Salu2.
Buenos días, veo que nada ha cambiado en esta semana en los mercados
El Ibex cumple el guión de semana postvencimientos: -4.3%
y en política me sorprendió mucho el consenso PP-PSOE para el tema eléctrico pero viendo el resultado del G-20 parece claro que la división es lo que prima.
Será interesante ver quién pone impuestos a la banca si en otros países no los ponen por ejemplo...¿veremos a los bancos cambiando de país como los futbolistas?
# 7, V. Gerulaitis
Todo el que tiene dinero en el banco que le da intereses especula indirectamente, ¿O es que no sabemos todos lo que hace nuestro banco con nuestro dinero?
Lo coherente sería que los que están en contra de mover el dinero "en los mercados" pudieran prohibir que el banco especule con nuestro dinero y a cambio, eso sí, conformarnos con que nos dieran menos intereses por nuestros ahorros.
Por cierto, Droblo, olvidaste citar como ejemplo de especulador a nuestro presidente que decía que comprar deuda a grecia al 5% era un negocio muy bueno porque era a más interés que como nosotros colocamos (o colocábamos) deuda
Las fortunas llevan su dinero a Panamá para esquivar a Hacienda