No es la primera vez que la humanidad debe enfrentarse a un desastre natural de esta magnitud, y en los últimos 10 años hubo otros acontecimientos naturales también desgastantes como el Tsunami en Indonesia, el Katrina en EE.UU y el terremoto en Haití. Pareciera ser que la naturaleza cada tanto emerge con todo su poderío para mostrarnos que, mas allá de los avances tecnológicos que el ser humano genere, somos insignificantes al lado de su potencia impredecible.
Ahora bien, después de este lamentable acontecimiento he escuchado diversos comentarios sobre cuál será la consecuencia en las finanzas globales, habida cuenta de que la economía Japonesa representa la tercera más grande del mundo, con 4,5 billones de dólares en términos de PIB nominal y la tercera también después de los Estados Unidos y China en términos del poder adquisitivo.
Basándose en la predecible caída de las bolsas mundiales trás el terremoto, la gran mayoría de los analistas han salido a trazar pronósticos sombríos sobre el futuro inmediato para la economía global: habría un consenso (bastante discutible, según mi opinión) de que la catástrofe Japonesa podría frenar la recuperación económica que se está viviendo en Europa desde Septiembre del año pasado. Se habla, por ejemplo, de que la reconstrucción costará grandes sumas de recursos financieros, y se hace una comparación cuantitativa con el Katrina, en donde se había determinado que su efecto podía medirse directa e indirectamente en 1,8 % del PIB. Los analistas más pesimistas afirman que, tomando en cuenta este estimador, una primera evaluación provisoria nos arroja un efecto económico del sismo en Japón de u$s 100.000 millones, aunque la evaluación final seguramente puede ser aún mayor. En esta línea se afirma que el país nipón podría entrar en recesión en la primera mitad del año.
El mismo Banco de Japón ya advirtió del impacto negativo que provocará el terremoto en los próximos meses sobre los consumidores y las empresas. La entidad ha ampliado el lunes pasado su inyección de liquidez de urgencia al sistema financiero hasta la cifra récord de 15 billones de yenes (183.825 millones de dólares o 131.859 millones de euros).
Optimismo justificado: lo que nos dice la historia.
Pero más allá de todas las nubes negras que los analistas “especializados” ven sobre la recuperación económica global, la historia nos dice lo contrario.
Las pérdidas humanas son irreparables, mientras que las materiales no.
El impacto en las empresas del sector eléctrico ha sido limitado, y la región afectada por el terremoto y el tsunami supone el 6,2% de la producción nacional.
Standard & Poor’s, una de las más grandes agencias calificadoras de riesgo, lanzó un mensaje de aliento a las golpeadas finanzas niponas al asegurar que si bien es cierto que el terremoto va a suponer un “golpe fiscal y económico relevante”, no va a tener un efecto inmediato sobre su deuda soberana, que actualmente cuenta con un rating de AA-.
Mi experiencia me dice que, de a poco, voces más optimistas se harán escuchar, marcando lo que la historia económica moderna nos enseñó: que este tipo de eventos naturales no tienen efectos negativos en el mediano y largo plazo desde el punto de vista económico. Una vez que Japón y el mundo terminen de llorar las vidas que se perdieron trágicamente, comenzará la reconstrucción de las zonas afectadas, movilizando a las empresas y principalmente al estado, que necesitará mano de obra para tareas de infraestructura, y la rueda comenzará a girar de nuevo aún con más fuerza.
Es el momento ahora de estar al lado de un país históricamente respetuoso y servicial como lo es Japón, confiar en que siguen teniendo la fortaleza que en su momento los hizo recuperarse de guerras y bombas atómicas y ofrecerse para ayudar humanitariamente en lo que haga falta.
De no mediar nuevos eventos impredecibles, la recuperación económica seguirá su rumbo a pesar de los pesimistas de siempre.
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La Comisión Europea dará a conocer este miércoles su propuesta definitiva sobre un añejo objetivo de la Unión Europea, largamente reclamado desde el mundo empresarial: la armonización de los impuestos que gravan los beneficios. Las compañías alegan que estos tributos son una auténtica maraña de deducciones, exenciones y recargos, que dificultan entre otras cosas la consecución del tantas veces preconizado Mercado Interior.
Ahora mismo, la Unión mantiene 24 tarifas diferentes para los 27 países que la forman, oscilando entre el 10 por 100 de Bulgaria y el 35 por 100 de Malta, con toda una panoplia de variantes intermedias.
La idea de Bruselas es permitir a las empresas tributar con los tipos vigentes o en función de una nueva base imponible que sería igual en todos los países europeos, de forma que presentarían una única declaración. A partir de ésta, las haciendas estatales tendrían que determinar qué parte de la base imponible corresponde a cada una. Para repartirla, se tendría en cuenta en qué país están radicados los activos de la empresa, dónde sus trabajadores y dónde realiza sus ventas.
Ese diseño supondría que una empresa de una tercera nacionalidad no sólo pagaría impuestos en el país donde tiene su sede europea, sino que también debería abonar una parte en el resto de estados donde opera. Como de costumbre, Francia y Alemania son los principales patrocinadores de la propuesta dado que sus tipos están entre los más altos de Europa, lo que provoca la huida de grandes multinacionales hacia lugares con fiscalidad más beneficiosa; el ejemplo más citado sigue siendo Irlanda.
