Como me parece que andamos muy lejos de las revolucionarias ideas de Bután, intentaremos encontrar la felicidad a través de lo que nos interesa en este blog, la pasta.
Un estudio de 2003 que analizaba la «macroeconomía de la felicidad» descubrió que una inflación más elevada afectó de forma considerable a lo feliz que la gente decía ser. El desagrado hacia la inflación es tal que un estudio de 1996 titulado « ¿Por qué a la gente no le gusta la inflación?», del economista de Yale Robert Shiller, descubrió que en países de todo el mundo, mayorías considerables decían que preferirían una inflación baja y un desempleo elevado a una inflación alta y un desempleo bajo, incluso si eso significaba que millones de personas más no tendrían trabajo.
La hiperinflación como la de Weimar es, por supuesto, algo malísimo. Pero la gente detesta la inflación incluso en dosis moderadas, en las que las pruebas demuestran que tiene escasas consecuencias negativas. Las mejores previsiones del coste de la inflación indican que incluso una tasa del diez por ciento, muy superior a la que cualquiera defendería ahora mismo, reduce el consumo de un 0,1 a un 0,8 por ciento. Hay otros costes, por descontado: la inflación reduce el valor de los ahorros de la gente, y la incertidumbre sobre los precios futuros hace que las decisiones sobre los negocios sean menos eficientes.
Entonces, ¿por qué es tan impopular la inflación? La principal razón, según indica Shiller, es que simplemente la gente cree que mayores precios reducen su nivel de vida y les «empobrecen». Esto es cierto para gente que vive de ingresos fijos o de sus ahorros, pero para el resto, como muchos estudios han demostrado, la inflación se traduce en mayores ingresos así como en precios más elevados, y normalmente no tienen un gran efecto sobre el nivel de vida. A fin de cuentas, hemos tenido sesenta años de inflación en la posguerra, y somos muchos más prósperos de lo que éramos en 1950. Esto no es lo que parece, aunque: la miopía nos obliga a enfocarnos en cuánto más tenemos que pagar, en vez de en cuánto más ganamos. La inflación también acciona otras alarmas. Con frecuencia aumenta la incertidumbre y debilita la divisa de un país, algo que afecta a la moral (una moneda “débil” lo solemos tomar como algo malo, no como una oportunidad de exportar). Shiller descubrió que la gente asociaba la inflación en aumento con la disminución de la cohesión social. También hay una dimensión moral: conectamos la inflación con la falta de disciplina y la imposibilidad de vivir conforme a nuestros medios. Lo más llamativo sobre el estudio de Shiller era que ninguna persona entrevistada mencionó algún posible beneficio de la inflación, aunque para la mayoría de los que están endeudados seria su salvavidas.
Este prejuicio intuitivo contra la inflación puede no ser puramente racional, pero en tiempos normales es beneficioso: incentiva buenos hábitos y desincentiva los apaños rápidos. Pero, en tiempos de crisis, otras políticas pueden triunfar donde la pura rectitud no puede. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la mayoría de los países se enfrentaban a una enorme deuda, una inflación mayor contribuía a disminuir la deuda real nacional a proporciones manejables. Y, en tiempos en los que la gente es reacia a asumir riesgos, una pequeña inflación puede contribuir a limar asperezas. Al hacerlo, sin embargo, la inflación ayuda a los deudores y a los despilfarradores a costa de los acreedores y ahorradores. Es fácil ver por qué nos hace sentirnos incómodos. Parece compensar a aquellos que se han comportado de forma imprudente, y castigar a los que jugaron conforme a las reglas, ahorrando su dinero y viviendo de forma frugal. Pero la economía no existe, a fin de cuentas, para compensar la virtud y castigar el vicio. Existe para maximizar nuestro bienestar, y, ahora mismo, hacer eso puede exigir, como está ocurriendo ahora, ayudar a los irresponsables. Estimular la inflación no es la política correcta, pero puede ser simplemente la inevitable…
¿Que opináis vosotros?