El proyecto de la Comisión no es nuevo, ya que Bruselas lleva diez años intentando convencer a los países de la necesidad de una mayor convergencia en materia fiscal, aunque sin grandes resultados. Al tratarse de un tema tributario, el acuerdo debe tomarse por unanimidad y, por ahora, el gobierno irlandés ya ha mostrado escasa predisposición a negociar. ¿Naufragará otra vez?
Japón
añade más incertidumbre
Europa está considerando llevar a cabo "pruebas de estrés" en sus plantas nucleares para comprobar si pueden lidiar con una crisis, mientras su responsable de Energía dijo el martes que incluso se plantean la perspectiva de un futuro sin nucleares.
"También debemos plantear la pregunta de si en Europa, en un futuro cercano, pueden asegurarse nuestras necesidades energéticas sin energía nuclear", dijo el comisario de Energía de la UE, Guenther Oettinger
África,
siempre África
La Comisión de Industria, Turismo y Comercio ha aprobado este martes, con competencia legislativa plena, el Proyecto de ley de responsabilidad civil por daños nucleares o producidos por materiales radiactivos. El texto ha salido adelante con el apoyo de todos los grupos parlamentarios menos ERC-IU-ICV, que ha votado en contra.
El portavoz socialista en Energía y ponente de la ley, Jesús Alique, ha explicado que la norma responde a los compromisos internacionales firmados por España en los convenios de París y Bruselas y fija un régimen específico por los daños que se puedan causar por los accidentes en los que se vean involucrados materiales radioactivos aunque no sean materiales nucleares.
El portavoz socialista ha explicado que con la tramitación parlamentaria de este Proyecto “damos patente de ley a lo que es una realidad internacional, porque se incrementa a 1.200 millones de euros la responsabilidad de los accidentes nucleares y se hace responsable de esa indemnización a los titulares de las instalaciones”. Además, “se establece una garantía de los potenciales damnificados”.
Alique ha asegurado que en la práctica, “la única garantía para compensar a las posibles víctimas es la cobertura asegurada”, razón por la que este Proyecto establece la máxima cobertura financiera que figura en los convenios suscritos y es de los más exigentes de la OCDE”.
El portavoz del PSOE ha destacado que la ley aprobada “va por el buen camino” y mejora aspectos relativos a la responsabilidad por daños nucleares. Igualmente ha puesto en valor el trabajo realizado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), organismo que por su “independencia y profesionalidad” realiza un trabajo reconocido por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA)”.
Por otro lado, Alique ha anunciado que una vez que se conozca el alcance de lo sucedido en Japón, la presidenta del CSN comparecerá en la Comisión de Industria, Turismo y Comercio.
Estoy bastante de acuerdo con el artículo.
Muchas veces, para salir de una situación dificil no hay como tener un objetivo común.
Veremos como en un mes nadie habla del sunami, en dos años, la región arrasada habrá sido reconstruida, y en diez años, Japón será líder mundial en energias renovables.
Dudo que vuelvan a invertir en nucleares, no tienen recursos naturales, pero si que tienen costas, viento, geotermico etc.
Saludos a todos los Japoneses,
Un
nuevo mundo multicultural en el Mediterráneo
La energía nuclear está ahorrando muchas emisiones de CO2 en
todo el planeta
Lo que dice el autor no tiene sentido cuando hay una crisis nuclear que puede ser única, cuando estamos inmersos en la mayor crisis desde 1929, cuando en concreto Japón lleva más de 20 años en crisis...la situación es grave y no creo sea de agoreros decirlo.
Y seguro que afecta al crecimiento
Por ejemplo:
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha emitido un comunicado con su primer análisis de lo ocurrido en Japón en el que afirma que los efectos del terremoto y el tsunami "pueden ser mucho peor" que los causados por el seísmo en Kobe en 1995, cuyo coste fue de unos 100.000 millones de dólares pero recuerda que no provocó una contracción de su economía.
Aunque el área afectada por el terremoto de la semana pasada, medida en cuanto a su peso en el Producto Interior Bruto (PIB) nipón -de entre el 6 y el 7 por 100- es más o menos comparable a la perjudicada por el de Kobe, "el desastre puede ser mucho peor", añade la OCDE.
Para justificar la afirmación, explica que muchas fábricas han tenido que suspender su producción, sobre todo en el sector de la fabricación de automóviles y el de equipamiento eléctrico, así como los daños provocados en las centrales nucleares y los causados por los cortes en el suministro eléctrico, más graves que hace 16 años. No obstante, la organización admite que la destrucción es tan grande que todavía no se puede hacer una valoración del impacto económico total.
Sin embargo, desde el lado positivo, recuerda que aunque los desastres de este tipo recortan la actividad económica a corto plazo, las tareas de reconstrucción asociadas "suelen impulsar el crecimiento de la producción".
Los recursos fiscales disponibles, dice la OCDE, parecen estar limitados a los fondos de reserva de los presupuestos de 2010 (un 0,04 por 100 del PIB) y de 2011 (un 0,2 por 100 del PIB), pero la organización prevé que haya partidas suplementarias disponibles. Así, recuerda que el Gobierno japonés ya gastó cerca de 5 billones de yenes (el 1 por 100 del PIB de 1995) para paliar las consecuencias del terremoto de Kobe.