El economista y analista inmobiliario Gonzalo Bernardos había anticipado lo que muchos ya empiezan a…
El Euribor es el índice de referencia más utilizado en las hipotecas variables en Europa…
El Banco de España, en un movimiento por modernizar su imagen y conectar con audiencias…
El euro cae a mínimos de 2022: ¿Se avecinan recortes de tipos en Europa? El…
Hola ¿Qué tal? Yo bien, gracias por preguntar. Ayer fue el día del saludo y…
El precio medio del día 22 de noviembre de 2024 es de 0.191 €/kWh, lo…
Ver comentarios
Muestra palpable de la globalidad es el retroceso de las principales bolsas que se ha registrado este lunes, a consecuencia del alza de los tipos de interés decretada por las autoridades chinas. El Banco de China ha decidido volver a subir las referencias monetarias, por segunda vez en poco más de dos meses -el anterior aumento fue el pasado octubre-, tras no haberlas alterado desde 2007. Los tipos de interés de depósitos y los de préstamos han sumado 25 puntos básicos, quedando en 2,75 y 5,81 por 100, respectivamente. Probablemente no hacía falta, pero nunca está de más recordar que las cosas son como son.
Otro exponente palpable ha sido el fuerte retroceso experimentado por los valores de empresas europeas del sector del automóvil, tras conocerse que Pekin proyecta limitar la matriculación de automóviles como medio para frenar la congestión -y la contaminación- de sus abigarradas ciudades. Un recorte en la demanda china de nuevos vehículos diluye la compensación últimamente ejercida por ese mercado frente al retroceso de ventas en las economías más desarrolladas o, desde el punto de vista de Alemania, los socios comunitarios incorporados desde el este.
La decisión de introducir nuevas restricciones monetarias en China responde, en primer término, a la creciente preocupación del gobierno por la evolución de los precios, con fuertes presiones alcistas en los últimos meses, pero se puede considerar también que guarda relación directa con el diálogo de sordos que domina las relaciones entre la potencia emergente por excelencia y la primera economía del mundo, Estados Unidos. Ambas están enredadas en un juego financiero-comercial-cambiario cuya salida no se intuye, en el que no se sabe quién gana, pero del que está claro derivan notables consecuencias para el resto del mundo.
Pero no todo lo que repercute en la Bolsa española es tan exterior. El aparente estancamiento de la prima de riesgo en torno a los 250 puntos básicos es otro factor a tener en cuenta, lo mismo que la más o menos asumida expectativa de que la economía discurrirá plana a lo largo de 2011 o el efecto de la última previsión del Gobierno: cinco años por delante para superar la crisis. Lo dijo hace pocos días el presidente Rodríguez Zapatero que, aunque no ha ganado precisamente prestigio como profeta, cuando lo dice... por algo será.
mamma mía
El recibo de la luz subirá un 9,8% en enero
La debacle de la política bipartidista en los EE.UU.
El secretario de Economía del Partido Popular, Álvaro Nadal, ha señalado que la subida de la tarifa eléctrica por parte del Gobierno del 9,8% a partir del próximo 1 de enero "sitúa el precio de la electricidad en España en uno de los más caros de toda Europa". En un comunicado, el dirigente popular consideró que se trata de una malísima noticia tanto para el consumidor doméstico como el industrial, ya que esto merma la competitividad de las empresas españolas, la capacidad de mejorar la economía española y, en última instancia, la creación de empleo.
Pues vaya manera de estimular la economía, con subidas de la luz. ¿Por qué no se hizo en los buenos momentos de la economía sino que además se bajó? ¿Cuánto repercutirá en el IPC de este año? ¿Subirán los sueldos con arreglo a ese IPC nuevo o también calcularán que han de subir con la previsión irreal del año que seguro que es menor? ¿No tendremos al final una inflación elevada con un elevado paro?
Un bonito artículo:
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/12/21/navegante/1292965696.html
Más:
Las tarifas de los trenes de alta velocidad (AVE) y larga distancia subirán a partir del 1 de enero de 2011 el 2,3%, en tanto que los precios de cercanías y media distancia se incrementarán el 3,1%.
las televisiones públicas registraron en el tercer trimestre de este año 48,33 millones de euros en concepto de ingresos publicitarios y las privadas 361,32 millones.
En el mismo período de 2009 las públicas obtuvieron unos ingresos publicitarios de 119,66 millones y las privadas 273,28 millones de euros.
Sin palabras:
La secretaria de Estado de Vivienda y Actuaciones Urbanas, Beatriz Corredor, ha afirmado que la caída en el número de hipotecas durante el tercer trimestre del presente año es coherente con las transacciones realizadas en este periodo, y ha vaticinado que los datos correspondientes al cuarto trimestre de 2010 serán mejores
Otros que por muicho que digan no tienen ni un euro:
Nueva Rumasa prepara una operación de venta con opción a compra y alquiler ("sale and leaseback") para tres fábricas de Carcesa, por 50 millones de euros, y otra para la cadena Hotasa, por 100 millones, según ha indicado a Efe su consejero delegado, José María Ruiz-Mateos (hijo).